“A partir de 1999 comenzó a edificarse de forma progresiva un modelo de gobierno que corresponde con el Estado Cuartel.”. Transparencia Venezuela, 3/07/2020.
Tendremos que lidiar en algún momento con la sensible situación que sobrevendrá con el estamento militar en cualquier desenlace que con seguridad nos deparará el destino. A diferencia de los clásicos regímenes militares que han alcanzado el poder mediante actos de fuerza, el que hoy tenemos en Venezuela es uno que escapa a esa modalidad convencional. No fue por falta de ganas. Reducidos grupos lo intentaron y salieron con las tablas en la cabeza. En el caso de Chávez, ambicionó su Sierra Maestra, pero no haber logrado el poder por esa vía que concebía épica, fue una gran frustración que le acompañó por el resto de sus días.
En el entendido de que los gobiernos castrenses se caracterizan por ser ejercidos en forma hegemónica y totalitaria, aferrándose al poder por todos los medios, como lo son la corrupción, represión, persecución y torturas, debemos estar claros que aquí en nuestro país el poder castrense cuenta además con otras características, que lo hacen sui generis, y que marcan una sustancial diferencia con los demás regímenes militares en el mundo e incluso con aquellos que a través de nuestra historia hemos sufrido en nuestro país.
Ni por asomo son iguales a aquellos que protagonizaron luchas libertarias dentro y fuera de nuestras fronteras; o a aquellos que abrazaron causas menos epopéyicas, acaudillando una cruenta guerra federal y luego montoneras para combatir a otros militares que estaban ejerciendo el poder de entonces. Como tampoco a aquellos militares que, bajo la doctrina del Cesarismo Democrático, gobernaron el primer tercio del siglo XX. Incluso muy distintos a aquellos que dieron paso en su momento a la Revolución de Octubre, que trajo consigo la primera muestra de un sistema democrático; ni a aquellos regímenes militares que le sucedieron a mitad de siglo, que siempre estuvieron en contra de la subordinación de los militares al poder civil, tal como Rómulo lo propuso algunos años antes. Desde luego, representan todo lo contrario de nuestros militares institucionalistas que en su momento derrotaron los golpes militares comunistas y la invasión castrocomunista, en uno de los logros más emblemáticos en la moderna historia militar de Venezuela.
¿Cuáles son esas otras características que marcan la diferencia? Son varias las que tenemos que referir y es importante precisarlo para la era poschavista. En la enumeración caben: a) El ascenso al poder y su permanencia, valiéndose de las reglas democráticas. Chávez facilitó y luego consolidó el Estado Cuartel mediante la implementación del ceresolismo.- b) La desnaturalización de sus funciones a través del laxo enunciado constitucional de darle “participación activa en el desarrollo nacional”, que les llevó desde vender papas a ocupar y manejar todo el aparato burocrático del Estado, bancos, emisoras de radio y TV, Arco Minero, empresas básicas, etc.- c) En concordancia con lo anterior, la ideologización que hace del derecho al voto militar un instrumento eficaz de clientelismo, que le lleva al proselitismo y a la parcialidad política que prohíbe la Constitución, en el que tiene un papel importantísimo la incorporación también inconstitucional de las milicias como componente de la FANB.- d) Como resultado de esa ideologización, el más grave de todos esos casos es la abierta entrega que el sector castrense predominante ha hecho de nuestra soberanía a países extranjeros y grupos irregulares; así como la deliberada omisión que por muchos años hubo en el permanente y adecuado reclamo de nuestra Guayana Esequiba. Ambos hechos contravienen las funciones que les asigna nuestra Constitución: garantizar nuestra independencia y soberanía, así como el aseguramiento de la integridad territorial.
De forma tal que, más allá de los graves actos de traición a la patria, corrupción, narcotráfico, terrorismo y desmanes contra los derechos humanos en los que hayan incurrido, que les llevarían a ser procesados por delitos de lesa patria y humanidad de los cuales no podrán salvarse por amnistías, leyes de obediencia debida o de punto final, debe tenerse claro que hay otros trascendentales aspectos que deben ser tratados y decididos en su verdadera dimensión.
No basta con decir que regresen a sus cuarteles. De lo que se trata es de elaborar y poner en práctica nuevas reglas que rijan al estamento castrense. En tal sentido, deben modificarse los artículos que en la vigente Constitución lo desnaturalizan en sus objetivos, como también reformarse el resto de la normativa que lo rige, con un nuevo ordenamiento que sea tratado como política de Estado para el sector castrense, que elimine el voto militar y lo deslastre de parcialidades políticas y personalismos, de la manipulación ideológica y el clientelismo burocrático, y establezca inhabilitaciones políticas por largo plazo a militares golpistas, no susceptibles de decisiones judiciales o ejecutivas que las dejen sin efecto.
Solo así superaremos tener presidentes, gobernadores, alcaldes, diputados, concejales, protectores, registradores, notarios y demás empleados públicos provenientes o pertenecientes al mundo castrense, y tendremos a una respetuosa, disciplinada y subordinada Fuerza Armada que hoy representa una casta privilegiada que genera una perversa desigualdad social. De ser así, se ganarían nuevamente la admiración y respeto de todos los venezolanos.
Victor A. Bolívar
vabolivar@hotmail.com
@vabolivar
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