El libre mercado es una relación entre productores y
consumidores, en donde mediante bienes y servicios se satisfacen las
necesidades de las personas, interviniendo únicamente el Estado en caso de
necesidad; lo cual significa que ni el capitalismo ni el mercado son una
maldición, como algunos lo quieren hacer creer.
El 7 de noviembre de 2018, el Papa Francisco dijo,
que: “Si en la tierra existe el hambre no es por falta de alimento, sino porque
por las exigencias del mercado se llega, a veces, a destruirlo”. La afirmación
del Sumo Pontífice sería verídica si el mercado lo fuera un todo, pero resulta
que cuando una doctrina política como ocurre con el marxismo que en su
aplicación práctica, toma a la miseria de las masas como condición necesaria
para perpetuar en el poder a una dictadura comunista, el mercado sale sobrando
y eso lo estamos viendo con nuestra vecina Venezuela, en donde el hambre es una
política de Estado para consolidar a la camarilla.
El capitalismo surge porque los seres humanos somos
seres de necesidades, que muchas veces nos las crean, y para satisfacerlas
están las mercancías, de ahí surge la ley de oferta y demanda, apareciendo el
libre mercado y desde luego el capitalismo, que pierde su esencia cuando se
vuelve especulativo e improductivo, cayendo en un capitalismo financiero
exagerado que solo busca acumular grandes masas de dinero.
El mercado permite el desarrollo de las fuerzas
productivas, lo que genera el progreso social y económico de los pueblos, y las
naciones pueden importar y exportar para satisfacer las necesidades de sus
ciudadanos; por lo que satanizar al mercado va en contra de toda lógica y, es
mejor observar que el mal está en las posiciones políticas totalitarias como
ocurre con el comunismo, cuya concepción supersticiosa
y metafísica del mundo, lleva a sus militantes a considerarse predestinados
para dominar a los demás.
El marxismo como el mejor heredero de Maquiavelo,
plantea las cosas en blanco y negro, mostrando siempre dicotomías, cayendo en
un maximalismo para que las personas despistadas y atrasadas tomen partido, esa
división perversa la promueven los seguidores del comunismo totalitario, cuyos
intereses burocráticos y de secta los lleva a creerse “iluminados”, por ello es
que en más de 170 años de marxismo se ha vendido el dilema económico y político
entre capitalismo y socialismo, sin que hayan posibilidad de otras salidas; esa
actitud tosca lleva a la conclusión temeraria de “ quien no está conmigo es mi
enemigo”
De ninguna manera se puede tomar a los seres humanos
como zombis, para aplicarles recetas metafísicas, debido a que la libertad
individual como condición suprema de la humanidad está por encima de la
manipulación política; entonces reducir el destino de los pueblos al
capitalismo o al socialismo, es producto del interés mezquino de quienes
siguiendo las argucias marxistas consideran que la conquista del poder es como
su dios; dado que el discurso miserabilista que proclama el truco de la
emancipación de los pobres, no solo lo ha manejado el marxismo sino sus
hermanos el fascismo y el nazismo.
En el capitalismo como en el socialismo hay muchas
variables, siendo paradójicamente el capitalismo de Estado el que se practica
en Cuba, Venezuela y Norcorea. La más clara demostración del capitalismo
salvaje se tiene en la China, en donde el partido comunista impone sus formulas
económicas a la fuerza, además de ser responsable de la propagación del
Covid-19 por el planeta. Sin embargo existe un socialismo democrático en
algunos países de Europa, que no han tenido que recurrir a la violencia para
implementar ese sistema, lo que demuestra que a los seguidores del marxismo leninismo no le interesa el progreso social
de las masas, sino la toma del poder para dar rienda suelta a sus instintos
insanos de someter a los demás, y por eso proclaman maniqueamente el
esquematismo entre socialismo y capitalismo.
En ese orden de ideas, para superar esa especie de
entropía se debe plantear el sistema de economía múltiple, que recoja las
iniciativas privadas y colectivas, para buscar el bienestar de los ciudadanos,
en donde la democracia económica no permita caer en los monopolios abusivos,
repudiando al marxismo que sublima al estatismo burocrático e idiotizador, que
toma como condición necesaria la miseria de las masas para volverlas más
dúctiles a la tiranía comunista.
El sistema de economía múltiple recoge las
experiencias positivas de un capitalismo industrial y comercial, de la social
democracia y de la autogestión libre y creativa que busca principalmente la
independencia económica de las personas, desechando el extremismo marxista y la
acumulación desmedida del capital que lleva a las recesiones económicas
mundiales.
En Latinoamérica algunos países cuyas aventuras
políticas, los han empujado a gobiernos marxistas con el socialismo del siglo
XXl, que recogió los desechos del marxismo leninismo de Europa oriental después
de la caída del muro de Berlín, para imponerlos en nuestras naciones; en tal
caso se deben de superar las asimetrías conceptuales en la región para
liberarnos de ese manoseo ideológico, que llevan a situaciones como la de Venezuela
en donde el castrochavismo(otro mote marxista) ha traído una gran ruina,
conduciendo a esa nación al comunismo totalitario, engañando todavía a sectores
del pueblo que son los más atrasados e ignorantes, para que la nomenclatura se
perpetué en el poder, irrespetando la voluntad popular.
En un sistema de economía múltiple se desarrolla el
conocimiento y la prosperidad, rechazando sin vacilaciones el guión
marxista-maquiavélico de escoger únicamente entre socialismo o capitalismo.
Ariel Peña
arielpena49@yahoo.com
@arielpenaG
Colombia
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