El equipo negociador
de la paz colombiana en La Habana tiene que aprovechar el viento de cola que ha
conseguido armar el gobierno de Juan Manuel Santos a su favor. En efecto, la
imagen del presidente está en proceso de recomposición por lo que la coyuntura
se torna propicia para iniciar, dentro de las fronteras colombianas, el próximo
paso del proceso que consiste en armar un plebiscito para que el pueblo
colombiano se exprese en torno a la paz que está siendo negociada. Dos opciones
para expresarse, el Si y el NO, estarán en duelo para mediados del año que
viene.
El camino está lleno
de escollos. Lo primero es conseguir que el Congreso apruebe una ley que
sustituya a la actual normativa en materia de plebiscitos. El abanderado del
proceso en el Congreso es el propio Humberto de la Calle quien preside la mesa
de negociación en la capital cubana. Este tendrá que conseguir que dentro del
muy corto plazo se apruebe un nuevo texto para regir el hecho el plebiscitario
de manera de eliminar los obstáculos del texto vigente hoy.
El equipo negociador
considera que no es realista exigir una mayoría de todo el censo electoral, lo
que es la pauta que impone la normativa actual. Si esta norma permaneciera en
pie, 17 millones de colombianos deberían votar a favor para aplicar los
acuerdos de paz.
Ya esta semana se
avanzó notablemente porque hay una propuesta de acuerdo parlamentario que se
traduce en que solo con un porcentaje de los habilitados para votar (13%) se le
daría luz verde a los acuerdos de La Habana en su conjunto y de manera
indivisible. Estamos hablando de que con una cuarta parte del número anterior,
es decir con algo más de 4 millones de votos por el SI, la paz quedaría sellada
y lista para ser aplicada.
De la misma manera,
si el número de papeletas por el NO supera los 4 millones no habría manera de
que los acuerdos de la Habana se instrumenten y la Paz habría muerto antes
de nacer.
Asi pues, en este
momento la tarea que tiene el gobierno por delante es la de apuntalar el voto
por el SI, contra viento y marea y la de los enemigos de la paz de sello Santos
es conseguir movilizar a la población a acudir al acto de votación a expresarse
con el NO..
Evidentemente que la
inclinación a presentarse a la votación de los adeptos a la paz es mayor que la
de los detractores de la misma. De allí que la cuesta más empinada sea la de
quienes se oponen a la paz de La Habana.
Esa es la batalla que
se librará en las próximas semanas por parte de los dos lados de la ecuación:
despertar la intención de voto de la población, es decir, desterrar la
apatía.
Lo tradicional en
caso de este tipo de consultas populares es que quien no comparte la propuesta
que es objeto de votación, al no presentarse ante las urnas considera estar
votando por el NO, lo que en este caso, evidentemente no funciona.
La buena imagen de
Juan Manuel Santos servirá, entonces, a este fin de atraer al electorado a
expresarse positivamente.
El Jefe del equipo
negociador del lado gubernamental, sin embargo, mantiene sus barbas en remojo y
ha asegurado públicamente que “el proceso de paz no se encuentra en una fase
irreversible”, queriendo con ello decir que no hay que contar los pollos antes
de nacer en este “todo o nada”.
La afirmación genera
inquietud, sobre todo después del acuerdo que sellaron el presidente Juan
Manuel Santos y el comandante de las FARC, ‘Timochenko’, el pasado 23 de
septiembre. De acuerdo al mismo tienen hasta marzo y solo hasta marzo, para
parir un acuerdo susceptible de ser abrazado por la población.
Colombia está en su
recta final.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
Miranda - Venezuela
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