jueves, 3 de diciembre de 2015

GUSTAVO BRICEÑO, LLEGÓ LA HORA


El próximo domingo nos corresponde a los venezolanos la escogencia de una Asamblea Nacional para que defina en los años que viene políticas y leyes importantes que podrán encauzar al país por senderos diferentes a los actuales. Es una oportunidad para la Historia. Ciertamente, en una nación que se sitúa al borde de la crisis más fuerte que ha tenido después de 1830. Es desde luego, un acontecimiento invariable y único por cuanto, si no hubiese existido la situación actual de estupor económico y social, no hubiesen sido tan importantes unas elecciones legislativas como las que tendremos que presenciar y participar los venezolanos el domingo que viene.

La democracia se caracteriza por la idea esencial plasmada como una costumbre ya universal, donde el diálogo y la convergencia deben encontrar un espacio serio y alentador entre las diferencias políticas que surjan en un determinado momento. Constituye en sí mismo, aquello, lo cual fundamenta todo los modelos democráticos en el mundo moderno y donde la cultura de los hombres de manera civilizada debe magnificar las creencias y los pensamientos dirigidos a solventar crisis y dar soluciones, no para la entera felicidad, por cuanto ello no es posible, pero si, para mantener al menos una situación común que nos permita a los venezolanos navegar y distraernos en el mundo de la cultura de la paz y de la civilización y todo lo que ello significa hoy en un mundo enteramente globalizado y extraño.

Conciencia tengo, de lo difícil que es cumplir con las frases expuestas. No son tan ilusas, entre muchas razones, por el hecho cierto de que Venezuela es gobernada por la expresión de lo más negativo que dirigencia alguna haya llegado a los altares del poder político. Mediocridad, ineficiencia, corrupción, locura, complejos de inferioridad y ánimo de venganza frente a todo lo que hacen, los identifica cristalinamente frente a ellos mismos y frente al mundo, lo cual disminuye con alto riesgo el hecho de que una eventual democracia en el parlamento pueda ser difícil de renacer o encontrar. Sin acariciar lo contrario, me atrevo a señalar que aun ello es posible, si el domingo que viene asumimos una conducta típicamente de venezolanidad y de madurez, es decir, pensar no solo en nosotros como seres humanos, sino en todos, como ciudadanos, como participantes, como andantes en un país saturado de inconvenientes y de calamidades. Es una hora difícil pero alentadora, trágica pero con esperanza, si vamos con tranquilidad de conciencia y ánimo de vivir posiblemente mejor, poner el dedo en la tarjeta donde los futuros diputados demócratas puedan sobresalir y hacer que nos representen en el parlamento con la voz de todos y no solo con la de ellos. Es desde luego, acudir a ejercer un ejercicio de democracia, de cultura democrática, aun a sabiendas de que existen muchos venezolanos que por muchas causas, justificadas unas y otras no, no pueden ejercer su derecho al sufragio alentados por la culpa o la tristeza de no poder votar, es quizás un elemento no auditable en estos momentos. Vamos a votar pues, queridísimos lectores, a sabiendas de las condiciones del árbitro abiertamente en favor de la tolda dominante y gobernante pero aun así, enlazados en un ejemplo común, estemos donde estemos y en la situación que sea, es una hora muy importante para los venezolanos. Votar es la consigna invariable para elegir un parlamento nuevo que se enfrenta con buena lid a la corrupción y a la autocracia. Así lo creo.

Gustavo Briceño Vivas
gbricenovivas@gmail.com
@gbricenovivas

Miranda - Venezuela

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