jueves, 3 de diciembre de 2015

JOSÉ PAIVA, ¿Y DESPUÉS DE LA PESADILLA QUÉ?

Tal vez me esté adelantando, tal vez no. Pienso que en las próximas elecciones de diciembre La Revolución Bolivariana será derrotada, de tal manera que prácticamente desaparecerá. Creo que dentro de unos cuantos años más,  los venezolanos no recordaremos esta pesadilla que ha durado ya más de tres lustros. El objetivo de este artículo no es predecir el resultado de las elecciones del próximo domingo en Venezuela, sino, tal como lo indica el título, es tratar de dilucidar qué haremos los venezolanos una vez que termine la pesadilla.

Decir que un cambio de rumbo se hace necesario, parece de Perogrullo. Ahora bien, qué tipo de cambio será necesario es la respuesta que anhelamos conseguir. Permítaseme elucubrar al respecto. Si me correspondiera ser la persona encargada de tomar las decisiones, ¿cuáles tomaría? Evidentemente que serían muchas; en Venezuela falta todo por hacer. Pero para fines de este escrito, plantearé las más importantes desde mi versión de la realidad venezolana. 
Una de las cosas que mayor daño le causó a Venezuela durante la pesadilla fue el poder desmedido del Estado. Pareciera que el Estado todo lo puede y que ninguna persona consigue nada en su contra. Además, todo el poder se concentra en las manos de la figura del Primer Mandatario. Los venezolanos hemos creado una especie de Leviatán, él todo lo puede y nosotros, los ciudadanos, no podemos hacer nada sino obedecer.
Ya en el siglo XVII los ingleses se dieron cuenta de esto y decidieron cambiar el Estado, de manera que este fuera una institución al servicio del pueblo y no como ocurre aquí, que parece que nosotros estamos al servicio del Estado. El miedo inicial era contra el poder absoluto. Cuando los ingleses tenían un monarca racional, no tenían problemas. El problema se presentaba cuando el monarca era un déspota.  Por eso decidieron que el poder no podía estar en una sola mano.
En Venezuela tenemos un Estado sobredimensionado que se mete en todo y a través de la Constitución el Presidente tiene carta blanca para manejarlo a su antojo. Y como los ingleses, cuando el Primer Mandatario es una  persona normal, no tenemos problemas; el problema se presenta cuando elegimos a un déspota. Si el enemigo es el Leviatán, pienso que lo mejor es crear un Estado moderno que estuviera al servicio del pueblo y por lo tanto el Primer Mandatario también. Este sería un primer paso acertado entre muchos.
José Paiva
josepaiva@cantv.net

Caracas - Venezuela

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