Tal vez me esté adelantando, tal vez no. Pienso que
en las próximas elecciones de diciembre La Revolución Bolivariana será
derrotada, de tal manera que prácticamente desaparecerá. Creo que dentro de
unos cuantos años más, los venezolanos
no recordaremos esta pesadilla que ha durado ya más de tres lustros. El
objetivo de este artículo no es predecir el resultado de las elecciones del
próximo domingo en Venezuela, sino, tal como lo indica el título, es tratar de
dilucidar qué haremos los venezolanos una vez que termine la pesadilla.
Decir que un cambio de rumbo se hace necesario,
parece de Perogrullo. Ahora bien, qué tipo de cambio será necesario es la
respuesta que anhelamos conseguir. Permítaseme elucubrar al respecto. Si me
correspondiera ser la persona encargada de tomar las decisiones, ¿cuáles
tomaría? Evidentemente que serían muchas; en Venezuela falta todo por hacer.
Pero para fines de este escrito, plantearé las más importantes desde mi versión
de la realidad venezolana.
Una de las cosas que mayor daño le causó a
Venezuela durante la pesadilla fue el poder desmedido del Estado. Pareciera que
el Estado todo lo puede y que ninguna persona consigue nada en su contra.
Además, todo el poder se concentra en las manos de la figura del Primer
Mandatario. Los venezolanos hemos creado una especie de Leviatán, él todo lo
puede y nosotros, los ciudadanos, no podemos hacer nada sino obedecer.
Ya en el siglo XVII los ingleses se dieron cuenta
de esto y decidieron cambiar el Estado, de manera que este fuera una
institución al servicio del pueblo y no como ocurre aquí, que parece que
nosotros estamos al servicio del Estado. El miedo inicial era contra el poder
absoluto. Cuando los ingleses tenían un monarca racional, no tenían problemas.
El problema se presentaba cuando el monarca era un déspota. Por eso decidieron que el poder no podía
estar en una sola mano.
En Venezuela tenemos un Estado sobredimensionado
que se mete en todo y a través de la Constitución el Presidente tiene carta
blanca para manejarlo a su antojo. Y como los ingleses, cuando el Primer
Mandatario es una persona normal, no
tenemos problemas; el problema se presenta cuando elegimos a un déspota. Si el
enemigo es el Leviatán, pienso que lo mejor es crear un Estado moderno que
estuviera al servicio del pueblo y por lo tanto el Primer Mandatario también.
Este sería un primer paso acertado entre muchos.
José Paiva
josepaiva@cantv.net
Caracas - Venezuela
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