El tan cacareado
concepto de conuco urbano propuesto primero por Emma Ortega, quien duró en el
cargo de ministra de Agricultura Urbana solo 15 días y ratificado por Nicolás
Maduro para supuestamente resolver el problema de producción y abastecimiento
de alimentos en el país, es un atropello a la inteligencia y capacidad de
razonamiento del venezolano. Hay que estar fuera de la realidad del siglo XXI
para pretender creer que en estos tiempos de tecnología cuando los
venezolanos tienen la oportunidad de
investigar y comunicarse a través de la tecnología con el resto del mundo, va a
creer en esas tonterías.
Eso es tan primitivo
y muy parecido a lo que ocurrió durante los tiempos de la colonia cuando
nuestros antepasados andaban en guayucos y los invasores de esa época ofrecían
cambiar espejitos por piedras preciosas. No mi estimado amigo, estamos en pleno
siglo XXI cuando los Estados Unidos ya llegaron a la Luna, la exploraron y
ahora están organizando un viaje turístico al planeta Marte integrado por 400
personas, aproximadamente dos por cada país, con la intención de conquistarlo y
poblarlo, este señor Maduro nos viene con la muela de sembrar y cosechar en los
balcones de los apartamentos de la metrópolis caraqueña.
Esta gente después de
haber gastado en viajes familiares y parrandas, robado a través de empresas de
maletín por enchufados camisas rojas, regalos en obras a presidentes de otros
países, mas de un millón de millardos de dólares provenientes de la venta de
nuestro petróleo y por carambola haber provocado la escasez mas grande de
alimentos que haya vivido nuestro país, ahora el presidente Nicolás Maduro nos
ofrece como una gran solución el concepto del conuco urbano para salir de la
crisis humanitaria donde su propio gobierno nos hundió. Esto, además de ser una
ofensa a la inteligencia, es como regresar a dos siglos atrás.
En esa verborrea en
el discurso de Nicolás con el concepto del conuco por ser originario de nuestro
país, queremos ver a la primera combatiente Cilia Flores, las infantas hijas
del comandante galáctico, las amantes, como las de Naiguatá, las esposas de los
ministros y de los generales enchufados, las esposas de los diputados rojitos
en la Asamblea Nacional y las ministras que forman parte del gabinete de
Maduro, especialmente la de agricultura urbana, sembrando y cosechando tomates
en esos conucos de los cuales habla como una gran cosa Nicolás.
La verdad verdadera
es que estos individuos además de corruptos son ineficientes y destructores de
todo aquello que huela a prosperidad. Para 1998 había en el país
aproximadamente 12 mil empresas de todo
tipo y de todos los tamaños que producían para abastecer al mercado interno y
para exportar, pero como el galáctico primero y Maduro después acabaron con ese
aparato productivo que estaba considerado como el mejor equipado de Latinoamérica. Ellos
soñaron y creyeron que el petróleo sería eterno y que siempre se cotizaría a
más de 150 dólares el barril, destruyendo ese aparato productivo. Ahora vienen
con el cuento que el modelo petrolero rentista se agotó
Gracias a ese aparato productor que forjado
durante décadas por varias generaciones de emprendedores, los venezolanos
íbamos a cualquier hora a los supermercados y abastos expendedores de
alimentos, a las tiendas de ropas y de calzados, distribuidores de repuestos de
vehículos y maquinarias agrícolas, negocios chinos expendedores de papel
sanitario, donde comprábamos todo sin
necesidad de hacer largas colas desde muy temprano de la mañana, ni éramos
obligados a colocar el dedo pulgar como sospechosos traficantes de mercancía ni tampoco nos
limitaban a comprar una cantidad determinada por culpa del racionamiento y
escasez como ocurre ahora.
En esa época nuestro
bolívar tenía poder adquisitivo y lo aceptaban en varios países de la región,
no teníamos limitación para viajar al exterior cuando quisiéramos, comparábamos
en los bancos o casas de cambio los dólares que necesitábamos sin
tener que llenar carpetas y presentarlas a ningún funcionario mal
encarado del gobierno ni tampoco teníamos que rendir cuentas detalladamente
como habíamos gastado nuestros dólares que habíamos pagado con nuestros
bolívares. En pocas palabras, teníamos un país maravilloso.
Adriana Aguilera
Rojas,
Concejal
Metropolitano de Caracas
@aaguilerarojas
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