Estos días de
carnavales de 2016 lo pasé en Caracas. No viajé a Anzoátegui como suelo hacer
cuando tengo tiempo disponible, cuestión de cuidar mis cauchos y bajar los
gastos que me mantuvieron acosado en estos días, gracias a la inflación y las
consecuencias de una búsqueda y compra de unos repuestos automotrices, que
estaban tan caros, que me duele sacarle kilometraje a mi carrito..
Entonces, como les
seguía contando, no fui a la playa; no pude meterme en mi hamaca, llevar sol a
la orilla del mar, respirar salitre y comer mis arepas con lebranche; tampoco
disfruté de la tranquilidad costera durante la lectura de un libro entretenido;
una novela, un cuento o hablar hasta por los codos con los amigos uchireños,
que me visitan, con el pretexto de tomarse una bebida espumante a mis costas;
aunque realmente, me visitan para
compartir la posibilidad de
hablar mucho sobre nuestras necesidades y sufrimientos como si yo fuera un
psicólogo, pero disfrutan mis planteamientos sociológicos, preñados de un
análisis con idea de totalidad sobre la realidad nacional y la terrible, espantosa crisis de película, que estamos
viviendo, independientemente dónde nos encontremos.
Sin embargo, no me
quejo porque estuve en una ciudad tranquila en cierto modo, bajo un sol que
quemaba la vegetación en el cerro El Ävila y dejaba El parque del Este con una
escasa grama, como si fuera un desierto, con el atenuante de un racionamiento
de agua y electricidad.
También durante estos
carnavales, me encerré en mi casa por horas para ver todas las películas
nominadas a los próximos premios Oscar de la Academia de cine, como algo
sagrado, porque me tomo muy en serio tratar de ver todas las películas
disponibles y me las gozo intensamente y entonces viví la lista negra que se
caló Dalton Trumbo; el descubrimiento de “la chica danesa” la pelea con un oso
que tuvo “El renacido”,Los amores de una chica en “Broclyn”, así como
“El Puente de Espía”, un niño que vivió
años encerrado en “La habitación”, “La misión Rescate” en Marte,
“Primera Plana” y otras películas, que me dejaron los ojos inyectados de
emociones y mucho entretenimiento sentado en mi sofá. Yo diría que estuve
haciendo terapia mental, para darle paz a mi espíritu y escapar un rato de la
angustia para adquirir alimentos; de las colas para todo, de la mala situación
de los hospitales; de la delincuencia que nos tiene contra la pared y de un
gobierno que no resuelve.
Como siempre sucede,
Caracas estuvo con mucho negocio
cerrado, pero con algunas fuentes de soda disponibles para conversar con los
amigos de la situación intensa que estamos viviendo y que descubre una terrible
crisis en todos los órdenes como un edificio que se desmorona.: Así recibí el
miércoles de ceniza, descubriendo una crisis de inventarios, con cero
importaciones en muchos rublos y temiendo una hambruna como nunca hemos tenido. Espero, que de aquí a semana santa se
despeje un poco nuestro futuro inmediato y nos pongamos de acuerdo de cómo
vamos salir a flote.
Luis Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
Anzoategui -
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario