Con preocupación observamos la profundización de
la crisis que afecta a Venezuela. Cobra vida propia y cada vez toma más cuerpo y velocidad. ¡Luce
indetenible! El presidente le ha
achacado la culpa a una “guerra económica” y le ha dicho a los venezolanos
que hay una “huelga de inversionistas”.
¿Cuál es el origen de esta situación. ¿De quién es la culpa de la escasez que
impera y de la falta de inversiones a la cual se refiere el primer mandatario?
Me viene a la memoria un episodio que explica
muchas cosas. Se trata de imágenes
ampliamente difundidas en todos los medios de comunicación. En ellas se veía al presidente Chávez, parado
en una esquina de la plaza Bolívar de Caracas, tronando instrucciones al
Alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez.
- "¿De quién son esos negocios
–preguntaba el presidente- ¡Exprópiense!” y detrás se oía la voz del alcalde
Jorge Rodríguez:
- “Como no señor presidente”.
- “Y este edificio aquí cuál es?”,
preguntaba nuevamente Chávez, a lo cual
el alcalde Rodríguez contestaba:
- “También es un edificio que tiene
locales comerciales de propiedad privada”.
- “¡Exprópiese, señor alcalde!.
¡Exprópiese, exprópiese!”
- “¿Y este edificio?” –continuaba Chávez.
- "Es un edificio que tiene comercios
privados de joyería”.
- “¡Exprópiese!"
- "De acuerdo”, respondía el alcalde.
- "¿Y aquél edificio allá en la
esquina?" interrogaba mientras señalaba a lo lejos con la mano, a lo cual
el alcalde informaba:
- “También son edificios que tienen
locales comerciales”.
“Exprópiese!”.
¡¡¡ Expropiar,
expropiar, expropiar !!! repetía obsesivamente el mandatario.
En sus “Aló Presidente” amenazaba
continuamente con expropiaciones a diestro y siniestro. En una ocasión lo vimos
llamar en vivo e increpar al presidente de un banco extranjero en el país.
"Tenga cuidado con lo que va a decir", le advertía. Su modus operandi
consistía en intimidar.
En el año 2008 se expropiaron todas las
plantas cementeras del país. En el 2009 se expropió la planta productora de
pastas de Cargil. Ese mismo año se expropiaron los molinos de Monaca, que
producían harina de maíz, pastas, etc.
Se expropiaron igualmente las plantas de Aceite Diana, Lácteos Los Andes
y las principales torrefactoras de café de Venezuela entre las cuales
recordamos a Fama de América y Madrid.
Siguieron en la lista las cadenas de supermercados Cada y Éxito, Owens
Illinois, Agroisleña, así como las empresas que suministraban gas doméstico a
los hogares de Venezuela.
Además de las
expropiaciones antes citadas, se nacionalizaron las empresas siderúrgicas y las
de aluminio, muchas de Guayana así como
las de servicios petroleros en el Zulia. La cifra de empresas expropiadas se
ubica en torno a unas mil quinientas.
Ni qué decir del
campo venezolano donde por una u otra vía, cerca de cuatro millones de
hectáreas que antes eran productivas en manos del sector privado fueron a parar
a manos del Estado y se han hundido en un abismo de improductividad. ¿Recuerdan
el Hato Piñero y tantos otros?
El resultado de esa
cruzada expropiadora es que prácticamente todos las empresas que pasaron a
manos del Estado están técnicamente quebradas y el denominador común es que los
bienes que solían producir no se consiguen, siendo la causa fundamental de la
escasez que abruma a los venezolanos. Además, la seguridad jurídica brilla por
su ausencia. !Nunca habíamos conocido una situación semejante!
A la incertidumbre
que situaciones como esas generan en los productores, se suma la "huelga de dólares" en que
incurre el Estado que no entrega las divisas que requiere el sector productivo
para importar las materias primas y demás insumos, incluyendo repuestos para
las maquinarias y equipos.
Y además está el tema
de los controles de precios. ¿Quién se atreve a invertir para ponerse en manos
de algún burócrata que fija discrecionalmente el precio de los bienes que va a
producir?
Para colmo a los
inversionistas extranjeros no les permiten repatriar dividendos. Muchos han
asumido grandes pérdidas borrando de sus balances las inversiones que tienen en
Venezuela.
¿Y tienen aún los
bríos de hablar de "guerra económica" o "huelga de
inversionistas?"
Como si lo anterior
fuera poco, vemos al jefe de Estado, desencajado, profiriendo insultos y
llamando ladrón al presidente de la Polar, quien más bien debería ser
condecorado por su empeño de seguir produciendo e invirtiendo.
No le arriendo la
ganancia al mandatario. El país entero sabe que sin Polar la escasez arreciaría
en términos exponenciales y el hambre terminarían por agotar la paciencia de
los ciudadanos. Las encuestas muestran que el 85% de los venezolanos se oponen
a cualquier medida que adopte el gobierno contra esa empresa.
Y ahora se agotan los
inventarios. ¡Ya estamos en extra inning!
Jose Toro Hardy
petoha@gmail.com
@josetorohardy
Miranda - Venezuela
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