miércoles, 10 de febrero de 2016

JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO), ¡SE COGIERON ESOS REALES!,

Mientras la señora Nancy perdía la batalla contra el Guillain-Barré por falta de tratamiento y sus familiares la lloraban con la impotencia de quien no se resigna ante la pérdida que pudo ser evitada; en algunos de los paraísos fiscales -de esos que alcahuetean a los corruptos inescrupulosos de turno- un funcionario del gobierno venezolano chequeaba que sus milloncitos de dólares estuviesen a buen resguardo y engordando ceros a la derecha…

Mientras miles de venezolanos hacen cola para tratar de comprar un pote de leche, un jabón de baño o un paquete de arroz, en plena 5ª Avenida de New York, cargado de bolsas y derrochando lujos, otro “digno” representante de esta “revolución” se divierte haciendo compras y mofándose de la gentuza que no supo aprovechar, como él, las ventajas del carnet del Psuv, el cargo en el ministerio, las licitaciones que lo favorecieron con comisiones sabrosas y los proyectos aprobados –que nunca se hicieron- pero que recibieron cuantiosas partidas en dólares a Bs. 6,30 que él sí supo cómo embolsillarse…
Mientras en la Maternidad Concepción Palacios los médicos hacen maromas para atender a las embarazadas afectadas por el Zika, y ruegan en silencio para que sus bebés no nazcan con microcefalia; en Francia, la concubina de otro “líder” de este Socialismo del Siglo XXI, hace las compras previas de la lingerie que le lucirá a “su papi” luego del retoque de glúteos, cara y tetas que se hará en el Spa Suizo…
Mientras en el Hospital Oncológico Luis Razetti se quedaron sin equipos para hacer las radioterapias; el “maraco” consentido y bueno para nada, llega al despacho de su mamá –decorado hasta el techo con afiches alusivos a los 13 motores de la revolución- para buscar las llaves de su nueva camionetota que, sólo con lo invertido en periquitos, podría pagar el tratamiento de 10 niños con leucemia.
Esta es la Venezuela luego de 17 años de revolución. Llena de contrastes que asquean, provocados por un régimen cuyo único logro es haber saqueado al país. Diecisiete años viendo como los mismos mediocres de siempre, que llegaron al poder sin un centavo en la cartera, hoy no pueden esconder las riquezas súbitas que disfrutan y derrochan. Son 17 años de una corrupción desmedida, de robar y robar, con la impunidad de quien sabe que, con un chequecito, un testaferro o un soborno, jamás tendrá que justificar el origen de los bienes o cumplir una condena por corrupción. Son más de tres lustros viendo cómo se anuncian obras, se entregan los reales –¡se cogen los reales! – y luego todo desaparece.
Las cifras de lo que se ha perdido o hurtado es astronómica. Los invito a que agarremos la calculadora y comencemos a sumar, para que tengamos un aproximado de los montos a los que estoy refiriéndome. ¡Sólo de casos conocidos! porque, me atrevo a asegurar, que me voy a quedar corto:
Dos ex ministros de este régimen hablan hoy del desfalco de 200 millardos de dólares a través de asignaciones de Cadivi. Hasta el momento, ninguna instancia le ha parado a su denuncia. Y supongo que ese monto que mencionan es sólo una minucia.
La represa de Yacambú en Lara, un proyecto de vieja data que arrancó en el año 72 y avanzó un 60% durante la Cuarta, recibió entre 2001-2011 un millardo de dólares. La obra, a la fecha, sigue estancada.
Para el saneamiento del Guaire, proyecto comandado por la entonces titular del despacho Jacqueline Farías, en la primera fase se asignaron Bs. 653 millardos. Para la segunda fase, 600 millones de dólares. El monto total invertido para el saneamiento fue de 14 mil millones de dólares. Hoy, el Guaire sigue putrefacto y están solicitando otros 700 millones de dólares más porque ¡ahora sí! van a cumplir con la promesa del Difunto de que podríamos bañarnos en él.
A estas perlitas, súmenle esta lista que un distinguido amigo se dio a la tarea de recopilar:
40 mil millones de bolívares asignados para la remodelación del Hospital Luis Razetti de Barinas. El dinero se perdió y la remodelación nunca se ejecutó.
Cinco mil millones de dólares para construir una planta procesadora de leche en Falcón. En el terreno donde debería estar la planta solo hay escombros. ¿Y los dólares? Bien, gracias. Seiscientos millones de dólares aprobados para desarrollar en Barquisimeto un terminal que sería la envidia de cualquier país desarrollado. Para la fecha, no hay terminal y los reales se esfumaron. 850 millones de dólares para una empresa socialista revolucionaria de papel que se llamaría “Pulpaca”. Los dólares fueron aprobados, desaparecieron y no existe Pulpaca. 5.996 millones de dólares aprobados y asignados para construir la gran central hidroeléctrica “Manuel Piar”, ofrecida para 2010. ¿Qué pasó? La respuesta la sabemos todos.
Tres mil quinientos millones de dólares destinados para el saneamiento del Lago de Maracaibo. Los zulianos pueden dar fe de que el lago sigue contaminado. 2.500 millones de dólares para la construcción del tercer puente sobre el Orinoco. 7.000 millones de dólares que fueron destinados para el tramo ferroviario de Puerto Cabello-Valencia, la obra no se ha terminado pero el dinero se entregó en su totalidad. ¡Si hasta Danny Glover recibió su tajada cuando le dieron 18 millones de dólares para que filmara una película sobre el Difunto! Todavía no hemos visto ni el tráiler del culebrón; mucho menos al Glover reembolsando el dinerito.
¿Cuánto les da la cifra? ¡Un monto grosero, ¿verdad?! Y lo que falta por ventilar. Porque ese dinero que durante estos 17 años se cogieron, en cualquier otro país gobernado por funcionarios con escrúpulos, y no por rateros, se invertiría en obras, en salud, en seguridad, en educación, en calidad de vida y progreso para toda la población. Lo triste de todo esto es que, mientras estos desfalcadores de oficio nos sigan gobernando, difícilmente se hará justicia y mucho menos lograremos repatriar esa millonada de dólares –que en este momento hacen tanta falta- a nuestra nación.
José Domingo Blanco (Mingo)
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1

Caracas – Venezuela

1 comentario:

  1. Que tristeza da todo esto. Pensar que Venezuela está quebrada.

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