Corría el año de
1976, era yo funcionario del Instituto de Comercio Exterior, hace 40 años,
enviado a Ginebra, Suiza, a participar en los cursos sobre política comercial, organizados por el
GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio, organismo parte de Naciones
Unidas, antecesor de la hoy Organización Mundial del Comercio, OMC); al final
del curso teníamos que presentar un trabajo formal sobre nuestra participación
en él, éramos 25 funcionarios que trabajábamos en el organismo rector del
comercio exterior de países de todas partes del mundo; a mi regreso a Caracas
yo le hice llegar mi trabajo final a mi
amigo Fernando Gerbasi, en ese entonces, Director de Organismos Internacionales
del ICE, ese mismo día, recibí una llamada de Fernando Gerbasi, que le hiciese
llegar el trabajo urgentemente y formalmente, con un memorándum, a mi amigo Reinaldo
Figueredo, Presidente, en ese entonces, del Instituto de Comercio Exterior.
¿De qué versaba ese
trabajo?
El contenido del
trabajo era sencillo, pero abrumadoramente importante, el esfuerzo que hacían
los países en desarrollo, en ese entonces, para promover organizaciones
internacionales tipo OPEP para controlar el mercado internacional, la
producción, y los precios de las materias primas estaba conducido
irremediablemente al fracaso; la OPEP había tenido éxito porque se reunieron a
su alrededor una serie de circunstancias sumamente especiales que hicieron que
la OPEP tuviese éxito en sus objetivos de controlar el mercado, la producción,
y los precios petroleros del mercado mundial del petróleo.
En esa época,
Venezuela promovía la fundación, organización y establecimiento de un ente
internacional que agrupase a los países en desarrollo productores de lo que en
ingles se llama “Iron Ore”, o sea, el commodity conocido como mineral de hierro
puro, aquel proveniente directamente de las minas, materia prima indispensable
para las acerías de todos los países del mundo; la iniciativa estaba
enormemente adelantada, tenía siglas, su sede estaba en Caracas, tenía
oficinas, mobiliario, y hasta un Secretario General designado, mi amigo,
Ignacito Arcaya.
El presidente
Figueredo convocó a una reunión urgente del Directorio del ICE el lunes
siguiente, el único punto de agenda era mi trabajo, yo desconocía totalmente la
convocatoria, ese día, fui llamado por el Secretario del Directorio, a primera
hora del lunes, hora en la que solía estar religiosamente en mi escritorio en
la Dirección de Política Bilateral de ICE, para que subiese al Directorio.
Ese día, todos los
Directores del ICE tenían una copia de mi trabajo delante de ellos en el mesón
rectangular del Directorio, en el centro del mesón una bandeja de frutas
frescas para los Directores, el mesonero del ICE, diligentemente entraba y
salía con las bandejas de cachitos, café y leche calientes, yo tuve que
regresar a mi escritorio a buscar una copia de mi trabajo, porque yo desconocía
las razones por las cuales había sido llamado al Directorio.
La discusión fue
larga, intensa y prolongada, la mayoría, si no todos, de los miembros del
Directorio se oponían ferozmente a mi propuesta, esa política económica
internacional era el porta estandarte de la política económica exterior de
Venezuela, adelantada por el Ministro de Relaciones Económicas Internacionales
de Venezuela, doctor Manuel Pérez Guerrero.
La decisión del
Directorio fue remitir mi trabajo para su discusión al Dr. Manuel Pérez
Guerrero, principal mentor de la iniciativa de crear organizaciones
internacionales de países en desarrollo productores de materias primas. Esa
misma semana, el Dr. Pérez Guerrero convocó a una reunión en su oficina al Dr.
Figueredo para presentar y discutir el trabajo; el Presidente del ICE se hizo
acompañar de una comisión restringida de los Directores del Instituto, yo fui
gentilmente invitado a acompañarlos. Al
llegar a la reunión mi sorpresa fue mayúscula, el Dr, Pérez Guerrero se había
hecho acompañar de los ilustres funcionarios técnicos que lo apoyaban en el
Ministerio, ahí estaban: Francisco García Palacios (hijo del filosofo García
Bacca), el gordo Soto, Frank Bracho, Imelda Cisneros, y algún otro que no puedo
recordar, todos mis amigos; pero había también la presencia sorpresivamente de
una persona de mi mayor afecto, el Canciller de la República, Simón Alberto
Consalvi.
La discusión
nuevamente fue larga, intensa y contradictoria, mis puntos de vista habían
comenzado a convencerlos de que yo tenía razón.
La decisión producto
de esa intensa discusión fue llevar el trabajo al Consejo de Ministros en
pleno.
La decisión
definitiva del Gobierno Central fue desmantelar las iniciativas internacional
de Venezuela como punto nodal de su política económica internacional de
promover organizaciones internacional de materias primas producidas en los
países en vías de desarrollo, donde Venezuela era el actor principalísimo; la
oficina en Caracas fue cerrada, vendido el mobiliario, anuladas las siglas, y a
mi amigo Ignacito Arcaya lo designaron Embajador de Venezuela en Australia, por
lo demás, principal productor mundial de mineral de hierro en ese entonces.
¿Cuál era el
contenido de ese trabajo que tuvo un impacto de tan largo alcance en las
iniciativas venezolanas en el manejo de su política exterior en materias
relativas a su política económica internacional?
La columna vertebral
del trabajo demostraba que era imposible reproducir organizaciones
internacionales de países productores de materias primas en los países en
desarrollo tipo OPEP, y que esas iniciativas estaban indefectiblemente
condenadas a fracasar porque las condiciones que se dieron para el éxito de la
OPEP como organización eran irrepetibles.
¿Cuáles eran esas
condiciones?
Para el año de 1976,
fecha del trabajo, los países
productores de petróleo agrupados en la OPEP producían el 70% de la producción
mundial, el otro 30% era producido por países no-OPEP, de tal manera que esa
era una condición necesaria pero no suficiente. Hacían falta otras condiciones.
¿Cuáles eran esas
otras condiciones necesarias?
El petróleo
constituía un producto esencial e insustituible (hoy todavía sigue siéndolo)
para la operación de todo el aparato industrial de las economías desarrolladas,
y en general de todas las economías del mundo; las fuentes alternativas de
energía estaban sumamente retrasadas (y hoy lo siguen estando) y no
garantizaban una sustitución en un plazo inmediato (estamos hablando del año de
1976); el petróleo por ser una mercancía semi-líquida era muy fácil de
transportar y relativamente segura su manipulación; era una mercancía no
perecedera, fácilmente stockeable ; el nivel de reservas probadas de los países
miembros de la OPEP, en ese entonces, eran lo suficientemente altas para
garantizar fuentes de suministro confiables en el muy largo plazo; los países
productores miembros de la OPEP tenían una dependencia total y absoluta de los
ingresos en divisas por la exportación del crudo, y hoy la siguen teniendo, (no
habían aparecido productores no-OPEP alternativos como Angola, Egipto, Siria,
Inglaterra, Noruega, ni los Estados Unidos se habían convertido en el primer
productor mundial del petróleo); los países miembros de la OPEP tenían
intereses comunes sumamente convergentes y sólidos; el manejo de la oferta
petrolera, vale decir, el aumento o disminución de la cantidad producida, no
solamente estaba en manos directas de los países productores miembros de OPEP,
sino que era sumamente fácil su control, y de ejecución inmediata con sólo una
orden administrativa, bastaba con abrir o cerrar una llave; el nivel de precios
del crudo respondía de manera inmediata al nivel de la producción; era
relativamente sencillo y rápido alcanzar acuerdos y de muy fácil
instrumentación; la oferta estaba sumamente concentrada en muy pocas
manos; no había ninguna razón evidente
de que el crecimiento de la economía mundial detuviese o estancase su
desarrollo, con lo cual la demanda de crudos crecería ininterrumpidamente,
salvo por problemas de oferta atinentes a conflictos en el medio oriente; los
países miembros de la OPEP tenían así un control total y absoluto del mercado,
de la producción mayoritaria mundial y de los precios, el futuro de la OPEP
como organización, visto en 1976, parecía indestructible.
¿Cuál es la situación
hoy 40 años después de mi trabajo?
Sólo unas pocas condiciones se mantienen: la
estructura mundial de la producción de los países productores ha cambiado
radicalmente. Para el año 2016 la producción mundial alcanza unos 96 millones
de barriles diarios, de los cuales, los países no-OPEP producen el 70% de la
producción mundial, los países miembros de la OPEP sólo producen menos del 30%.
La situación no puede
ser más embarazosa, estamos ante la presencia de una recesión económica mundial
generalizada, cuya recuperación parece prolongarse indefinidamente en el
tiempo, hay un severo problema cuyos fundamentos son mas filosóficos-económicos
que prácticos en el pensamiento económico o en la teoría de la economía
política que están determinando la incapacidad de la teoría conocida para
resolver el problema de la “sociedad del bienestar”.
Ese tema lo
abordaremos en un próximo ensayo, la columna vertebral de mi tesis para optar
al Doctorado en Filosofía de la Universidad Simón Bolívar, “Capitalismo Mañana:
La Incompletitud de la Teoría del Valor”.
La única posibilidad
de que los precios del petróleo se recuperen es que la economía mundial salga
del estancamiento en que se encuentra hoy en un plazo inmediato, y que la
recesión económica mundial se disipe, esa posibilidad en mi opinión, está
descartada en el muy corto plazo.
Por todas las razones
expuestas los precios del crudo seguirán bajando.
En la actualidad la
sobre oferta mundial de crudo, que deprime los precios, ronda los 3 millones de
barriles diarios; los países miembros de la OPEP no pueden por si solos
restablecer los niveles de oferta y demanda mundial, cualquier reducción de la
producción de los países miembros de la OPEP seria asumida de manera inmediata
por los países no-OPEP; la situación se agrava porque Irán, con potencial de
ser el cuarto productor mundial de crudos, entra al mercado nuevamente,
presionando aún más el problema.
La única solución
posible es un acuerdo entre los países productores no-OPEP y los países
miembros de la OPEP, para ello habría que hacer converger la voluntades de los
principales países productores no-OPEP (Rusia, México, Angola, Noruega,
Inglaterra, Canadá y fundamentalmente, los Estados Unidos, quien se ha
convertido en el primer productor mundial de crudos, entre crudos simples,
condensados y gas, alcanzando unos 15 millones de barriles diarios).
La sola convergencia
de voluntades de Rusia y México no es suficiente, hay otros países productores
que han entrado al mercado como exportadores netos (Colombia, Brasil,
Argentina, Angola, Egipto, Siria).
Las condiciones
necesarias y suficientes que en 1976 yo establecí como la fuente y fundamento
de la fuerza de la OPEP han sido rotas casi totalmente.
Esa prédica de que al
actual nivel de precios la mayoría de los países productores de petróleo
miembros de OPEP y no-OPEP no pueden producir petróleo es falsa. Los Estados
Unidos tienen el suficiente musculo financiero para, de la misma manera que
pagan subsidios directos a los agricultores para que no siembren, pueden pagar
subsidios directos a los productores de petróleo para que produzcan a
cualquier precio. El precio a pagar por
detener la producción de “cracking”, la investigación, el desempleo en el sector,
la quiebra de empresas; pero sobre todo, la inestabilidad que significa volver
a convertirse en un país importador neto dependiente de crudos, y la
volatilidad que implica depender de importaciones inestables y fluctuantes,
sujetas a los conflictos ya conocidos, es infinitamente superior al pago de
cualquier subsidio para seguir produciendo a cualquier precio, manteniendo una
autonomía de suministros seguros.
Querámoslo o no, los
Estados Unidos se han convertido en un actor principalísimo del mercado
petrolero, no solamente por su demanda sino también por su oferta y su
capacidad de ser potencialmente exportador de crudos, es el país que tiene la
llave para manejar, dadas las actuales condiciones, el mercado mundial de
crudos.
¡Quién lo hubiera
imaginado!
La situación es
sumamente compleja, esa reunión de emergencia convocada para mediados del mes
de febrero de los países miembros de la OPEP, me temo que terminará en un
fracaso rotundo, no están dadas las condiciones para que los países productores
de la OPEP y sólo algunos países productores no-OPEP puedan ejercer un control
del mercado, de la producción y de los precios del crudo, siendo Venezuela uno
de los principales países partidarios de esa reunión, cargará con el peso de su
fracaso.
La situación
económica mundial genera un panorama oscuro y preocupante para todos.
Por ahora, la OPEP no
es ni la sombra de la organización que yo analicé detenidamente en 1976, y me
temo que el control total del mercado, de los precios y de la producción
mundial de hidrocarburos la ha perdido irremediablemente para siempre.
Polo Casanova
clubcotoperix@hotmail.com
Aragua- Venezuela
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