miércoles, 10 de febrero de 2016

POLO CASANOVA, ¿EL FIN DE LA OPEP?

Corría el año de 1976, era yo funcionario del Instituto de Comercio Exterior, hace 40 años, enviado a Ginebra, Suiza, a participar en los cursos  sobre política comercial, organizados por el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio, organismo parte de Naciones Unidas, antecesor de la hoy Organización Mundial del Comercio, OMC); al final del curso teníamos que presentar un trabajo formal sobre nuestra participación en él, éramos 25 funcionarios que trabajábamos en el organismo rector del comercio exterior de países de todas partes del mundo; a mi regreso a Caracas yo le hice llegar mi trabajo final a  mi amigo Fernando Gerbasi, en ese entonces, Director de Organismos Internacionales del ICE, ese mismo día, recibí una llamada de Fernando Gerbasi, que le hiciese llegar el trabajo urgentemente y formalmente, con un memorándum, a mi amigo Reinaldo Figueredo, Presidente, en ese entonces, del Instituto de Comercio Exterior.

¿De qué versaba ese trabajo?
El contenido del trabajo era sencillo, pero abrumadoramente importante, el esfuerzo que hacían los países en desarrollo, en ese entonces, para promover organizaciones internacionales tipo OPEP para controlar el mercado internacional, la producción, y los precios de las materias primas estaba conducido irremediablemente al fracaso; la OPEP había tenido éxito porque se reunieron a su alrededor una serie de circunstancias sumamente especiales que hicieron que la OPEP tuviese éxito en sus objetivos de controlar el mercado, la producción, y los precios petroleros del mercado mundial del petróleo.

En esa época, Venezuela promovía la fundación, organización y establecimiento de un ente internacional que agrupase a los países en desarrollo productores de lo que en ingles se llama “Iron Ore”, o sea, el commodity conocido como mineral de hierro puro, aquel proveniente directamente de las minas, materia prima indispensable para las acerías de todos los países del mundo; la iniciativa estaba enormemente adelantada, tenía siglas, su sede estaba en Caracas, tenía oficinas, mobiliario, y hasta un Secretario General designado, mi amigo, Ignacito Arcaya.

El presidente Figueredo convocó a una reunión urgente del Directorio del ICE el lunes siguiente, el único punto de agenda era mi trabajo, yo desconocía totalmente la convocatoria, ese día, fui llamado por el Secretario del Directorio, a primera hora del lunes, hora en la que solía estar religiosamente en mi escritorio en la Dirección de Política Bilateral de ICE, para que subiese al Directorio.

Ese día, todos los Directores del ICE tenían una copia de mi trabajo delante de ellos en el mesón rectangular del Directorio, en el centro del mesón una bandeja de frutas frescas para los Directores, el mesonero del ICE, diligentemente entraba y salía con las bandejas de cachitos, café y leche calientes, yo tuve que regresar a mi escritorio a buscar una copia de mi trabajo, porque yo desconocía las razones por las cuales había sido llamado al Directorio.

La discusión fue larga, intensa y prolongada, la mayoría, si no todos, de los miembros del Directorio se oponían ferozmente a mi propuesta, esa política económica internacional era el porta estandarte de la política económica exterior de Venezuela, adelantada por el Ministro de Relaciones Económicas Internacionales de Venezuela, doctor Manuel Pérez Guerrero.

La decisión del Directorio fue remitir mi trabajo para su discusión al Dr. Manuel Pérez Guerrero, principal mentor de la iniciativa de crear organizaciones internacionales de países en desarrollo productores de materias primas. Esa misma semana, el Dr. Pérez Guerrero convocó a una reunión en su oficina al Dr. Figueredo para presentar y discutir el trabajo; el Presidente del ICE se hizo acompañar de una comisión restringida de los Directores del Instituto, yo fui gentilmente invitado  a acompañarlos. Al llegar a la reunión mi sorpresa fue mayúscula, el Dr, Pérez Guerrero se había hecho acompañar de los ilustres funcionarios técnicos que lo apoyaban en el Ministerio, ahí estaban: Francisco García Palacios (hijo del filosofo García Bacca), el gordo Soto, Frank Bracho, Imelda Cisneros, y algún otro que no puedo recordar, todos mis amigos; pero había también la presencia sorpresivamente de una persona de mi mayor afecto, el Canciller de la República, Simón Alberto Consalvi.

La discusión nuevamente fue larga, intensa y contradictoria, mis puntos de vista habían comenzado a convencerlos de que yo tenía razón.

La decisión producto de esa intensa discusión fue llevar el trabajo al Consejo de Ministros en pleno.

La decisión definitiva del Gobierno Central fue desmantelar las iniciativas internacional de Venezuela como punto nodal de su política económica internacional de promover organizaciones internacional de materias primas producidas en los países en vías de desarrollo, donde Venezuela era el actor principalísimo; la oficina en Caracas fue cerrada, vendido el mobiliario, anuladas las siglas, y a mi amigo Ignacito Arcaya lo designaron Embajador de Venezuela en Australia, por lo demás, principal productor mundial de mineral de hierro en ese entonces.

¿Cuál era el contenido de ese trabajo que tuvo un impacto de tan largo alcance en las iniciativas venezolanas en el manejo de su política exterior en materias relativas a su política económica internacional?

La columna vertebral del trabajo demostraba que era imposible reproducir organizaciones internacionales de países productores de materias primas en los países en desarrollo tipo OPEP, y que esas iniciativas estaban indefectiblemente condenadas a fracasar porque las condiciones que se dieron para el éxito de la OPEP como organización eran irrepetibles.

¿Cuáles eran esas condiciones?

Para el año de 1976, fecha  del trabajo, los países productores de petróleo agrupados en la OPEP producían el 70% de la producción mundial, el otro 30% era producido por países no-OPEP, de tal manera que esa era una condición necesaria pero no suficiente. Hacían falta otras condiciones.

¿Cuáles eran esas otras condiciones necesarias?

El petróleo constituía un producto esencial e insustituible (hoy todavía sigue siéndolo) para la operación de todo el aparato industrial de las economías desarrolladas, y en general de todas las economías del mundo; las fuentes alternativas de energía estaban sumamente retrasadas (y hoy lo siguen estando) y no garantizaban una sustitución en un plazo inmediato (estamos hablando del año de 1976); el petróleo por ser una mercancía semi-líquida era muy fácil de transportar y relativamente segura su manipulación; era una mercancía no perecedera, fácilmente stockeable ; el nivel de reservas probadas de los países miembros de la OPEP, en ese entonces, eran lo suficientemente altas para garantizar fuentes de suministro confiables en el muy largo plazo; los países productores miembros de la OPEP tenían una dependencia total y absoluta de los ingresos en divisas por la exportación del crudo, y hoy la siguen teniendo, (no habían aparecido productores no-OPEP alternativos como Angola, Egipto, Siria, Inglaterra, Noruega, ni los Estados Unidos se habían convertido en el primer productor mundial del petróleo); los países miembros de la OPEP tenían intereses comunes sumamente convergentes y sólidos; el manejo de la oferta petrolera, vale decir, el aumento o disminución de la cantidad producida, no solamente estaba en manos directas de los países productores miembros de OPEP, sino que era sumamente fácil su control, y de ejecución inmediata con sólo una orden administrativa, bastaba con abrir o cerrar una llave; el nivel de precios del crudo respondía de manera inmediata al nivel de la producción; era relativamente sencillo y rápido alcanzar acuerdos y de muy fácil instrumentación; la oferta estaba sumamente concentrada en muy pocas manos;  no había ninguna razón evidente de que el crecimiento de la economía mundial detuviese o estancase su desarrollo, con lo cual la demanda de crudos crecería ininterrumpidamente, salvo por problemas de oferta atinentes a conflictos en el medio oriente; los países miembros de la OPEP tenían así un control total y absoluto del mercado, de la producción mayoritaria mundial y de los precios, el futuro de la OPEP como organización, visto en 1976, parecía indestructible.

¿Cuál es la situación hoy 40 años después de mi trabajo?

 Sólo unas pocas condiciones se mantienen: la estructura mundial de la producción de los países productores ha cambiado radicalmente. Para el año 2016 la producción mundial alcanza unos 96 millones de barriles diarios, de los cuales, los países no-OPEP producen el 70% de la producción mundial, los países miembros de la OPEP sólo producen menos del 30%.

La situación no puede ser más embarazosa, estamos ante la presencia de una recesión económica mundial generalizada, cuya recuperación parece prolongarse indefinidamente en el tiempo, hay un severo problema cuyos fundamentos son mas filosóficos-económicos que prácticos en el pensamiento económico o en la teoría de la economía política que están determinando la incapacidad de la teoría conocida para resolver el problema de la “sociedad del bienestar”.

Ese tema lo abordaremos en un próximo ensayo, la columna vertebral de mi tesis para optar al Doctorado en Filosofía de la Universidad Simón Bolívar, “Capitalismo Mañana: La Incompletitud de la Teoría del Valor”.

La única posibilidad de que los precios del petróleo se recuperen es que la economía mundial salga del estancamiento en que se encuentra hoy en un plazo inmediato, y que la recesión económica mundial se disipe, esa posibilidad en mi opinión, está descartada en el muy corto plazo.

Por todas las razones expuestas los precios del crudo seguirán bajando.

En la actualidad la sobre oferta mundial de crudo, que deprime los precios, ronda los 3 millones de barriles diarios; los países miembros de la OPEP no pueden por si solos restablecer los niveles de oferta y demanda mundial, cualquier reducción de la producción de los países miembros de la OPEP seria asumida de manera inmediata por los países no-OPEP; la situación se agrava porque Irán, con potencial de ser el cuarto productor mundial de crudos, entra al mercado nuevamente, presionando aún más el problema.

La única solución posible es un acuerdo entre los países productores no-OPEP y los países miembros de la OPEP, para ello habría que hacer converger la voluntades de los principales países productores no-OPEP (Rusia, México, Angola, Noruega, Inglaterra, Canadá y fundamentalmente, los Estados Unidos, quien se ha convertido en el primer productor mundial de crudos, entre crudos simples, condensados y gas, alcanzando unos 15 millones de barriles diarios).

La sola convergencia de voluntades de Rusia y México no es suficiente, hay otros países productores que han entrado al mercado como exportadores netos (Colombia, Brasil, Argentina, Angola, Egipto, Siria).

Las condiciones necesarias y suficientes que en 1976 yo establecí como la fuente y fundamento de la fuerza de la OPEP han sido rotas casi totalmente.

Esa prédica de que al actual nivel de precios la mayoría de los países productores de petróleo miembros de OPEP y no-OPEP no pueden producir petróleo es falsa. Los Estados Unidos tienen el suficiente musculo financiero para, de la misma manera que pagan subsidios directos a los agricultores para que no siembren, pueden pagar subsidios directos a los productores de petróleo para que produzcan a cualquier  precio. El precio a pagar por detener la producción de “cracking”, la investigación, el desempleo en el sector, la quiebra de empresas; pero sobre todo, la inestabilidad que significa volver a convertirse en un país importador neto dependiente de crudos, y la volatilidad que implica depender de importaciones inestables y fluctuantes, sujetas a los conflictos ya conocidos, es infinitamente superior al pago de cualquier subsidio para seguir produciendo a cualquier precio, manteniendo una autonomía de suministros seguros.

Querámoslo o no, los Estados Unidos se han convertido en un actor principalísimo del mercado petrolero, no solamente por su demanda sino también por su oferta y su capacidad de ser potencialmente exportador de crudos, es el país que tiene la llave para manejar, dadas las actuales condiciones, el mercado mundial de crudos.

¡Quién lo hubiera imaginado!

La situación es sumamente compleja, esa reunión de emergencia convocada para mediados del mes de febrero de los países miembros de la OPEP, me temo que terminará en un fracaso rotundo, no están dadas las condiciones para que los países productores de la OPEP y sólo algunos países productores no-OPEP puedan ejercer un control del mercado, de la producción y de los precios del crudo, siendo Venezuela uno de los principales países partidarios de esa reunión, cargará con el peso de su fracaso.

La situación económica mundial genera un panorama oscuro y preocupante para todos.

Por ahora, la OPEP no es ni la sombra de la organización que yo analicé detenidamente en 1976, y me temo que el control total del mercado, de los precios y de la producción mundial de hidrocarburos la ha perdido irremediablemente para siempre.

Polo Casanova
clubcotoperix@hotmail.com

Aragua- Venezuela

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