Algunos gobernantes, particularmente los que han accedido
al poder por las malas artes del golpe de Estado o por la suerte de haber sido
señalados con el dedo índice de un chafarote moribundo, se aferran al poder. Es
el caso venezolano y ocurre igual en otros países sometidos por el
totalitarismo.
En la Venezuela
del Siglo IXI, las protestas de bajo tenor en centros poblados del interior y
la ininterrumpida conspiración de la Sociedad Patriótica en las capitales
provinciales agraviados directos por el despotismo económico, materializado en
el control y los altos impuestos a la exportación del cacao y otros productos
apetecidos en Europa que estimuló el contrabando de extracción, pródigo en
justos beneficios para los “grandes y medianos cacaos”, actividad reprimida con
extrema rudeza y sin miramiento alguno por los sicarios de la corona.
Con el agravio económico que no se detenía en la clase
dominante y permeaba hacia los blancos de orilla, los pardos y los negros
libertos, corría pareja la crisis política. Los efectos del epistolario del
Precursor Francisco de Miranda y sus intentos de invasión en 1806, así como el
alzamiento de Juan Francisco de León en 1748 y las conjuras de Gual y España en
1897 y 1899, fueron hechos que estaban como aprisionados en una inmensa caldera
que explotó el 19 Abril de 1810.
La semana conmemorativa de la pasión y muerte de
Jesucristo, por esos giros inexplicables de la historia, se trastocó en semana
de la gloria. Enterados de las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII en
Bayona a Favor de Napoleón, los Patriotas (con mayúscula) emergieron de la
clandestinidad. Con la audacia reclamada por el momento, abordaron al Capitán
General Vicente Emparan y lo conminaron a regresar al Cabildo (el Concejo
Metropolitano de hoy). Como sabían lo que se jugaban, la Plaza Mayor estaba
repleta de pueblo. Hacendados, comerciantes, la élite social, los blancos de
orilla, pardos y negros libertos previamente convocados por la Junta Patriótica
para que respaldaran la primera destitución cívica de gobernante alguno en el
terráqueo mundo.
¡Capitán Emparan, vuelva a Cabildo! Fue la imperativa
orden impartida por uno de esos grandes patricios. No hubo intromisión de los
militares de la Guardia de Honor formada callejón. Eran asuntos a dirimir entre
civiles. En el pleno del Cabildo le habían solicitado la renuncia pero el
Capitán General, aferrado al poder y a sus mieles, se negó.
Los caraqueños se impacientaron y las voces de ¡fuera! comenzaron a transformarse en rugido
de multitud. Al no renunciar en su momento, cuando en el Ayuntamiento fue
conminado para que lo hiciera, en arranque populista decidió apelar a la
voluntad ciudadana, a pesar del rechazo manifiesto de ésta cuando regresaba al
Cabildo. Se plantó en el balcón del Palacio de Gobierno y el pueblo de dijo:
¡Fuera! No lo queremos. Y así, por no renunciar cuando debió hacerlo, ahogado
en profunda depresión, apenas superada gracias a un generoso trago de “Cardenal
Mendoza”, no le quedó más que decir: ¡YO TAMPOCO QUIERO MANDO!
Así que tome nota señor Maduro. En este país los
autócratas siempre han salido por la puerta de las caballerizas, al exilio al
cementerio. Si usted en la escuela primaria oyó hablar del 19 de Abril y su
importancia histórica, más le vale que organice su petate. El 06-12-15 el
pueblo venezolano le dijo: ¡Váyase! Y usted, ni siquiera en arranque de
dignidad herida como lo hiera Vicente Emparan ha dicho: YO TAMPOCO QUIERO MANDO.
Señor Maduro mejor es que coja camino para que no se le
haga tarde y, como para que le sea menos vergonzoso, ante el mamotreto donde su
gobierno dice que reposan los despojos mortales de quien lo apuntó con su dedo
índice para que usted fuera lo que es, o en su despacho, da igual, con la sola
presencia del pajarito aquel y con la ordinarez de su verbo, escriba una nota
que diga: “Venezolanos: les dejo su vaina. Al país lo volvimos boñiga, por
voluntad de mi padre Chávez, quien inició tan revolucionaria tarea. Se los dejo
para que terminen de joderse. Yo me marcho al carajo”. En fin, escríbalo como mejor le guste. Pero no dañe más a
Venezuela ¡VÁYASE!
German Gil Rico
gergilrico@yahoo.com
@gergilrico
Miranda - Venezuela
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