“Un hombre sabio nunca dejaría el destino a merced de la suerte, tampoco trataría de encausarlo a través del poder de la mayoría. Hay muy poca virtud en las acciones de las masas.”, Henry David Thoreau
Bastardocracia. Hijo
ilegítimo de la república.
Aquel mes de Julio
del año 2000, los mexicanos histéricos celebrábamos el triunfo de Vicente Fox
en la contienda presidencial. Pero especialmente el festejo era para darle la
bienvenida a aquel supremo anhelo que tanto tiempo habíamos esperado; la
democracia. Aquel ansiado elemento ausente de México durante sus casi 200 años
de vida independiente. El ideal definido en el romántico grito revolucionario;
"Sufragio Efectivo, No Reelección". Los mexicanos invadían las calles
embriagados de ese euforia nunca antes experimentada; la euforia democrática.
México se había
contagiado de algo que ya invadía a muchos países del mundo y al cual los
miopes, totalmente confundidos, definían tal fenómeno como democracia, no como lo
que realmente era, el triunfo de la libertad ante la opresión mundial. Un
movimiento que invadía y transformaba naciones que difícilmente hubiéramos
imaginado; Rusia y todos sus países satélites de Europa Oriental.
Haciendo un recorrido
de los eventos políticos sucedidos en México los últimos 16 años, ya
democratizados, llegan a mi mente las palabras de Jefferson: "La
democracia es solamente el mandato de la plebe donde el 51% de la gente puede
abolir los derechos del otro 49%. La democracia no puede existir cuando se
expropia a los que trabajan para darle a los que no lo hacen". O las de
Churchill: "El mejor argumento contra la democracia, es una conversación
de cinco minutos con un votante promedio."
Los padres fundadores
de los EEUU, inventores del nuevo concepto republicano, no creían en la
democracia y habían establecido lo que bautizaron como Republica
Constitucional. En ninguno de los documentos que le dieran vida a ese nuevo
país, declaración de independencia, la constitución, la declaración de los
derechos, se mencionaba la palabra democracia, pero después de 200 años el
concepto se ha manoseado tanto que alguien bautizara el nuevo retoño como
Bastardocracia. La violación permanente del concepto republicano de parte de
los políticos, ha dado como fruto ese mostrenco; La bastardocracia.
En México lo que se
ha logrado con la "democracia", fue cambiar a la gente que habían
controlado el país durante más de 70 años. Sin embargo, las estructuras, las
instituciones, la cultura, las creencia, los valores siguen siendo los mismos y
el país continúa navegando en el mar de la mediocridad. Antes se robaba mucho a
nivel federal y poquito a nivel estatal. Ahora se roba parejo y a todos los
niveles
En nuestro largo
cautiverio nos encontramos ahora con una nueva libertad que no conocemos, ni
tampoco las veredas de la jornada que nos espera. Gritamos con furia se nos
diera oportunidad de participar en los destinos del país, y nos hemos atascado
en el lodo de la demagogia pensando que, para provocar el verdadero cambio,
nuestra única responsabilidad es votar, renegar y esperar. No hemos podido
distinguir la República de la democracia que tanto exigimos.
La República es un
gobierno representativo regido por la ley. Democracia es el gobierno colectivo
de las masas y es regido por eso; las masas. La República reconoce los derechos
individuales e inalienables, mientras que la democracia sólo le preocupa las
necesidades de las masas formando la burocracia profesional y la economía de la
política.
En la República legislar
es un cuidadoso proceso que requiere aprobación de las tres ramas del gobierno,
la Suprema Corte y jurados individuales. En la democracia es un proceso de
aprobación de parte de esa mayoría a través de encuestas, referéndum y
manifestaciones. Una democracia fue la que condenó a Jesucristo a la cruz. La
democracia se autodestruye cuando las improductivas mayorías se dan cuenta de
que tienen el poder para votar y recibir sus golosinas de parte de la minoría
productiva, eligiendo candidatos que les prometan eso; el circulo vicioso de
impuestos—gastos, para el reparto de los dulces.
James Madison
advertía en el congreso continental: “Las democracias siempre han sido
espectáculos de turbulencia, han sido incompatibles con la seguridad personal,
los derechos individuales y los derechos de propiedad; en general han tendido
cortas vidas y han muerto violentamente.”
La República es el
gobierno que obtiene sus poderes directa o indirectamente de la gran masa de la
sociedad civil, es administrado por personas en funciones por un periodo de
tiempo limitado, y es calificado por su eficiencia. Es esencial que ese
gobierno sea emanado de una buena parte de la sociedad civil y no de una
pequeña clase favorecida porque, de otra forma, un puñado nobles ejerciendo su
opresión, vía delegación de poderes, puedan aspirar a la clasificación de
república y exigir para ese gobierno el honorable título: República.
La democracia le
sirvió a un Allende en Chile, un Chávez a Venezuela, un Krichner a la Argentina
y la Bachelet a Chile que ahora destruye. La bastardocracia le sirvió a EEUU un
Obama y tal vez ahora le sirva un Trump. La democracia nos ha servido un Congreso de 500 demagogos que mantienen el
país secuestrado, el nudo gordiano que
representa esa mafia conocida como DF, y es muy posible que nos sirva al
Pejalagarto como Presidente.
Imaginemos un mundo
con un gobierno democrático universal ¿Cuál sería el resultado de una elección?
Lo más probable es que un chino o hindú fuera el presidente en funciones y
luego, a petición de las masas y para mantener su voto, se decretaría que el
mundo occidental tiene demasiada riqueza y es necesario el llevar a cabo una
redistribución, organizando un ejido mundial combinado con un Welfare global,
destruyendo toda esa riqueza.
Pero a medida que la
tecnología avanza se precipita la desaparición de los políticos profesionales.
Una nueva alternativa de gobierno estará surgiendo; el gobierno empresarial, el
de la meritocracia cuando el mercado poco a poco desplaza el estado. Surge ya
un poder judicial privado a nivel mundial con extraordinarios resultados.
Surgen, inclusive, las ciudades libres y privadas.
Estará naciendo una
nueva soberanía comercial que finalmente, como lo afirma Hans Herman Hoppe,
desembocará en el separatismo de estados y países para formar entes autónomos y
soberanos. Entonces, ¿en México queremos democracia o un sistema republicano?
¿La dictadura de las masas, o la dictadura de la ley y resultados? ¿El
centralismo de siempre, o estados autónomos? El gran abogado italiano Bruno
Leoni pregunta: ¿Podremos llevar a cabo comparaciones exitosas entre el mercado
y formas no legislativas de ley? Porque si no lo hacemos, la tiranía de las
masas nos llevará al verdadero Apocalipsis.
Ricardo Valenzuela
chero@reflexioneslibertarias.com
@elchero
Mexico
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