El gobierno cubano
trata de contener hoy "el daño sicológico" en el pueblo y en las
filas del mismo partido, producido por el viaje de Obama a la Isla.
Demasiado tarde el
régimen se ha dado cuenta del trastorno que hizo esa visita a las estructuras
mismas de los dogmas de la revolución y para tratar de reparar ese deterioro
está proyectando a rajatabla un nacionalismo pueril, centrado en las figuras de
Fidel y Raúl Castro.
La orden en la prensa
oficialista es llenar los espacios con artículos y programas enfocados a
describir, en la forma más negativa posible, a Estados Unidos y al presidente
Barack Obama.
Dos articulos dan la
tónica de ese giro negativo:
El diario Granma publica "Esperábamos un
discurso más serio"
Su autor Omar
González expresa:
"Esperaba que el
Presidente de los Estados Unidos, en una visita histórica en 90 años, y la
primera durante la Revolución, emitiera un juicio de valor o una disculpa, por
mesurada que fuera, por tanta afrenta de los gobiernos que lo antecedieron. En
cambio, lo que escuché fue un sermón bastante trivial donde se banalizaban la
política y el capitalismo, al punto de que definió el sistema que impera en
EE.UU. como de libre mercado, con lo que eludió llamar las cosas por su nombre.
La intensidad de los
aplausos devino un símbolo inequívoco de la identificación de la sociedad
civil cubana con lo que representa Raúl."
Otro artículo,
titulado ¿Obama “el bueno”?, ridiculiza al presidente estadounidense y ensalza
y canta loas a Raúl Castro:
"No hay dudas:
Obama es la cara gentil y seductora del mismo peligro. No se disculpó por los
crímenes contra Cuba, no mencionó la base naval de Guantánamo, no habló de la
Ley de Ajuste Cubano, no dijo por qué no hace más contra el bloqueo pudiendo
hacerlo, y muchas otras increíbles omisiones.
La visita de Obama es
una victoria del pueblo cubano y de todos los pueblos de América Latina y del
Caribe por lo que entraña el que los Estados Unidos de Norteamérica se hayan
visto obligados a reconocer que se estrellaron contra nuestra dignidad y ahora
optan por hacer un rodeo amañado.
Hay que estar
alertas. Obama terminó su visita a Cuba, fue —junto con su bella familia hacia
la que los cubanos hemos sentido natural simpatía— recibido, tratado y
despedido cortésmente por un pueblo y unas autoridades que hacen gala de su
hospitalidad, respeto y disposición al diálogo sin imposiciones, pero cuyas
mayorías saben bien el terreno que pisan y en las que bulle el espíritu
soberano, martiano y fidelista, ese que coreó en el estadio latinoamericano:
“Raúl, Raúl, Raúl…”.
Como se percibe, toda
la nueva estrategia se debe a que sigue cundiendo el malestar en las filas de
la nomeklatura y especialmente entre los miembros del partido Comunista de
Cuba, quienes han visto, demasiado tarde, las consecuencias que pueda tener en
la psiquis del cubano la visita de Obama a la isla.
Esta molestia se ha
sintetizado en un inusual auto tirón de orejas, expuesto en la primera página
del Granma en su edición del 28 de marzo.
Lo que ocurre es que
el viaje de Obama ha sido como un huracán -que se sabía que llegaba pero no se
valoró su intensidad- y ha estremecido los cimientos mismos del gobierno.
Ahora la cúpula
gobernante y los miembros del partido comunista de Cuba revisan temerosos,
hasta qué punto se coló el agua, creandose amargos debates donde se culpan unos
a otros los estragos producidos por las palabras y presencia del mandatario
estadounidense... polémicas que
trascienden las murallas que rodean la isla
Angelica Mora
angelicamorabeals@yahoo.com
@copihueblanco
Nueva York - Estado
Unidos
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