Ya sea por ganas
mezquinas que tienen algunos; o por la ceguera de un poco de gente que sigue
embobada, como si estuviésemos en el siglo XIX, creyendo en caudillos y
gamonales; pero, sobre todo, porque al régimen y sus aliados les interesa crear
la desunión entre sus opositores; se ha ido formando en el país una maniobra
distractora que nos va separando de lo que en verdad es importante en el
devenir político venezolano.
Que es
salir tanto de la manga de ineptos y ladrones que detentan el poder nacional como
de los cómplices que estos tienen sembrados en los demás poderes públicos.
El caballo de Troya elegido es el de las
elecciones de gobernadores y diputados regionales que debieran llevarse a cabo
a finales de este año. Y que son una
necesidad urgente a la luz de los infames, inescrupulosos y sectarios
desempeños de los Carneiros, Ameliaches, Aissamises, Vielmas Moras. Arias
Cárdenas y demás de la misma calaña. A
la luz de lo fácil que pareciera derrotar a algunos de ellos —aunque la sombra
de la Tibisay se note desde ya—, pareciera que a ciertos líderes opositores se
les hubiesen abierto las agallas; por lo cual han empezado con luchas
intestinas dentro de la Mesa de la Unidad (y por fuera), en las cuales los
serruches de piso y las “cachúas” son notorias.
A ellos, y a los ingenuos que —igualitos al hijo de la loca Luz
Caraballo— siguen creyendo que UN hombre es la solución, va a tocar acordarles
la vieja admonición: “que lo urgente no te impida hacer primero lo importante”.
Y lo importante es,
como ya asomé antes, cambiar a los personajillos de la picaresca nacional que
se han aferrado al poder —por una sucesión de trácalas— desde hace largos 17
años. El relevo de personas al frente
del Ejecutivo no solo adecentará y hará más eficiente el gobierno de Venezuela,
sino que también implicará, de necesidad, el cambio del modelo económico
actual, que lo que ha hecho es hundir al país y a la nación en la pobreza más
pronunciada. Por eso es que hay que
mirar con ojo zahorí esos intentos de desdibujar lo importante —que, insisto,
es el referendo revocatorio— con las elecciones de gobernadores. Antes, empleé la frase “caballo de Troya”
porque describe el acto de prestidigitación con el cual quieren distraer a la
opinión pública —totalmente contraria al statu quo— y lograr permanecer en la
manguangua. Entonces, no está de más
recordar a Virgilio y la frase que pone en boca de Laoconte en La Eneida:
“Timeo Danaos et dona ferentes” es la frase que, si me perdonan la no muy
literal traducción, afirma que hay que temer a los griegos, inclusive cuando
traen regalos.
Si nos ponemos, como
los ingenuos troyanos, a creer que el armatoste que les amaneció un día en la
puerta de la ciudad era un regalo de despedida, va a llegar el 10 de enero de
2017 y nos vamos a tropezar con el escollo de que —aunque con un revocatorio
logremos salir del ilegítimo— no habrá elecciones, sino que el vicepresidente
se encargará hasta el final del período presidencial. Será la gran frustración, porque seguirían
los mismos ladrones en lo que creen que es su única función: terminar de
desvalijar a Venezuela y convertirnos a todos en pobres de solemnidad.
Hay algunos que
vieron (y ven) a Aristóbulo —parafraseo el nombre de una comedia de hace muchos
años en Broadway— como The Great Black Hope.
Nada de eso, es otro caimán del mismo charco. Con más mano zurda, con más kilometraje
político (para emplear el símil ramosallupiano), con más conocidos en la acera
de enfrente, pero no por eso menos empecinado en el mantenimiento de un
socialismo real pero disfrazado con otro nombre. No hay que mirarlo como el de una posible
transición hacia el regreso de la democracia en el país; hay que meterse en la
cabeza que va a asumir el poder alguien igualito al anterior (a lo mejor, menos
inclinado a bajar la cerviz ante Cuba, como lo hace Platanote, pero similar en
lo demás), que va a seguir haciéndose el loco ante los expolios que realizan
los altos mandos de su partido y del estamento armado. Pero, sobre todo, porque es un individuo por
quien nadie votó, y porque es un redomado mentiroso; si no creen, relean su
mensaje reciente ante la Asamblea Nacional, Pintó una Venezuela como si fuese
Jauja, como el País de las Maravillas (pero no aquel en el cual se perdió
Alicia).
Y si encuentran muy
largo y tedioso ese texto (que lo fue), baste con recordar sus declaraciones
acerca de los resultados del Operativo Semana Santa. Aquello de que “El turismo interno se
incrementó en 20 % en esta Semana Santa (…) superó a los 18 millones de
personas” quedó desmentido por la realidad de cuánta permaneció en sus
domicilios, sin plata para salir e inhibidos por la inseguridad. Lo otro, lo de “toda esta movilización generó
60 mil 463 billones de bolívares” sufrió un mentís rotundo por las
lamentaciones de los hoteleros y restauradores de todo el país, quejándose de
la poca afluencia de clientes. Quizás la
única verdad, y eso probablemente a medias, estuvo en su aserto de que “se
registraron 21 saqueos, 22 secuestros y 20 robos a hospitales”
Tendremos que
preguntarnos, como Aleida Josefina, la de Caucagüita: ¿Es esto lo que tú
quieres que continúe?...
Humberto Seijas
Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
Carabobo - Venezuela
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