
El imperio mediático
erigido por el gobierno, con dinero y amenazas, busca sustraernos una parte
sustancial de la dura realidad en que vivimos. No obstante, siempre la verdad
encuentra los caminos para expresarse; el tiempo del secretismo llega a su fin
y serán muchas las sorpresas que continuarán apareciendo y que desenmascararán
a un régimen que quiere aparentar lo que no es pero que, en la práctica,
conculca impunemente el orden constitucional. El país ha comprendido que un
sano escepticismo y contrastar la información que nos ofrece elrégimen son
actitudes sumamente recomendables en la vida cotidiana de estos tiempos. Aquí
hay muy poco lugar para la fantasía y mucho espacio para el dato veraz e
incontrovertible.
Desde hace 16 años, los usurpadores del poder
han tratado de patrocinar y cimentar la mayor falsificación histórica de
nuestra Nación, al tiempo, que han desatado una desmedida campaña de censura e
intimidación destinada a silenciar y engañar a los ciudadanos. La
ideologización de la educación, el acoso a las Universidades, el control del
funcionariado gubernamental, el abusivo uso de los medios de comunicación del
país, la criminalización de la disidencia, la conspiración contra la libertad,
la anulación de la capacidad de crítica y el escarnio a los derechos humanos
son, entre otros, algunos de los hechos que han
caracterizado las sofisticadas técnicas de “lavado de cerebros”
utilizadas por el gobierno para convertir e imponer al chavismo como religión
de Estado; un anteproyecto pensado para la completa dominación de la sociedad
venezolana. Un programa de múltiples tentáculos dedicados a destruir los
valores, principios y creencias del hombre común e infiltrarse y dominar las
instituciones políticas, sociales y económicas. Resulta asombroso comprobar
cómo la institucionalidad del país se ha ido adaptando como un guante a los
puntos de vista contenidos en el discurso gubernamental; una suerte de
psicodrama repleto de símbolos y significantes que sólo tienen sentido para los
líderes del régimen y que engañan y confunden a las masas de sus seguidores.
Pero, detrás de todo esto, en la sombra, y al amparo de la complicidad,
servilismo y cobardía del gobierno, han
proliferado organizaciones mafiosas que
han venido saqueando al país con total impunidad, movidos por la codicia y el
dinero fácil y sembrando, a su alrededor, la devastación económica, el
envilecimiento y la mediocridad de hombres e instituciones. Individuos sin
capacidades ni cualidades, sin inteligencia ni fortaleza de espíritu, han
escalado las más altas posiciones y disfrutado del poder y, en su sordidez
maliciosa, han urdido y erigido la más grande corruptela de nuestra historia
reciente. Situación ésta que debemos combatir y denunciar
constantemente para evitar constituirnos en secuaces pasivos y cándidos de sus
flagrantes latrocinios.
La conflictividad
social sin precedentes que vive el país está marcada por el profundo
resentimiento que alberga una gran parte de la población hacia la aristocracia
gubernamental. Las desigualdades sociales se profundizan y el escandaloso tren
de vida de la “nomenklatura” contrasta con la descarnada miseria en que viven
los que menos tienen.
La conciencia y
tenacidad de las mujeres, la juventud, los intelectuales, la academia, los
obreros, los campesinos y, en general, de la población disidente, han sido los
factores que han impedido la entronización definitiva del ideario chavista y
paulatinamente lo han alejado de la consecución de su principal objetivo
político.
Entre tanto, continúa
la lucha para ganar la guerra que contra Venezuela libran, tanto solapada como abiertamente, las mafias “enchufadas”en
el gobierno y evitar que el país termine
de derrumbarse y lo hacemos con la certidumbre que todos los esfuerzos que se
realizan en tal sentido, conducirán a garantizar una vida digna y enaltecedora
para todos.
Pedro
Luis Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario