Me resisto a perder la esperanza de ver un cambio
radical en la vida venezolana. Hago estas reflexiones movido por un profundo
amor por Venezuela y por un sentimiento de compromiso con mi país y con mis
compatriotas.
Estamos enfrentando una situación terrible. Es lo que
he llamado una pentacrisis: política, económica, social, cultural y moral.
Siento que tengo para con mi país y con mis compatriotas responsabilidades y
compromisos que van más allá de mis limitaciones personales.
El pueblo de Venezuela, primero en el estado Aragua y
después en el Distrito Federal, me hizo representarlo en el Congreso Nacional
en cuatro periodos legislativos consecutivos. Cuando fui candidato a la
Presidencia de la República en 1988 tres millones de venezolanos me dieron su
confianza. Eso representaba mas del 40% del electorado nacional. Siendo
Secretario General Nacional de Copei, logramos, en diciembre de 1992, ganar 12
de las 23 gobernaciones de estado y la mayoría de las principales alcaldías del
país.
A esto se agrega que el 4 de febrero de 1992, cuando
un grupo golpista intentó destruir la constitución nacional y liquidar el orden
democrático, no vacilé en salir a la televisión a defender el derecho que
tenemos los venezolanos a vivir en democracia y a que la alternabilidad se
produzca por la fuerza de los votos y no por la fuerza de de los tanques de
guerra y de los cañones, ni por la arbitrariedad de unos pocos.
Como venezolano tengo el derecho y, por supuesto
también, el deber de expresar mi opinión y de tratar de influir en la
orientación de los asuntos públicos. Y además dirijo un Centro Internacional de
Políticas Públicas porque creo que ellas son fundamentales para la buena
dirección de mi país.
Con toda fuerza he expresado mi convicción de que esta
no es la hora de preocupaciones partidistas ni de ambiciones personales. Es la
hora de reconstruir el sentimiento de unidad nacional destruido después de dos
décadas de siembra de odio y de división. Es la hora de la unidad nacional y de
trabajar todos unidos con el solo propósito de que Venezuela empiece a caminar
por el camino de la paz, la democracia y la reconstrucción para que se pueda
transformar en el país que todos queremos y que puede ser.
Es la hora de construir una alterativa frente al
llamado Socialismo del siglo XXI. Una alternativa que sea capaz de presentar un
programa serio y atractivo que entusiasme y motive a los ciudadanos. Una
estrategia inteligente y consensuada. Una organización eficiente y capaz de
derrotar las maniobras del gobierno y una narrativa que supere las
contradicciones del oficialismo.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
@EFernandezVE
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