miércoles, 17 de junio de 2020

ALFREDO M. CEPERO EL ESTADO DERECHO Y EL ESTADO JOROBADO

Black Lives Matter es un partido político con características hasta ahora desconocidas. Un partido cuya estrategia es la intimidación, cuya arma es el terror y cuya meta es la tiranía.

Como podrán ver mis lectores, el título de este trabajo no se ajusta a las reglas de la gramática o a las normas de la ortografía. He suprimido intencionalmente la preposición "de" que debió aparecer entre las palabras "estado y derecho". Lo he hecho para ilustrar con mayor claridad el rumbo "jorobado" que los fanáticos de la izquierda vitriólica pretenden darle a las instituciones jurídicas y políticas que garantizan la convivencia civilizada en cualquier sociedad humana.

Todo ello contenido en la hermosa herencia que nos legaron los padres fundadores de la nacionalidad americana. Un imperio de la ley que ha sido descrito como un principio meta-jurídico o un ideal ético-político. También conocido como rule of law, que es quizá la piedra angular en que se sustenta la legitimidad de nuestros ordenamientos jurídicos vigentes.

Al mismo tiempo, se entiende por Estado de Derecho la forma de organización política en la que se encuentra sujeta la vida social, que por medio de un marco jurídico ejecuta un conjunto de reglamentos. El objetivo de esos reglamentos es garantizar el principio de legalidad y los derechos fundamentales de todos los ciudadanos. Este estado de derecho no es aceptable para las minorías totalitarias de izquierda que aspiran a imponer su voluntad sobre sus conciudadanos por medio del terror.

Es por eso que fomentan la anarquía de que hemos sido testigos en los últimos días. Una anarquía que se caracteriza por «ausencia de razonamiento», «ausencia de norma», «ausencia de jerarquía», «ausencia de autoridad» o «ausencia de gobierno»,​ y sirve para designar aquellas situaciones donde se da la ausencia de Estado o poder público.

Toda esa estructura está siendo abatida por un ataque simultaneo y coordinado no sólo en los Estados Unidos sino en más de 60 naciones del mundo en todos los continentes menos en la Antártida. La justificación ostensible es la denuncia del racismo de los blancos contra los negros pero el objetivo real es la trasformación radical de las instituciones que garantizan la convivencia de una sociedad civilizada.

El detonador fue el asesinato del negro norteamericano George Floyd por el policía blanco Derek Chauvin, un racista cuya conducta despreciable fue condenada por personas de todas las razas y de todas las ideologías. Pero la condenación no fue suficiente para una izquierda que se apoderó del muerto para promover sus propias metas de destrucción y muerte. La prueba la tenemos en la diatriba venenosa del "asesor emérito" de Barack Obama y mercader del racismo Al Sharpton en el sepelio de Floyd.

Otras expresiones de esta conducta delincuencial las encontramos en la declaración de una "zona libre de policías" en el mismo centro de la ciudad de Seattle, en el Estado de Washington y en la destrucción de monumentos de figuras insignes de la historia americana. ¿Dónde están los gobernadores de esos estados, los alcaldes de esas ciudades y los policías responsables de guardar el orden y hacer respetar la ley? Cuidando sus puestos y disfrutando de sus privilegios. La consecuencia inescapable es que−con su cobardía, su egoísmo  y su inercia−están envalentonando a los forajidos.

Pero el mas ensordecedor de todos los silencios es el de los republicanos que no escatiman en retóricas hipócritas donde se proclaman defensores de valores conservadores. Estos señores mostraron sus falsos colores en el tema de las bases militares bautizadas con los nombres de militares confederados durante la guerra civil americana. A pesar de la oposición del Presidente Trump, varios senadores republicanos del Comité de Servicios Armados del Senado votaron a favor de un proyecto de ley cambiando los nombres de esas bases que fue presentado por la saltimbanqui senadora demócrata Elizabeth Warren.

Ahora bien, pongamos las cosas en su sitio y demos crédito a quienes merecen crédito. Lo principales promotores del "estado jorobado" en los Estados Unidos son los rufianes de Black Lives Matter. Tanto poderío han ganado que hasta multimillonarios republicanos repiten sus destructivos lemas. En un gesto de mezquina sumisión y ostensible ridículo el senador Mitt Romney ha desfilado con ellos frente a la Casa Blanca al tiempo que vociferaba "Black Lives Matter". Este hombre que lo tiene todo−familia, dinero y prestigio−vive amargado por su derrota a manos de Obama y resiente el triunfo de Trump sobre Hillary Clinton.

Regresando a Blak Lives Matter, sería un suicidio político ignorar el peligro que representan estas máquinas de destrucción y odio. El movimiento de Black Lives Matter es en estos momentos más popular que el Presidente de los Estados Unidos. Una encuesta de la empresa conservadora Rasmussen arrojó como resultado que el 62 por ciento de los probables votantes tienen una opinión favorable de Black Lives Matter. La misma empresa le otorga a Donald Trump un 43 por ciento de aprobación, veinte puntos por debajo de os saqueadores e incendiarios.

Dicho sea de paso, Trump no es el único político rezagado en este camino. Black Lives Matter es mucho más popular que Joe Biden. Es más popular que todas las instituciones religiosas de este país. Es más popular que los periodistas, los miembros del Congreso y los empresarios. Es más popular en doble dígito que los dos partidos, demócratas y republicanos. Es tan popular como las fuerzas armadas y mucho más popular que el Papa Francisco.

Sin embargo, esa prensa complaciente que sirve los intereses de la izquierda describe a Black Lives Matter como un grupo de activistas o un movimiento de protesta. Pero eso es una mentira galáctica para encubrir su verdadera peligrosidad. Black Lives Matter no es una colección de manifestantes que portan pancartas anodinas. No es un grupo de cabildeo político como Planned Parenthood o como la Asociación Nacional del Rifle. No es un grupo que ejerce presión sobre el  Congreso para que aprueba nuevas leyes.

Black Lives Matter es mucho más ambicioso. Está trabajando sin descanso para reconstruir a América a su imagen y semejanza con el objeto de dominarla. Black Lives Matter es un partido político con características hasta ahora desconocidas. Un partido cuya estrategia es la intimidación, cuya arma es el terror y cuya meta es la tiranía.

Alfredo M. Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
La Nueva Nación  
Director de www.lanuevanacion.com
Estados Unidos

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