Escucho a políticos quejándose. Políticos acusándose unos a otros. Políticos-víctimas. Políticos reporteros de la tragedia. Lo que no escucho, o escucho muy poco, es a políticos entregados a su función de ser políticos. A esa capacidad de sobreponerse a los obstáculos para mantener viva en la ciudadanía la esperanza de conquistar el cambio que necesitamos usando nuestra propia fuerza.
Maduro mueve sus hilos desde Miraflores para terminar de hacer pedazos a una oposición que parece haber decidido que aún siendo mayoría no puede hacer nada frente al que ya no tiene apoyo popular y que seguirá haciendo todo por alejarnos de las urnas que pondrían en evidencia su minoría.
Una oposición que repite frases tan impensadas en alguien que se dedique al quehacer político como “solos no podemos» mientras mantiene fija la mirada en el norte en espera de que el voluble personaje que la gobierna le dedique una mirada piadosa.
Una ciudadanía que se opone en forma mayoritaria al desgobierno que la oprime, ha sido convencida, por los mismos que estaban destinados a liderar el cambio, de que ser mayoría y ser demócratas no sirve para casi nada frente al autoritario y que debemos esperar, mientras recitamos frases vacías, que una de las insurrecciones fallidas como la que los dejó solos parados en una autopista un 30 de abril pueda por fin tener éxito y conducirnos a algún lugar incierto de esos en los que siempre terminan los alzamientos y los atajos insurreccionales.
La dirigencia que debió conducir a los ciudadanos que nos sobrepusimos a la desesperanza y volvimos a llenar las calles en enero, dilapidando un inmenso capital político cuando optó por los fusiles y los mercenarios, pretende ahora entregarle sin luchar al que no tiene apoyo popular la Asamblea Nacional en unas elecciones que deberíamos ganar.
Quieren que los ciudadanos creamos que fracasamos antes de intentarlo. Que sus errores son los nuestros. Que el fantasma de la autopista y el de Macuto nos pertenecen.
Y no es cierto. Si algo nos pertenece es nuestro derecho a usar las armas que como ciudadanos tenemos para enfrentar a Maduro. “Solos no podemos», nos hacen repetir. Y tampoco es cierto. Porque no estamos solos. Somos millones.
Adriana Moran
adrianamoran@gmail.com
@NuevaTec47
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