
EL REPUBLICANO LIBERAL II - DIARIO DE OPINIÓN - NACIONALES – INTERNACIONALES -EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS, TWITTER Y/O PAGINAS WEB QUE SEGUIMOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, - ACOMPAÑAMOS LA GESTIÓN DE LAS FUERZAS OPOSITORAS Y DISIDENTES EN EL PROCESO DE LOGRAR UNA DEMOCRACIA REAL MEDIANTE LA UNIDAD CIUDADANA Y SU ORGANIZACIÓN EN UNA NUEVA MAYORÍA EN LUCHA CON MORAL DE VICTORIA.
domingo, 31 de enero de 2021
ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ LUNES 01/02/2021
SOLEDAD MORILLO BELLOSO, PAÍS DE OPORTUNIDADES, ¿PARA QUIÉNES?
Se dice que nuestro peor problema político está en que
este régimen cuenta con el apoyo de los uniformados. En efecto, el poder
político cuenta con ellos. Pero no son ellos los que garantizan la permanencia.
Es el sistema judicial. Con su hacer y, peor, su no hacer. Venezuela es, por
ejemplo, prácticamente el único país donde Odebrecht no tiene procesos
judiciales en marcha, a pesar que fue aquí donde la empresa cobró millonarias
cifras por obras que no fueron culminadas o, peor, nunca fueron iniciadas. En
muchos países de Latinoamérica Odebrecht operó a placer, pagando jugosas
comisiones para que le fueran adjudicadas licitaciones. Pero en la mayoría de
esos países esas obras fueron ejecutadas. En Venezuela no. Aquí se quedaron en
papel o, con suerte, están a medias, como monumentos de la vagabundería.
Las operaciones fraudulentas en empresas del estado
están ahí, expuestas. La masacre es indisimulable. Pero los procesos abiertos
son escasos. Mucho más fácil es que un ladrón de un perro caliente esté en
cana. Y si hablamos de narcotráfico, trata de personas, estafas. Apenas unos
cuantos casos a los que se les hace mucha publicidad oficial.
Los países desarrollados lo son no solo porque tengan
valiosos recursos naturales o produzcan bienes y servicios. En ellos priva el
estado de derecho. Hay un estamento legal desarrollada legítimamente y las
autoridades respetan las leyes y las hacen respetar. Hay castigo para el
crimen. Mientras el sistema judicial venezolano no cumpla su función, Venezuela
seguirá siendo territorio en control de malandros, país de oportunidades para
malhechores y malvivientes. Y los ciudadanos decentes, que somos por mucho más
mayoría, seguiremos siendo las víctimas.
soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob
Venezuela
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ, DAS ANTIKAPITALISMUS
“Ya no existe el viejo París/ la forma de una ciudad cambia más que el corazón humano”. Baudelaire
La revolución neolítica se lleva los diez mil años que
el hombre pasó de golpear con la piedra a inventar instrumentos de piedra, y la
revolución industrial pobló el mundo de máquinas y puentes en ciento veinte
años (1730 y 1850). Ambas cambiaron el destino de la humanidad. Europa sale del
estancamiento pos medieval y en un siglo su fisonomía se hizo irreconocible.
Después de siglos de transición, hibridación, mercantilismo, metalismo, la
industria es el arranque de lo que los marxistas llamaron “sociedad
capitalista” o “burguesa”.
Las villas se hacen ciudades, las carretas ferrocarriles. La servidumbre desaparece y ya los siervos no se vendían y compraban con la tierra y el ganado. Ni a sus mujeres las penetraba la primera noche el señor por derecho de pernada. Ni entregaban parte de las cosechas por la corvée. Eran ahora obreros y vivían en urbes, hasta hace poco aldeas, militaban en partidos democráticos, sindicatos. Luchaban por la democratización de los parlamentos que dejan de ser elitescos, gracias a las conquistas del sufragio y la representación proporcional. Los alimentos, la salud y otros bienes se multiplican por miles gracias al maquinismo y la farmacología, y si en 1730 Inglaterra tenía cinco millones de hbs., en 1830 los triplica por caída de la mortalidad.
Aman el campo… para los demás
Y se da un golpe mágico cuando la expectativa de vida, congelada desde la alta Edad Media en 20 años, se duplica en el período hasta 42. Pero tan asombrosa como la velocidad del cambio, fue el estallido reaccionario contra la modernización kapitalista. Como analiza Benévolo en su monumental Historia de la arquitectura moderna, la migración trastorna las ciudades, los intelectuales y la “gente decente”. Los pobres dejan de ser abstracciones en provincias recónditas a las que nadie iría nunca.
Nadie vería familias de 10 personas hacinadas en
chozas de 12 metros cuadrados, que dormían en una estera común. Pero ahora los
pobres estaban bajo ante sus ojos y las bucólicas ciudades plagadas de
proletarios mal vestidos en trenes trepidantes con destino a fábricas y
suburbios. Resurge la leyenda negra rousseauniana contra la ciudad, el
industrialismo, el siglo XIX, la sociedad abierta, el llamado kapitalismus (una
sociedad gobernada por el kapital).
Ver pobres despierta remordimientos y conflictos
morales en las buenas conciencias. También perturba la tranquilidad, porque
están asociados a delitos y enfermedades. Las élites odiaban el cambio plebeyo,
querían a los pobres en el campo del que habían huido. De allí la avalancha de
rechazo al kapitalismus en los más importantes escritores y artistas del
romanticismo y el realismo
Hugo superstar
Retornan al primitivismo: el culto a la vida pura del
campo, de la que escaparon en masa los siervos Thomas Carlyle, Charles Dickens,
Charles Baudelaire, Víctor Hugo, Emilio Zolá, William Morris; Stendhal, Daniel
Defoe, Heine. A Proudhon le agobia el gentío de los boulevares construidos por
Haussmann. John Ruskin cuando viaja a París se aloja en Trocadero para no ver
la “monstruosa” Torre Eiffel (“olvida el resoplido del vapor, el golpe del
pistón/ olvida el crecimiento de la odiosa ciudad/ Y sueña en Londres, pequeño,
blanco y limpio”)
Le molestaba la producción masiva y reivindicaba la
edición artesanal de libros en papel de seda y cuero repujado. Pero la
distorsión de la historia del siglo XIX se debe a la mayor figura
comunicacional de la época. Víctor Hugo (y su cohorte, los “hugólatras”). Suya
es una de las obras más vendidas, difundidas e influyentes de la historia
moderna, pero que en dos mil páginas bordea siempre la puerilidad:
Los miserables se convirtió para el mundo, y la posteridad gracias al cine, en “la verdad” sobre un siglo XIX aberrante, inhumano, cruel y aterrador. A Jean Valjean. versión masculina de Justine, la masoquista de la novela de Sade, lo condenan a trabajos forzados por robar un pan (¿). Un tipo así, no tenía como sobrevivir ni siquiera en Disney World, y lo atropella cualquier patinetero. Cossette representa la bondad hasta que al final !también! da la espalda a Valjean.
El derecho de padecer
Trabaja 16 horas al día pero no gana para alimentar un
pajarito. Fantine otra bondadosa destruida por el mundo kapitalista, termina
como prostituta en manos de chulos que le sacan los dientes para venderlos. El
equivalente de una telenovela cubana de los 50s del siglo pasado, aunque peor.
Zola se contagia en la novela Germinal, pero es leve.
Flaubert anatematiza un libro “mentiroso, para
crápulas…alimañas”. Dice Baudelaire que es una obra “inepta y de mal gusto”. Su
amigo (de Hugo) Lamartine considera “lamentable que haga de esehombre
imaginario un antagonista y víctima de la sociedad…adulando al pueblo en sus
más bajos instintos”.
Vargas Llosa dice que despierta “apetito de
irrealidad”. Prudhon escribe que “libros semejantes envenenan un país”.
Mientras los trabajadores luchaban en todos los frentes, construían el mundo
democrático, arrebataban y acumulaban poder, Hugo creo la idea del
“pobrecitismo” o “pobretología” de los sectores populares y marcó uno de los
momentos más esplendorosos de la historia humana como una vergüenza.
carlosraulhernandez@gmail.com
@CarlosRaulHer
@ElUniversal
Venezuela
LUIS ALFREDO RAPOZO, LAS GOTITAS MILAGROSAS, DE MADURO “EL YERBATERO”.
“Maduro revivió el pajarito aquel, que se le apareció en Barinas y con quien sostuvo un extraño encuentro”-me dijo un cumanés , en pleno centro de Cumaná, cuando me opinaba sobre las gotitas anti-covid19-.
“Quiero ver las pruebas que hizo el IVIC y saber quién
es el especialista responsable de esas investigaciones que dieron con las
gotitas milagrosas que aún no se le entregan al pueblo”-me dijo mi amigo
Sebastián Aguirre, médico pediatra-.
En el mundo occidental, no creen que en Venezuela se
haya conseguido una vacuna, tratamiento contra el Covid19. Yo tampoco. Quizás
sea cierto, pero la manera como se presentó, nada científica, deja mucho que
desear.
Ya lo diría una propaganda de Condorito: “Tome Pin y
haga Pun”.
Y les digo otra cosa, si eso es falso, ¿De quién es la
culpa?
I
Ese domingo en la tarde, Maduro le anunció al país que
ya tenía un medicamento disponible para combatir el terrible Covid19. Entonces,
presentó un pequeño envase muy parecido al producto que se usa para refrescar
la vista, ustedes saben y le dijo a los venezolanos que era “Made in
Venezuela”. Es decir, que ese producto autóctono, criollo por así decir al cual
le llamó pomposamente “gotitas milagrosas de José Gregorio Hernández”, llegó
para solucionar semejante asunto que tiene al mundo de cabeza. !Vaya orgullo!
Por supuesto, que el venezolano no explotó de alegría como debería. Una
información tan importante como esa debió llenar el ambiente de alborozo, pero
no fue así. Parece que no logró subir la esperanza de mucha gente, que se está
muriendo en algún lugar. Parece que fue una gran coba mediática, que el
venezolano no se comió. El bendito producto, según el hombre que manda desde
Miraflores ha sido certificado por el
IVIC. Se basa en una serie de plantas, que dan una idea de la receta de
la abuela.
Por supuesto, el ente internacional de la salud, ha
manifestado, que Maduro debe presentar los documentos, pruebas científicas que
avalan el medicamento que ha sido presentado. El nivel de credibilidad de
Maduro es tan bajo, que aparentemente nadie la cree. Sabrá Dios cuándo lo hará
llegar a las masas. Pero, si es cierto, se entiende que Venezuela superará el
covid19 a paso seguro, sin la angustia que tienen los países hermanos que andan
buscando anotarse en las listas rusas, chinas, alemanas, norteamericanas y de
otros países, para obtener la vacuna de sus reconocidos laboratorios.
Inmediatamente, el mundo hispano ha cogido de guasa a
Maduro. México se ha reído a más no poder, diciendo que le han aconsejado
cuidar su socialismo y evitar parecerse a Venezuela…pero ellos dicen que no
llegan a niveles de cómica como las noticias de las gotitas milagrosas, que
parece un producto engañoso –eso lo digo yo-, de finales del siglo xix, vendido
en una carreta circense, por un gitano, en algún pueblito, ustedes saben. Los
españoles, no se han quedado atrás y nos
preguntan qué se puede esperar de un hombre , que habla con pajaritos , como
insistió hace varios años en una jerga desde Barinas, donde se le presentó el
comandante Chávez, difunto, convertido de pajarito llanero y le dio unos
cuantos silbidos , antes de despedirse y salir volando hacia la sabana. En fin,
los hermanaos colombianos, que en estos momentos están preocupados por
conseguir el dinero, adquirir el fármaco y vacunar a toda la población, han
visto la propuesta de Maduro como una gran payasada.
De la misma manera, se repica en Perú, donde la
mortalidad por la pandemia ha sido alarmante. En Perú no se cuenta con ninguna
vacuna. Solo han asegurado un millón de vacunas, que esperan inyectar al grupo
de ciudadanos que requieren con urgencia aplicarse, de acuerdo a sus funciones,
quedando en espera cerca de 35 millones de habitantes.
De tal manera, que no sabemos, si la propuesta de
Maduro, es parte de la gran guasa de un hombre, que ya tiene experiencia
echando cuentos, como la historia del pajarito comunicador, que nos presentaría
como un pueblo ignorante que cree en supersticiones y tiene su salud en manos
de yerbateros, inventos populares y una falta de atención para combatir una
enfermedad letal.
Por lo pronto, hasta que pruebe lo contrario, El Sr
Maduro quedará con un gran compromiso ante la comunidad mundial.
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
Anzoategui - Venezuela
PEDRO ELÍAS HERNÁNDEZ, LA TRANSICIÓN EN VENEZUELA NO ES DEL AUTORITARISMO A LA DEMOCRACIA, SINO DEL SOCIALISMO AL CAPITALISMO
Entre
1999 y 2012, según cifras del BCV y fuentes independientes, la producción por
habitante en el país acumuló en términos reales un incremento de 12% (0,9%
anual) y el consumo por habitante un 50% (3,8% anual). Es decir, consumíamos 4
veces más de lo que producíamos. A raíz de la caída del muro de Berlín es una
verdad de Perogrullo decir que el socialismo intenta vanamente aumentar de
forma sostenible el consumo de la población sacrificando el capital existente.
Lamentablemente se dice que nadie experimenta en cabeza ajena.
Se
trata de la disipación de capital más escandalosa de la historia mundial. La
ciencia económica nos aporta las herramientas para hacer uso de recursos
escasos y obtener de ellos resultados crecientes. Pero los venezolanos nos las
ingeniamos para disponer de recursos casi ilimitados y obtener resultados
decrecientes. La inflación logró que el bolívar perdiera sus atributos como
dinero y más de dos tercios de muestra economía ha dejado de existir. Es el
saldo del socialismo bolivariano en sus más de 20 años en el poder.
Desde
luego que había algo que mientras duró, nos permitía consumir sin producir. De
algún lado tenía que salir ese diferencial entre lo producido y lo consumido.
Pues bien, eso se resolvía con los cuantiosos ingresos externos que dispensó un
período de altos precios petroleros, lo cual tuvo poco que ver con la marcha de
la economía interna. También se recurrió al endeudamiento público masivo, al
igual que a la emisión monetaria. Cuando cayeron los precios del petróleo,
cuando se cerró el crédito internacional, nos quedó sólo la maquinita de emitir
dinero y nos posicionamos en nuestro verdadero nivel.
Sobrevienen
luego ciertamente las sanciones internacionales y recientemente los efectos que
en la economía producen las medidas de distanciamiento social y cuarentena para
combatir la pandemia. La sumatoria de todos estos factores pone en estado
comatoso a un paciente que venía ya en condiciones críticas.
En la
esfera de lo político podemos decir, sin pecar de historicistas, que Venezuela
ha mantenido durante los últimos 120 año un hilo conductor respecto a su
desempeño histórico. El período del llamado liberalismo amarillo, una hegemonía
muy poderosa, fue sustituida por la hegemonía andino militar. Ésta a su vez fue
reemplazada por la hegemonía adeca o de la república civil, y tal hegemonía a
su vez fue sustituida por la poderosa corriente popular que conocemos con el
nombre de chavismo. En este momento vivimos posiblemente en un interregno entre
lo que hay y lo que habrá.
No es
de extrañar que en ese tránsito desde lo que existe a lo que viene se perfilen
como actores sobresalientes figuras del oficialismo. De lo que sí estamos
bastante persuadidos es de que el chavismo como corriente popular, no tiende a
desmembrarse, ni a fracturarse, ni a dividirse, tiende a disiparse. Ahí están
sus rendimientos electorales decrecientes, aunque tal cosa, gracias a la
incompetencia de la oposición en su conjunto, no suponga todavía consecuencias
políticas importantes que coloquen en peligro su permanencia en el poder. El
chavismo disidente y el chavismo descontento, a mi juicio no existen, son
espejismos. Una expectativa creada por aquellos que viven y trafican con eso.
Quienes
se apartan del tronco central chavista no logran convertirse en una fuerza
política importante, más allá de individualidades ruidosas. La alta aprobación
que registra en las encuestas el gobierno de Hugo Chávez constituye a mi
entender el recuerdo nostálgico de una época en la cual yo podía consumir 4
veces más de lo que realmente producía, es decir la típica burbuja que se
pinchó. No supone ni una lealtad política ni una lealtad de marca. Los
gobiernos de Carlos Andrés Pérez I y del general Pérez Jiménez, reciben un
juicio popular positivo, aun hoy, y eso no supone la existencia de una fuerte
corriente política perecista o perezjimenista. Con el tiempo ese recuerdo será
más difuso.
En tal
sentido, la revolución socialista bolivariana evidencia hoy un inmenso vacío de
contenido emocional, conservando de su viejo encanto popular sólo la capacidad
de convocar a segmentos clientelares de la población a través de una maquinaria
político-electoral disciplinada pero cada vez menos eficiente. Le queda el
poder, la fuerza que se deriva del control del Estado, de la lealtad del
estamento militar, pero como decía el brillante y astuto Talleyrand, Ministro
de Relaciones Exteriores de Napoleón, “las bayonetas sirven para cualquier cosa
menos para sentarse sobre ellas”. A los gobiernos, por más represivos que
puedan ser no los sostiene el uso de la violencia, sino el haber construido alguna
base de consensos y apoyos considerables en el seno de una sociedad. En la
construcción de esos apoyos y nuevos consensos se encuentra el oficialismo en
la actualidad.
A la
luz de los resultados electorales de diciembre de 2020, la política venezolana
empieza a perfilar otra forma. Nos dirigimos en la práctica hacia un régimen ya
definitivo de partido único, lo que no quiere decir necesariamente que no se
produzcan cambios económicos o tal vez también políticos, los cuales deben ser
en paz, sin violencia y dentro del orden constitucional existente para que sean
sostenibles en el tiempo. El país demanda una buena dosis de estabilidad. La
estabilidad no es todo, pero sin estabilidad no hay nada, decían los alemanes
después del desastre de la segunda guerra.
Nuestro
país no se encamina hacia una transición del autoritarismo a la democracia,
sino del socialismo al capitalismo. Si algo nos demostró el siglo XX es que el
capitalismo es la etapa superior del socialismo. Y este fenómeno, o lo
entienden las fuerzas de la oposición, o se quedan en el hombrillo de la
carretera. Si ese tránsito deriva en arreglos institucionales más democráticos
de los que tenemos hoy, maravilloso, pero no es indispensable. Esta no es una
formulación de deseos sino una simple descripción de lo que se asoma como
realidad.
Lo que
nos gobierna es una revolución socialista en el poder, sólo que ésta tuvo un
origen electoral, lo cual es un asunto crucial para entender la ecuación
política venezolana. No tiene sentido debatir este tema sobre la base de los
fines del socialismo, ni siquiera de sus resultados, sino sobre la base de sus
métodos prácticos. El socialismo, y sobre todo el socialismo revolucionario,
básicamente está constituido en su accionar por dos cosas: la destrucción del
sistema de precios y la reducción sistemática y sostenida de la propiedad
privada. En ambas califica Venezuela. Ignorar la verdadera naturaleza del
régimen que gobierna a nuestro país es un asunto clave para entender la actitud
errática de la oposición. Tanto la que participa en las elecciones como la que
no participa y llama a la abstención electoral de forma suicida.
El
avance del proceso socialista ha sido tan grande que hasta el mismo gobierno
bolivariano lo quiere revertir. El socialismo no es bueno ni malo, es
imposible, por eso genera idénticos resultados en todas partes y en todos los
siglos. De allí que los sistemas socialistas tienden a mutar hacia formas
económicas menos socialistas para evitar colapsar. La oposición ignora tal
fenómeno, porque en buena medida es también socialista o socialdemócrata. No es
de extrañar, la mayoría de los partidos políticos venezolanos del siglo XX y
también los “nuevos” en la actual centuria, se edificaron sobre las idas del
consenso socialista plasmado en el plan de Barranquilla de 1931 formulado por
Rómulo Betancourt. Este consenso se ha sostenido bajo la premisa de que el
Estado es el actor principal de las reformas en el país. Claro, esas eran las
ideas que alimentaban el clima intelectual de la época.
La
social democracia y el socialcristianismo, del siglo XX y del XXI en Venezuela
se manifiestan incompetentes para liderar los cambios en el país. En la mayoría
de las regiones y países del bloque soviético la transición del socialismo al
capitalismo fue liderada por individuos, por corrientes y sobre todo por
partidos políticos de corte liberal y conservador. Ahí están los casos de la ex
Checoslovaquia, Polonia, Lituania, Letonia, Estonia, Eslovenia y en alguna
medida Hungría. Las corrientes liberales y conservadoras marcaron desde el
principio la cancha sobre la cual se iba a jugar en el futuro, edificando un
nuevo consenso político en base a la propiedad privada, el respeto a los
contratos voluntarios y el mercado como mejor forma de asignar los recursos en
la sociedad. Por eso en Venezuela hace falta un nuevo plan de Barranquilla, un
nuevo paradigma político que destierre la idea del Estado empresario, y fomente
los principios de la empresarialidad, el ahorro, la inversión, el libre mercado
para garantizar que las personas puedan disfrutar de los frutos de su trabajo.
Mientras
que un líder como Deng Xiaoping en China decía en 1992 “ser rico es glorioso”, aquí
en Venezuela en el siglo XXI alguien nos decía que “ser rico es malo” Así le
fue a uno y así le fue a otro. Sin embargo, estamos al parecer en un momento de
rectificaciones, pero también de dilemas: o nos enrumbamos hacia un modelo
chino a la venezolana, o hacia un modelo chino a la cubana. El primero está
constituido por reformas de corte capitalista en verdad y en serio, pero que
puedan ir unidas a libertades políticas, sindicales y de asociación en general.
Los chinos con Deng a la cabeza, dejaron atrás sin titubeos su viejo modelo
maoísta, a pesar que mantienen en sus billetes del renminbi el rostro de Mao
Tse Tung. La idea de un país dos sistemas los convirtió en lo que son hoy. No
se les ocurrió utilizar las reformas capitalistas para socorrer o auxiliar al
modelo socialista. Por su parte, el modelo chino a la cubana consiste en asumir
reformas de mercado para darle un respirador artificial al sistema socialista,
sin mayores alteraciones de fondo. La determinación en hacerlas avanzar y la
profundidad de estas reformas pro mercado son cruciales. Además, que no sean
solo un repliegue táctico, como les gusta decir a los marxistas.
El
modelo chino a la venezolana recoge aquella interesante consigna del MAS en los
años 70 del siglo pasado cuando decía “socialismo a la venezolana”. Es decir,
sistema socialista con democracia. Vino la caída del muro de Berlín en 1989 y
ya no había en pie ningún socialismo para democratizarlo. Pero aparece 10 años
después el socialismo del siglo XXI. Chávez le imprime un sello ideológico a su
partido y le cambia el nombre de Movimiento V República a Partido Socialista
Unido de Venezuela, una jugada riesgosa pero que le salió bien. Así el chavismo
pone sobre la mesa una oferta doctrinaria, una idea poderosa.
Ahora
bien, cómo se combate una ida, pues con otra idea. Pero la oposición ha sido
incapaz de hacer una contra oferta ideológica. Por lo visto se empeña en no
hacerlo y de allí sus precarios resultados. Si las fuerzas que aspiran a
constituirse en alternativas no asumen el desafío de oponerle al socialismo del
siglo XXI una opción, entonces Nicolás Maduro encarnará al gobierno y a
oposición a la vez, es decir, será la cabeza de la revolución socialista
bolivariana, pero al mismo tiempo el líder de unas reformas capitalistas,
anatema y némesis de los marxistas. En ese contexto es que se inscribe la
iniciativa de la llamada Ley antibloqueo, que no es otra cosa que un
instrumento para masivas privatizaciones de empresas públicas, al igual que
medidas anteriores como la unificación cambiaria hacia el “dólar criminal”, la
eliminación de los controles de precios y la creciente dolarización de hecho y
cada vez más de derecho de nuestra economía.
Tenemos
que estar claros, pasamos de la etapa de cambiar el gobierno a tratar de que el
gobierno cambie, por lo menos durante los próximos 3 años. La pertinencia de
aplicar un modelo tipo chino en Venezuela se desprende de la metástasis
socialista que vivimos. Ese modelo ha sido exitoso para sacar a la gente de la
pobreza, sólo le falta su componente democrático y es posible dárselo por la
tradición democrática que tenemos en nuestro país, que hoy por hoy, a pesar del
déficit de libertades públicas que tenemos, aun así, todavía existe mayor
margen de acción política para las fuerzas opositoras que el que existe hoy en
China.
En
este momento muchos poderes oficiales, oficiosos, facticos y no facticos,
empujan a las reformas de corte capitalista. Que sean para dejar atrás
políticas socialistas fracasadas o para auxiliar a un modelo socialista en
aprietos, es lo que está por verse. Por lo pronto, haciendo las cosas
económicamente pésimas, la “nomenklatura” que llegó al poder en 1999 ha
cumplido su promesa de permanecer en él hasta el 2021. Si el desempeño de la
economía nacional empieza a ser regular o razonablemente bueno, puede que se
extienda la longevidad de dicha “nomenklatura”.
Tal
vez el nuevo período político e histórico que se abra en Venezuela sea menos
disruptivo que los anteriores. Conducido, posiblemente, de forma total o
parcial, por actores salidos de las entrañas del monstruo.
pedroeliashb58@yahoo.com
@mcymodeloglobal
Venezuela
ROMÁN IBARRA, LA LOCURA
Lo que ocurre hoy en Venezuela es una perfecta locura; el país está a la deriva, sin un gobierno que gobierne, ni una oposición que se le oponga.
Lo
primero es más que obvio, pues luego de 22 años de ejercicio ininterrumpido de
gobierno, el resultado es absolutamente lamentable desde todo punto de vista.
La
destrucción masiva de las instituciones públicas y privadas; de las
universidades; liceos, y escuelas. Del
otrora poderoso y productivo sector industrial; de la agroindustria, en fin,
de todo el aparato productivo; empresarial,
comercial, sindical, clama ante los ojos de la sociedad que luce desorientada,
y sin liderazgo. Abandonada por parte del gobierno, y de la oposición cuyo
rumbo se perdió hace rato en megalomanías; mezquindades; discriminaciones
absurdas; inconsecuencias, y abstenciones increíbles, por improductivas, y
erráticas, así como recurrentes.
Son
muchas las voces que han insistido en el tema para desentrañar los errores de
la conducción política de la oposición, que sin embargo han encontrado oídos
sordos en esa dirigencia, cada vez más desconectada de la realidad y presa de
su propia soberbia.
El
camino de la abstención ha demostrado su inutilidad, así como la terquedad de
quienes persisten en esa idea equivocada. Hoy, luego de abstenciones sucesivas
se advierte el error, pero no se corrige. Algunos sugieren la necesidad de participar
y para ello exigen condiciones con razón, pero a sabiendas de que el gobierno no las va a ofrecer, terminan
por reiterar el error, o mejor dicho, usan la falta de condiciones como excusa
para volver a abstenerse.
Otros,
mentalmente desorientados, advierten que sólo es posible acudir a unas
elecciones presidenciales, como si tuvieran fuerza social y política real para
imponer esas condiciones.
No se
dan cuenta de que por la abstención, ya no existen como realidad política
tangible, y hasta comienzan a perder el apoyo internacional que antes fue su
bandera más significativa, descuidando la necesidad de organizar y fortalecer
la organización interna. Es decir, se sentaron a esperar que otros en el
exterior les dictaran la línea de lo que debían hacer, y confiaron en que las
sanciones por si solas sacarían a Maduro del poder.
Hoy,
la realidad les da en la cara, y aun así no terminan de reaccionar. Este año
2021 se van a celebrar elecciones para Gobernadores; Alcaldes; Diputados a los
Consejos Legislativos Regionales y Concejales, y la oposición representada en
los ex diputados que hacían mayoría en el parlamento, sigue deshojando la
margarita para saber si participan o no.
Unos
¨super vivos¨ que antes hicieron campaña por la abstención, hoy auspician la
participación electoral porque están en peligro sus propias aspiraciones. Creo
que llegó la hora de sincerar posiciones y decidir por la participación.
Ojalá
que se decidan pronto, y que entre todos luchemos por retomar el camino
electoral, pero les pedimos que se sean autocríticos, y humildes, y además que
no sigan aspirando a su hegemonía en la conducción de la oposición. Hay que
abrirse a otras voces y a la participación de todos sin odiosas
discriminaciones, ni mezquindad.
Si no
retomamos el camino electoral, no habrá posibilidades de revertir el deterioro
generalizado que hoy se sufre. El gobierno no va a dar condiciones que
convengan a la oposición, hay que ganarlas en la competencia a pesar de la
adversidad.
No
podemos seguir regalando espacios al gobierno. Al contrario, hay que competir,
y demostrar de qué lado está la mayoría, y así negociar las condiciones de
participación, y solución de conflictos sociales y económicos, que de
continuar, amenazan la existencia misma del país como entidad.
Asumir
la realidad en lugar de seguir viviendo de fantasías. Derrotemos al gobierno en
todos los escenarios electorales. Coherencia!
romanibarra@gmail.com
@romanibarra
Venezuela
LUIS FUENMAYOR TORO, RECAPITULEMOS PARA ENTENDERNOS
Apoyé
la candidatura de Hugo Chávez en 1998, hice campaña, participé en la
elaboración de su programa y voté por él. Ante el deterioro producido en
Venezuela desde 1982, no había ninguna otra cosa que hacer. Participé en su
primer gobierno. Y lo defendí de todas las aventuras violentas iniciales de la
oposición mencionada. Enfrentamos el paro general indefinido convocado en 2001,
el cruento golpe de Estado de abril de 2002 y el “lock out” y sabotaje
petrolero de 2002-2003. Pero eso nunca significó incondicionalidad ni ausencia
de críticas, y por ello nunca gocé de ningún trato especial del máximo líder de
la “revolución bolivariana”. Los desencuentros aumentaron con la creación de la
Universidad Bolivariana y la Misión Sucre, pues fue muy evidente que el
Presidente no tenía la menor idea de lo que significaba una universidad ni
tampoco el significado del conocimiento científico y tecnológico.
No
acompañé sus ideas sobre el “socialismo del siglo XXI”, ni estuve de acuerdo
con los candidatos propuestos a la Constituyente. Critiqué el uso de aquellas
tarjetas morochas que sobre representaron al gobierno en dicha asamblea. No
compartí sus apreciaciones sobre la educación universitaria, la autonomía, las
universidades, la selección estudiantil. Recuerdo la toma del Consejo
Universitario de la UCV en 2001, aupada entre otros por la entonces
Vicepresidente Adina Bastidas, hecho que enfrenté personalmente y no sólo en
artículos de prensa, como bien lo sabe el rector de entonces Giuseppe
Giannetto. Lo que deseo dejar sentado es que aun dentro del gobierno siempre
fui una voz contestataria y crítica de muchas acciones que consideré
inadecuadas.
En
las presidenciales de 2006 no voté. En el referéndum de reforma de la
Constitución de 2007 voté en contra. Para las elecciones de Asamblea Nacional
de 2010, nuestro equipo del Movimiento “De Frente con Venezuela”, junto con el
PPT dirigido entonces por Albornoz y que contaba con la participación del negro
Uzcátegui, Ilenia Medina, Simón Calzadilla y los gobernadores Henri Falcón y
Guarulla, presentamos una opción electoral contraria a la polarización entre el
gobierno y la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). A pesar de haber obtenido
una votación respetable, no se obtuvo la representación debida, pues el sistema
electoral mayoritario (sin proporcionalidad) existente desde 2009 no lo permitió.
Muchos electores quedaron sin representación. Para las elecciones de 2015, de
nuevo le hicimos frente a la polarización entre la MUD y el gobierno, esta vez
junto con el MAS, Bandera Roja, Opina, Movimiento Ecológico y varios otros
grupos menores.
No
hemos por lo tanto participado ni de las victorias ni de las derrotas de la
Coordinadora Democrática ni la MUD. No hemos sido parte de ninguno de esos
procesos. En la actualidad, junto con el MAS, Soluciones, Cambiemos, Avanzada
Progresista, Unión y Progreso, Unidad Político Popular 89 y personalidades como
Enrique Ochoa Antich y Carlos Raúl Hernández, intentamos consolidar una
referencia unitaria que pueda enfrentar al PSUV en las elecciones venideras
hasta 2024 por lo menos. En esta confluencia de voluntades la participación de
Acción Democrática, Esperanza por el Cambio y COPEI es importante. Los
principios fundamentales son: elaboración de un proyecto político unitario,
nacional, democrático, plural y electoral, que rechaza el inmediatismo violento
de carácter interno o de invasión militar extranjera, las sanciones contra la
nación y la intromisión en nuestros asuntos internos.
sábado, 30 de enero de 2021
ACTUALIZACIÓN DE EL REPUBLICANO LIBERAL DIARIO DE OPINIÓN, http://elrepublicanoliberalii.blogspot.com/ DOMINGO 31/01/2031
MIBELIS ACEVEDO DONÍS, CONSISTENCIA, POR FAVOR
La
invasión militar a Irak en 2003 "no era el último recurso", concluía
el polémico reporte. Las decisiones sobre este conflicto “no se cuestionaron y
debieron haberse cuestionado", aseguró el investigador John Chilcot. En
virtud de las tajantes afirmaciones, Blair sorprendió a muchos con su “sí, pero
no”, fustigándose de forma vehemente pero al mismo tiempo justificando sus
jugadas. La sensación de que ambas posiciones no se conciliaban no se hizo
esperar, claro. Entonces Blair saltó de nuevo al ruedo: "No es incoherente
decir que tomamos la decisión correcta". Una señal de ofuscación que
restaba valor al hecho de haber aceptado “toda la responsabilidad". ¿Cómo
confiar de nuevo en quien reconocía haber avalado tal desbarro pero a la vez
recurría a la autoindulgencia, diciendo que era eso lo que procedía, que no
había alternativas y que su solo pecado fue fiarse de “datos erróneos”?
El
ejemplo del “desliz” de un funcionario curtido y respetado como Blair sirve
para ilustrar la grave obligación que atenaza al político. Si bien sabemosque
en manos humanas el ejercicio de la política no está blindado contra la
equivocación -mucho menoscontra esa tentación de “embellecer” la verdad o
desfigurarla, cuando conviene- lo menos que puedepedirse al liderazgo es algún
compromiso con la coherencia.
Pero
los procesos sociopolíticos no son lineales, recordaba hace poco un veterano
dirigente venezolano. Ah, precisamente: en virtud de esaincertidumbre que se
perfila como una perturbadora constante, sí luce necesario fijar no sólo
ciertos límites éticos, no sólo ciertas prioridades programáticas, sino líneas
estratégicas que, sobre todo en situaciones extremas, orienten la acción
táctica para que no se devuelva contra susimpulsores. El costo del recurrente
mal cálculo, de la acumulación de fracasos injustificables, es perder la
confianza de la gente. Y eso, en un contexto que hace crítico el apoyo robusto
de la sociedad al liderazgo democrático y lo que representa, es poco menos que
suicida.
Sabemos
que en el caso de Venezuela la consistencia estratégica no es algo que haya
distinguido a la oposición. A lo largo de estos años y según lo prescribía la
directriz de turno, podemos distinguir de hecho algunos “arcos narrativos” en
los que se alternan tercas secuencias, fruto de visiones más radicales, (2002 a
2005; 2014; 2016 a 2020) con las que respondían a políticas más realistas,
graduales y ajustadas a los parámetros de la ruta pacífica, electoral,
constitucional y democrática (2006 a 2013; 2015). Lejos de la adecuación de
métodos y fines operando a largo plazo, y como si la admisión del pobre
desempeño no se tradujese en una auto-interpelación de gran calado, esa
espasmódica mudanza ha dejado sus muescas. Una de ellas, la desestimación del
voto, la creencia de que apelar a él como recurso de organización-participación-denuncia-movilización
interna y palanca para desestabilizar a una autocracia, no tiene sentido. Un
resultado, también, de la insistencia en que “hemos hecho todo, y nada ha
funcionado”, verduguillo que desde las páginas de periódicos del mundo todavía
lanzan opositores que se empeñan en no ver más allá de la providencial ayuda
externa.
Un
discurso furtivo, moviéndose como el áspid en la cama de Cleopatra, sigue
interponiendo zancadillas, aun cuando hoy se hable de tomar el cabal y decoroso
camino de la rectificación. Pero para que tales abluciones funcionen es
esencial emprender una revisión a fondo de lo hecho, pesar el daño, reconocer
cuán cáustico fue el error de juicio, aceptar que hubo decisiones que “no se
cuestionaron y debieron haberse cuestionado" (como apuntó Chilcot en el
caso de Blair); y renunciar por ende a la infantil procura de dispensas. Lo
siguiente será desartornillar el viejo convencimiento y sustituirlo por otro,
ese que la tozuda obra del voluntarismo hizo tan impopular.
Amén
de una mínima correspondencia entre el decir y el hacer, y aun sabiendo cuán
contradictoria e imprevisible puede ser la realidad política, cuánta
flexibilidad y audacia requiere, es lógico reclamar ala dirigencia algo más que
una ristra de arrepentimientos crónicos, aislados. Después de todo, los apoyos
ciudadanos dependerán de que las promesas se traduzcan en acciones con
resultados tangibles, provechosos, sostenibles en el tiempo. Quid pro quo. La
situación de penuria generalizada azota a una sociedad necesitada tanto de
arreglos urgentes, como de la articulación de fuerzas que desde lo político
permita conquistar espacios,reinstitucionalizar, volverse influyente, exigir
cambios y que esa voz no se diluya, sino que estalle vigorosa, innegable,
clara.
Frente
a la invariable campaña de desmovilización opositora que despliega una
autocracia, el “hoy sí voto; mañana no; pasado mañana veremos si conviene”
resulta una extravagancia. Si el propósito es rehabilitar el valor del voto
como derecho y como medio de transitar hacia la democracia -lo que también
sugiere compatibilidad entre la fe democrática y la visión realista, diría
Giovanni Sartori- entonces lo sensato será abrazar responsablemente su
potencial, prever sus consecuencias. Eso seguramente incidirá en la
recuperación de la credibilidad, de la confianza y autonomía perdidas. La
política que se aficiona a la autonegación, a la pirueta permanente, al reset
compulsivo de convicciones, terminaría cebando la infeliz creencia de que un
adversario enfocado en su dañosa tarea será irreductible. Nada tan
chacumbélico, en fin.
mibelis@hotmail.com
@Mibelis
@ElUniversal
Venezuela
JOSÉ RAFAEL HERRERA, ESTADO Y NACIÓN
Una discusión acerca de cuál es el mejor modelo, el
más adecuado para la sociedad, sin que ninguno de sus interlocutores sepa a
ciencia cierta de qué se está hablando, solo sirve, de un lado, para encubrir
la ambición de poder del ignorante que poco o nada sabe de Nación o de Estado
o, via negationis, para incrementar aún más la frustración de una muchedumbre
con un pie en la incertidumbre y el otro en la resignación. Muchedumbre que,
desde el principio, desconocía el real sentido y los alcances de las protestas
masivas en las que, muchas veces -sobre todo al principio- participó. Y, como
era previsible, sus esperanzas terminaron en temores.
En política, toda presuposición termina dando rienda
suelta a las más lúgubres expresiones de autoritarismo y terror. Es el caso del
régimen de gansteril, de sus indiscriminadas prédicas “revolucionarias”,
“bolivarianas”, “humanistas” y “republicanas”, que terminaron en el horror de
un país en ruinas, aunque con “bodegones”. Pero también es el caso de un puñado
de políticos “pragmáticos” -en realidad, improvisados, irresponsables y sin la
mayor formación-, quienes, asesorados por una sarta de “científicos” de
bullpen, cuyas nuevas cartas astrales son las estadísticas y las metodologías
“de punta”, suponen o que “la realidad es lo que es” -“eso es lo que hay”- o,
peor todavía, lo que sus planos astrales “deberían” obligarla a ser, a remate
de cifras y porcentajes. Son los Mister “Ship” del hipismo o los Carlitos
González del beisbol insertos en la praxis política. Y como no consiguen
acertar, tal como era de esperarse, acuden a la liturgia de la esperanza, del
“tiempo de Dios”, o de su equivalente mediático: la retórica hueca, vaciada de
todo contenido, del “vamos bien”, del “sí o sí” o del “sí se puede”. Pero, si
desde hace veinte años las premisas son las mismas, ¿los resultados podrían
llegar en algún momento a ser distintos? A fin de cuentas, lo tácito
-precisamente, lo que se presupone- oculta la ignorancia del mediocre, vístase
de casaca roja o de blue outlet stores.
Cuando no se emprende la búsqueda histórico-filosófica
del origen de los vínculos del espíritu de una Nación -el Ethos-, no se llega
muy lejos. Y es que no es posible concretar un cambio radical en la vida de una
determinada formación política y social sin efectuar el proceso de
reconstrucción de su ser y de su conciencia sociales, de conocer a fondo los
elementos externos e internos que conforman el pulso de su devenir, esa
dinámica que transforma un conglomerado en una auténtica comunidad, una
multiplicidad de intereses informes en una Nación. Todo lo cual se expresa a
través del estudio del lenguaje, el arte, la religión, los tipos de gobierno,
las instituciones políticas, las leyes, el desarrollo productivo, educativo, literario
y científico, así como las formas de pensamiento en general que han logrado
fraguar su Volkgeist. Se trata de comprender el ser y el tiempo de una
determinada Nación en su historicidad. Porque, como dice Hegel, cada Nación
tiene sus propias representaciones, “un rasgo nacional establecido, una manera
de comer y beber, ciertas costumbres que le son propias”. En fin, “un modo
particular de vida”. Solo cuando los instrumentos de “medición” dejan de ser la
fuente primaria del conocimiento y la conciencia se dedica a comprender-se, se
produce el cambio, y se puede crear un auténtico proyecto de Nación y Estado,
en el que no solo la comunidad se sepa inmersa en sus costumbres, sino en la
que los individuos logren identificarse consigo mismos, pues al compartir los
valores de su comunidad, los individuos, lejos de ser concebidos como masa
informe, crecen y con-crecen, porque sus almas se enriquecen y pueden
reconocerse libremente en la unidad orgánica de la totalidad social y política
de la que forman parte. Es eso a lo que se denomina eticidad o civilidad. Y
mientras mayor sea el desarrollo de la educación estética mayores serán su
armonía y fortaleza. Pero nuestros políticos de oficio parecen no saber nada de
eso.
Se equivocan quienes, a fuerza de un maniqueísmo ya
casi instintivo, presuponen que la salida de las ficción totalitaria de un
régimen que ha terminado por secuestrar a los individuos, hasta pretender
transformarlos en rebaño, consiste en la promoción de la ficción
individualista. De un lado, se exalta al Estado -en realidad, a la sociedad
política- contra la iniciativa privada; del otro, se exalta al individuo -en
realidad, a la sociedad civil- contra la opresión del Estado. Dos unidades en
sí mismas opustas y recíprocamente contradictorias. El Estado es percibido como
el aparato del gobierno que ejerce el poder, mientras que la Nación está
formada por el pueblo, sus súbditos, sometidos a su absoluta voluntad.
Semejante presuposición de la doctrina rousseauniana no sólo es inexacta, sino
que es, además, superficial. Hablar de la “soberanía nacional” o de la
“soberanía popular” ya implica la exclusión de la idea de Nación de una
concepción amplia y orgánica del concepto de Estado, porque sólo es posible
hablar de soberanía si se consideran las diferentes esferas de la sociedad como
una totalidad concreta, cabe decir, como el recíproco reconocimiento de la
sociedad política y de la sociedad civil, del Estado y de la Nación. En última
instancia, la sociedad política, a la que por lo general se le denomina Estado,
no es más que la sociedad civil -la Nación en cuanto tal- hecha, es decir,
objetivada. Rousseau invierte los términos: según él, los individuos enajenan
sus derechos al Estado, el cual, a partir de ese momento, regula su libre
voluntad. En realidad, es al revés: la voluntad de la Nación se ha objetivado y
ha creado un Estado, un garante de sus intereses, un organismo que representa y
preserva su eticidad, el modo de ser propio de su tiempo. Que con el pasar de
los años el objeto creado pase a ocupar el puesto de su creador depende del
nivel de conciencia de los individuos que forman parte de dicha Nación.
La Venezuela de hoy ni es una Nación ni es un Estado.
La labor de los sectores progresistas de la sociedad no consiste ni el
regressus al “como éramos antes” -cosa del todo imposible-, como tampoco en la
intentio de participar en el “juego del gato y el ratón”, teniendo a una
tiranía de narcotraficantes y terroristas como potenciales interlocutores. Las
“gangas” para intentar posicionarse de algunos cargos “estratégicos” que le
permitan tener presencia en el “Estado” y tomar aire para un segundo combate
son tarea baldía. Venezuela requiere reinventarse, rehacerse, recomponerse, ser
refundada desde sus raíces. Y sus raíces pasan por la elaboración de la
superación y conservación de sí misma. Tarea nada fácil, sin duda. Pero este
será el esfuerzo más humano y sublime de un país que bien lo merece.
jrherreraucv2000@gmail.com
@jrherreraucv
Venezuela
ANTONIO JOSÉ MONAGAS, CUANDO LA AYUDA PROVIENE DE “ARRIBA”
Más que dar u ofrecer, “ayudar” se convierte en un deber de permanente condición. Su naturaleza está en comprender lo que se suscita alrededor de la situación-objetivo para entonces actuar de cara a la necesidad expuesta. Es ahí cuando la circunstancia se reviste de su mejor valoración no más tangible que intangible. Y eso le imprime un gran sentido y hermosa razón a la vida.
Es un tanto lo que la magnanimidad predica y prodiga.
Sólo que no muchos, la practican. Y son pocas las ocasiones, donde las
realidades se lucen al pintarse de bondad. Combinado el gesto con solidaridad.
Para así plasmar tan agraciada perspectiva, en el lienzo de la constancia. Y
encuadrada, en el marco que la grandeza humana puede entregar.
Aunque quizás, para entender algo de lo que envuelve
toda acto de humanidad expuesto por la “ayuda” que todo ser humano, en lo
individual o grupal, requiere en algún momento de su existencia, parte del
hecho de comprender la vida. La vida en tanto que destino, causalidad,
oportunidad, camino, fortuna o tesoro. Y aunque muchas definiciones trazan la
vida ante un horizonte perceptivo de toda construcción que renueve su entorno y
perfeccione su contorno, siempre la vida exhorta a mejorar al hombre en todo lo
posible.
Es por eso que el concepto de “ayudar”, está más allá
del alcance de cuantas nociones intentan concebir la vida como expresión de
amor. Tan profundo concepto, el de “ayudar”, cimienta los pivotes que sustentan
la palanca que mueve al mundo.
He ahí la razón por la cual ha progresado el mundo. O
por la cual, la vida adquiere mayor significación. Y estos propósitos, son
solamente posibles cuando el verbo “ayudar” consigue conjugarse en segunda o
tercera persona del plural. Eso permite referir la ayuda de otros que
calificados como instituciones, dan cuenta de su carácter como “virtuosos de la
justicia”.
Es el caso de la organización no-gubernamental
DEFIENDE VENEZUELA, cuya misión descansa en la acción comprometida de actuar
como defensora de los Derechos Humanos. Sobre todo, en contextos donde la
represión se convierte en torturador o verdugo.
Esta ONG, encarna el generoso papel de conducirse
entre los avatares propios de una tramoya arreciada por la oscuridad que impone
la perversidad. Particularmente, cuando se confabula con cuanta arbitrariedad
puede inventarse para hacer de la vida un completo escenario de angustia,
pesadumbre y pánico.
En aras de los que constituye su compromiso, DEFIENDE
VENEZUELA ha venido denunciando las violaciones tramadas contra los Derechos
Humanos. Esencialmente, aquellas cometidas en Venezuela las cuales eleva ante
el sistema interamericano en la figura de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, CIDH.
Entre sus múltiples mediaciones e intervenciones ante
la CIDH, esta ONG ha logrado victorias jurídicas que si bien son desconocidas
por el régimen venezolano, constituyen importantes referentes en el ámbito de
la defensoría de tan fundamentales derechos y libertades. Vale resaltar la
formalización de 20 medidas cautelares para 20 venezolanos, todos pacientes de la
capciosa condición que configura la Esclerósis Múltiple.
Este problema de salud, que incapacita la persona, fue
en principio reconocido por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales,
IVSS para los efectos que preveía y determinaba la Constitución de la
República. De hecho, su artículo 83, dicta que “la salud es un derecho
fundamental, obligación del Estado que lo garantizará como parte del derecho a
la vida”. Por tan importante motivo, el Estado declara su compromiso de
establecer “un sistema de seguridad social
regido por los principios de gratuidad (…) y solidaridad”. El mismo dará
prioridad a la promoción de la salud, para lo cual garantizará “(…) tratamiento
oportuno y rehabilitación de calidad” (Artículo 84).
Luego, el artículo 86, recalca que “el Estado tiene la
obligación de asegurar la efectividad de este derecho”. En consecuencia, la ley
que asienta las funciones del sistema integral de salud, en la persona jurídica
del IVSS, recoge el dictado constitucional toda vez que son fundamentos de su
normativa.
No obstante, el tiempo puso de manifiesto el desacato
a los preceptos constitucionales. Eso sucedió hace 6 años. El régimen se ha
escudado en cuantas excusas puedan servirle para evadir su responsabilidad
expuesta a través del debido cumplimiento de tan aludido derecho. Y que también
ampara distintas condiciones de salud que padecen otros venezolanos. Es el caso
de las personas que han recibido trasplantes. O que sobrellevan alguna
enfermedad inmune tal como el VIH. U otras de igual efecto.
Sin que las secuelas de tan perversas omisiones
generen alguna resquebrajadura en la gruesa piel del régimen, estos venezolanos
privados de sus respectivos protocolos de medicamentos, que deberían ser
distribuidos por el IVSS, han comenzado a rendirse ante la vida. Y tan cruda
situación, debe incitar la mayor repulsión de la sociedad.
Por fortuna, DEFIENDE VENEZUELA ha estado acompañando
el esfuerzo y perseverancia de estos valientes venezolanos que han seguido
batallando contra “vientos huracanados y lances de puntiagudas formas” que
desordenadamente impactan y rasgan todo lo que en su senda consiguen.
Es casi como advertir en tan noble apoyo, aquel
secreto de la vida que exalta el sentido que hay en la “ayuda” que viene del
otro. Y que la gracia de la vida, y hasta la Divinidad del Cielo, lo convierte
en provecho común pues se siembra como inmortal legado para el mundo. Lo que
acá vale destacar, es todo lo que puede hacerse por los demás. Y esto es casi
vivir el regocijo de presenciar cuando la ayuda proviene de “arriba”.
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Venezuela