El denigrante latrocinio en Venezuela, atribuido a los
funcionarios de alto rango y algunos particulares, alcanza cifras astronómicas,
el más reciente descubrimiento es la bicoca de 10.000 millones de dólares en la
banca suiza. Zapatero, el Bambi de acero, como suele llamarlo el antiguo
vicepresidente español Alfonso Guerra, no pierde un segundo para clavar sus
pezuñas en la escena iberoamericana. Su alianza abarca la Argentina del presidente
Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner; Brasil, Bolivia
y Colombia representados por los expresidentes Lula da Silva, Rousseff, Evo
Morales y Ernesto Samper, juzgados por enriquecimiento ilícito los tres
primeros y el último, investigado por narcotráfico en los tribunales de Bogotá
tras haber recibido dinero de Pablo Escobar Gaviria.
En la vertiente española destacan las ministras
Arancha González Laya, de Asuntos Exteriores, e Irene Montero, de Igualdad; y
por México, el canciller Marcelo Ebrard. Venezuela entra en juego a través de
los hermanos Rodríguez, Delcy y Jorge, vicepresidenta de la República Bolivariana
y flamante presidente de la espuria Asamblea Nacional, respectivamente.
La estrategia trazada prevé una aproximación al nuevo
gobierno de Biden y una fuerte arremetida contra Luis Almagro, el inteligente y
activo secretario general de la Organización de Estados Americanos. En
definitiva, los planes conjuntos de Zapatero y Borrell son lanzados desde
plataformas distintas, el Grupo de Puebla y la Unión Europea, flamean la
antorcha del rescate a la democracia venezolana, reducida a polvo por la
terrible destrucción del Estado de Derecho, a fin de ocultar el interés de
salvaguardar la inversión de España en el continente americano. Aparece así,
una vez más, la sombra larga de lo que he denominado maldición en las
relaciones internacionales.
La declaración de la figura máxima de la política
exterior de la antigua Comunidad Económica Europea llena el debate de
ambigüedad, pues condena la celebración de las elecciones parlamentarias y su
resultado írrito, convocada por la tenebrosa dictadura; pero reconoce la legitimidad
de la Asamblea Nacional, aunque no hace lo propio con relación a la legitimidad
del gobierno presidido por Juan Guaidó Márquez, fundado en la Constitución y
leyes de la República Bolivariana de Venezuela.
Entonces ¿en qué cree el señor Borrell? ¿Acaso es
posible dejar un vacío en el orden jurídico? ¿O negar el reconocimiento a la
legitimidad de la Asamblea Nacional, elegida en 2015, omitiendo la aplicación
del principio de la continuidad constitucional? Responder negativamente a
semejantes cuestiones descubre la aviesa pretensión de ambos personajes,
convirtiéndolos en sujetos activos de una flagrante transgresión de las normas
del Derecho Comunitario y de las
disposiciones contenidas en la Carta Democrática de la Organización de
Estados Americanos.
Tales instrumentos jurídicos tienden a la preservación y defensa del
Estado de Derecho democrático, económico, político y social. De esa manera, el
discurso lleva consigo el reconocimiento a la legitimidad del gobierno de Juan
Guaidó, un corolario diferente es contra legem, dando lugar a una violación
deleznable de la protección de los derechos fundamentales que la comunidad
internacional debe a la sociedad, al hombre y al ciudadano.
En el caso del alto comisionado para los Asuntos
Exteriores de la Unión Europea, la equívoca interpretación de las reglas no es
inocente sino culpable. Celoso in extremis de la custodia de los valores principales del
sistema de libertades públicas en Europa, relajado en el resguardo de su
vigencia en América Latina.
En virtud del cambio de las circunstancias políticas
en Estados Unidos, el avisado catalán solícito intenta aproximarse al gobierno
de Biden, esgrimiendo el multilateralismo o pacto transatlántico. Un
adecuado argumento para escudar los mutuos intereses económicos.
Es importante señalar, aquí y ahora, el respaldo
decidido a la legitimidad de Juan Guaidó
del nuevo secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken. De la
misma forma ha recibido el franco apoyo
de la mayoría del Parlamento Europeo en
la emocionante oratoria de la diputada polaca Dita Charanzová.
¿Qué sucede entonces? Muy sencillo, Borrell y Zapatero
intentan en la noche oscura de Venezuela sacar inescrupuloso rédito al segundo
inversor, en la extensa geografía que va del Río Grande a Cabo de Hornos. Jugar
la baraja del hundimiento de la democracia en favor del beneficio político o
económico no sería un error sino una estupidez. Finalmente, deseo destacar la
actitud concluyente de los 27 Estados miembros de la antigua Comunidad Económica
Europea. Salvo Italia y Chipre, que hablan sotto voce de la democracia
representativa.
En estas horas aciagas de nuestra historia patria
traigo a colación La noche de la verdad, compilación de los 138 editoriales y
27 artículos de Combat, el periódico de la Resistencia francesa contra el
nazismo, escritos por su redactor jefe, el inmenso escritor francés Albert
Camus, nacido pied noir, a 18 kilómetros de Bone, segunda ciudad de Argelia.
Sus contenidos fascinantes ayudarán a encontrar el camino hacia el retorno de
la justicia y la libertad. El postulado esencial otorga la primacía a la
moralidad sobre la ideología y el realismo político.
La evolución espléndida de su pensamiento muestra su
primer paso conceptual al proclamar que el socialismo liberal parte de la
modestia, no se cree, por tanto, dueño de la verdad como ocurre con el
comunismo. Tal postura desató los ataques despiadados del diario l’Humanite y
del seminario Action, la trinchera periodística del poderoso partido comunista
de la época. Marcados los límites frente a las corrientes nihilistas,
fascismo, nazismo y comunismo, Albert
Camus afirma la posibilidad de que no haya un sistema político bueno, pero la
democracia es el menos malo. Un adelantado que logra poner en pie, gracias a sus firmes convicciones
democráticas, el hito infranqueable entre el socialismo marxista, seguido por
los partidarios de Castro y Chávez y los populistas españoles del “pequeño”
Pablo Iglesias y el socialismo democrático de Francia, bajo la égida del gran presidente Francois Mitterrand, que rinde
honores a la libertad en sus obras excelentes La rose au poing y Un socialisme
du possible.
Profesor de Derecho Internacional Público
Universidad Carlos III de Madrid
España – Venezuela
https://pararescatarelporvenir.wordpress.com/2021/02/04/jesus-eduardo-troconis-heredia-una-alianza-peligrosa-borrel-y-zapatero/
@coronilhartmann
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