Todo tiene su final, nada dura para siempre, tenemos que recordar que no existe eternidad. Héctor Lavoe (1946 – 1993), cantante puertorriqueño de salsa.
“No veo a Maduro
llegar al final del periodo constitucional. Dejar tres años más al gobierno
para que se achicharre en su propio aceite sería una irresponsabilidad”, dijo
con toda crudeza el presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, a la
prensa internacional, la cual destacó este anuncio de que la oposición
venezolana buscará la salida del jefe de estado, pero por vías
constitucionales.
Los dirigentes de
oposición se están moviendo hacia ese fin común, aunque con acciones y
declaraciones diversas. María Corina Machado, al frente de su Vente Venezuela
lo dijo en su tajante estilo: “Maduro debe renunciar para evitar que Venezuela
explote, para evitar que se desencadene una tragedia de consecuencias
gigantescas”. Andrés Velázquez y la Causa R introdujeron un proyecto de
enmienda constitucional para reducir el período a los cargos de elección
popular y despojarlos de la reelección indefinida. Si el congreso aprueba la
enmienda se produciría un referendo que, de resultar positivo, provocaría unas
elecciones presidenciales inmediatas.
Y muchos promueven la
posibilidad de un referendo revocatorio, que como dijo Henrique Capriles, ya
está en el lapso constitucional de ser convocado, al cumplirse este año la
mitad del periodo presidencial. Se barajan estas opciones: revocatorio,
asamblea constituyente o enmienda constitucional.
Sin embargo, a Maduro
no lo están sacando del poder la oposición ni el parlamento. Se está eyectando
él mismo con su absoluta ceguera ante los gravísimos problemas económicos y
sociales. La torpeza de su insistencia en justificar con una supuesta guerra
económica el caos del país, genera indignación. La incapacidad del gobierno,
aderezada con declaraciones y acciones de una estulticia ilimitada, obligan a
los venezolanos a concluir que no tienen remedio, que no enderezarán el rumbo,
que no tomarán las medidas necesarias para evitar el apocalipsis de Venezuela.
Insisten en mentiras
repetidas por todos los niveles oficialistas, sin un gramo de vergüenza. No
reconocen el rechazo que se produjo el 6 de diciembre y lo acrecientan
amenazando a los beneficiarios del gobierno, dejando bien en claro que sólo son
favorecidos los incondicionales. Se niegan a ser interpelados sobre el destino
de los recursos públicos, amenazan con usar el poder judicial para detener
investigaciones, sin entender que su conducta es de culpables, porque quien la
debe la teme.
Cuando el presidente
habla, la realidad cae como una lápida sobe él. Por ejemplo, Primero Justicia a
través de su misión Lupa estableció que el gobierno no ha construido un millón
de viviendas a través de la Gmvv. Dicen que son 280 mil y que por eso no
quieren que se apruebe la ley que da titularidad a los ocupantes, porque
sencillamente serían contados, dejando la mentira al descubierto.
A Maduro lo están
tumbando la escasez, la inflación, las carencias y la estupidez. El barril de
petróleo está a 23 dólares. Y da pena que el gobierno venezolano vaya de gira
por los países de la Opep pidiéndoles que recorten la producción, cuando Pdvsa,
que declara tener las mayores reservas del mundo, es incapaz de extraerlas.
Negociaron políticamente la Faja del Orinoco, se cansaron de regalar
petrodólares a aprovechados socios, para ahora pedirles ayuda en la Celac. Allí
vimos quienes son los “amigos” de Venezuela.
La situación
financiera del país es más que comprometida: este año debe pagar en servicio de
la deuda externa unos 10.500 millones de $$; las reservas internacionales están
en su nivel más bajo; el gobierno está empeñando en el mercado internacional lo
que queda de las reservas de oro; no hay un solo barco en los puertos porque no
hay divisas para importar; la producción nacional está afectada por el
incumplimiento del gobierno con los proveedores de materias primas; el sector
alimenticio enciende alarmas por niveles mínimos de inventarios; al sector
medicinas se adeuda 6.000 millones, por lo que afrontan una falla de 80% de la
producción. Además el gobierno tiene deudas tan sensibles como la de los 10.600
jubilados que viven en el exterior y no perciben sus pensiones desde septiembre
pasado. O la que incumplieron con los estudiantes en el exterior, que no pueden
culminar estudios y están pasando penurias. Cencoex está seco: no hay divisas.
Menos para Rosinés, que se fue a estudiar a París.
Los economistas
coinciden en que el gobierno no podrá pagar la deuda externa, cancelar aunque
sea parcialmente a proveedores en el exterior, importar alimentos y medicinas,
amortizar algo la deuda interna, sin buscar un préstamo serio, consolidado, con
planes y cifras claras. El mercado internacional le otorga a Venezuela una
probabilidad de default del 70% en 2016. Y Maduro no da una sola señal de
rectificación política ni económica. Mientras los venezolanos no consiguen
medicinas vitales, las madres penan por pañales y leche, los enfermos mueren de
mengua, el Despacho presidencial gastará este año en alimentos y bebidas Bs.
174.531.279. Casi 175 millones.
Lorenzo Mendoza,
presidente de Empresas Polar, dio una rueda de prensa donde destacó que “ el
país ya no aguanta más discusiones políticas y nos reclama un diálogo
transparente”. Sin embargo, él no ha sido invitado a dialogar. Aún así, ofreció
al gobierno siete propuestas concretas para destrabar la producción nacional.
Un gobierno prudente oiría al mayor productor nacional. Pero no. VTV ni
siquiera cubrió la rueda de prensa. A esa hora, pasaban un discurso del finado
en las pantallas.
Lo que viene, según
los economistas, es devaluación, aumento de la gasolina, más inflación y más
carestía. Venezuela se cansó y está ofreciendo la decorosa salida de la
renuncia. El tiempo se acaba: o se va o lo van. El juego se trancó.
Charito Rojas
Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas
Notitarde
Carabobo - Venezuela
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