domingo, 7 de febrero de 2016

LUIS DANIEL ÁLVAREZ V. EL MACABRO SACRIFICIO A HAITÍ

Anteponer los intereses políticos a los valores y principios puede resultar condenable, pero si se decide hacer hasta lo imposible, incluso sacrificando la paz y viendo con indiferencia la posibilidad de la violencia desbordada, entonces más que reprochable, la actitud se torna macabra y pasa a engrosar los renglones de las páginas de la ignominia y la perversión.

Decir que Haití afronta una de sus crisis más marcadas puede ser una frase que viene repitiéndose desde hace décadas siendo imposible que la oscura realidad pueda limitarse al campo de la economía, la política, la sociedad e incluso el manejo de los embates de la naturaleza, teniendo que estudiarse a la nación como un caótico ejemplo de aristas diversas. Sin embargo, la ingobernabilidad hace presagiar que al conjunto de males que aquejan al empobrecido país, le ha llegado una coyuntura mucho más violenta.

Mientras las elecciones son el instrumento que le permite a varios países salir de la crisis, en el caso haitiano parecieran haber profundizado aún más los problemas, pues los comicios del 25 de octubre del año pasado dejaron, después de días de espera, unos resultados polémicos que llevaron a que se formaran nubarrones de duda con miras a la segunda vuelta que no ha podido celebrarse y ha debido posponerse de manera reiterada mientras el caos, la violencia y las amenazas de grupos violentos se erigen como la noticia diaria.

En medio de su angustia, el presidente Michel Martelly solicitó a la Organización de Estados Americanos la convocatoria a una reunión extraordinaria para que se enviara una misión de mediación que lejos de ser un tema injerencista es un mecanismo de solidaridad. La petición coincidió con la reunión de la Celac que discutía el mismo tema en Ecuador. Lo que prácticamente fue un clamor del jefe de Estado haitiano, llevó a un largo debate en la OEA que finalmente se resolvió con una votación mayoritaria a favor de la petición. En contra votaron Venezuela, Brasil, Honduras, Nicaragua y Ecuador.

La posición de Venezuela fue la más enfática al cuestionar las actuaciones de Almagro y el alcance que pueda tener la convocatoria de reuniones hacia terceros países, evidenciando un dejo de inquietud. Lo lamentable de todo es que los sueños por acabar a la OEA y sustituirla por la Celac parecen seguir adelante en un grupo de países que no comprenden la realidad y que en sus planes, sin importar el costo que ello pueda tener, están dispuestos a todo, incluso a cerrar los ojos ante una realidad que finalmente, por más duro que parezca, pudiese sumir a Haití en una guerra civil que un país tan precario no tiene posibilidades de aguantar.

Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva

Caracas – Venezuela

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