El líder disidente
cubano Antonio Rodiles ha sido acosado, golpeado, encarcelado y podría haber
sido inyectado con una sustancia extraña —de la cual revelaré más enseguida—
por los matones de Castro. Y sin embargo, se muestra calmado e imperturbable:
“No van a detenernos”, me dijo Rodiles mientras almorzábamos recientemente con
su esposa, Ailer González.
La inteligencia
cubana, de corte soviético, está entrenada para aplastar el espíritu de los inconformes.
Sin embargo, el intelectual Rodiles estaba sereno y analítico mientras
describía los retos que enfrenta la oposición desde que el presidente Barack
Obama, con ayuda del papa Francisco, anunció en diciembre de 2014 una
reconciliación entre Estados Unidos y la dictadura militar de los Castro.
Uno de “los peores
aspectos de la nueva agenda”, me dijo Rodiles como un hecho “es que envía una
señal de que el régimen es un actor político legítimo” para el futuro del país.
Los extranjeros “entienden que es mejor tener una buena relación con el
régimen, y no con la oposición, debido a que esa es la gente que va a tener el
poder político y económico”.
En esta nueva
realidad, la oposición cubana es tratada como superflua. Los políticos
estadounidenses que visitaban la isla solían reunirse con los disidentes.
Ahora, Rodiles dice que “el contacto es casi cero”. Cuando EE.UU. reabrió el
año pasado su embajada en La Habana, se rehusó a invitar a la ceremonia a
disidentes importantes como Rodiles o incluso a Berta Soler, la líder de las
Damas de Blanco.
Rodiles dijo que la
misión de los cubanos a favor de la democracia es crítica y urgente:
“necesitamos cambiar el mensaje”. El régimen, afirmó, “no es el futuro de
Cuba”. Y este, dice, es el momento decisivo.
Si los Castro esperan
transferir el poder a la siguiente generación —ya sea a Alejandro, el hijo de
Raúl, o a un Tom Hagen cubano, el consigliere de la familia Corleone en la
película El Padrino,— de la misma forma que la KGB rusa obligó a Boris Yeltsin
a entregar el poder al veterano de la KGB Vladimir Putin, tendrán que hacerlo
pronto.
No obstante, señala
Rodiles, “si les dan el país a sus familias en la condición actual, será como
entregarles una bomba de tiempo”. Es por eso, me explica, que esta es una oportunidad
única para que surja la libertad. Pero las probabilidades de una transferencia
exitosa de poder son bajas en medio del desplome económico actual.
O al menos así sería
si Obama no le estuviera ofreciendo al régimen legitimidad y dólares, a la vez
que se rehúsa a reconocer oficialmente a la oposición.
Rodiles tiene una
maestría en física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y otra
en matemática de la Universidad Estatal de Florida. De 43 años, Rodiles regresó
a Cuba en 2010 y es el fundador de Estado de SATS, un proyecto para “crear un
espacio plural de participación y debate” en la isla.
El estado policial ve
esto como peligroso y ha aplicado todo su poder sobre la pareja. Amnistía
Internacional estuvo entre quienes pidieron su liberación cuando fue
encarcelado por 19 días en 2012. En julio, un agente de seguridad del Estado
golpeó a Rodiles mientras este tenía sus manos esposadas a la espalda.
El 10 de enero,
Rodiles y González, junto a otros críticos del gobierno, fueron atacados de
nuevo por una turba comprada en las calles de La Habana. Esta vez les dejaron
en la piel marcas parecidas a inyecciones.
Estas heridas son
preocupantes. En más de una ocasión Laura Pollán, antigua líder de las Damas de
Blanco, quedó con heridas abiertas después de ser rasguñada por agentes del
gobierno vestidos de civil. En 2011, luego de uno de esos incidentes, Pollán se
enfermó misteriosamente y murió en el hospital. El gobierno inmediatamente
cremó su cuerpo y la comunidad disidente ha sospechado desde entonces que fue
intencionalmente infectada por el régimen con un virus fatal.
En circunstancias
normales, la familia Castro tendría razones para temer por su futuro. Los
regímenes totalitarios colapsan, me recuerda Rodiles, “cuando la gente dentro del
sistema, no sólo la élite, sino la gente que está en el medio, los que
sostienen al sistema, comienzan a buscar otras posibilidades”. Lo hacen porque
reconocen que el futuro está en otra parte, así que “cambian o al menos dejan
de cooperar”.
Los cubanos jóvenes
buscan hoy esa alternativa. La promesa del régimen a Obama de oportunidad
económica y crecimiento a través de pequeños negocios es una farsa debido a que
la familia Castro opera como una mafia “y siempre lo ha hecho”, dice Rodiles.
Para tener éxito en el entorno actual, los jóvenes tienen que unirse al sistema
o escapar.
Aquellos que se unen
no son motivados por la ideología, sino por la búsqueda de poder. “Si les
podemos mostrar que nosotros somos los que tenemos el poder para transformar al
país, esta gente seguro preferirá estar con nosotros”.
El fracaso es
imposible para Rodiles. “No podemos permitir la transferencia de poder porque,
si lo hacen, podemos quedarnos con esta gente durante los próximos 20 o 30
años”.
Mary Anastasia
O'Grady
O'Grady@wsj.com
@MaryAnastasiaOG
Wall Street Journal
Nueva York - Estados
Unidos
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