Hay quienes optan por
callar y justificar los errores y faltas en las que incurren personas u
organizaciones con las que comparten un proyecto, conducta que se corresponde
con la frase "la ropa sucia se lava en casa", una opción muy
discutible, porque es contraria a la necesaria transparencia en la gestión pública.
Esta
consideración es consecuencia de que un
sector de los activistas pro democracia en Cuba, rechazan los cuestionamientos
y criticas de que son objetos algunos dirigentes que dentro o fuera de la isla, enarbolan propuestas y estrategias que tienen
como objetivo derrocar al régimen de los Castro.
Los opositores sin
que importen el lugar donde operen, no son perfectos. Hierran como cualquier
hijo de vecino y como figuras públicas, su actuación puede y debe ser
cuestionada si las circunstancias lo ameritan.
La gestión pública
implica victorias y fracasos, en
consecuencia, en el trayecto, se ganan
partidarios y adversarios y en muchas ocasiones, enemigos.
Los que asumen
posiciones de liderazgo, incluidos los que han llegado a distinguirse por
casualidad o por reflejo de influencias de terceros, están obligados a tomar decisiones, lo que
genera un porcentaje de aciertos y errores en sus acciones.
No hay persona
infalible y quien crea que un dirigente lo es, no pasa de ser un fanático, a la
vez que le inflige a la causa que defiende, un gran perjuicio, porque el liderazgo más competente necesita
de críticas y rectificaciones.
El discurso, el debate, la comparecencia
pública, la participación en eventos internacionales y cualquier otra actividad que tenga como fin
el establecimiento en Cuba de una sociedad democrática es de suma importancia, pero no se debe
perder la perspectiva qué el escenario y los actores del cambio están en la
isla y no fuera de ella.
Los exiliados no
deben tratar de imponer sus opiniones y valoraciones a los que cumplen la tarea
a favor de la libertad dentro de Cuba. Es un deber sugerir, aconsejar y apoyar
en todo lo que las circunstancias requieran, pero jamás tratar de exportar
estrategias y tácticas a un escenario conocido por otros actores que son los
que deben tomar las decisiones.
Los opositores al
interior de Cuba tienen la gran responsabilidad de hacer que los ciudadanos
reclamen de la dictadura respeto a sus derechos, a la vez de demostrar al
ciudadano de a pie que el gobierno es el único responsable de las precarias
condiciones materiales y espirituales en las que transcurre su existencia.
Deben trabajar con
los problemas diarios de la población. Denunciar la falta de agua y alimentos.
Las graves deficiencias en los sistemas de salud y educación, las dificultades en el transporte, la
corrupción, así como divulgar la gestación de una nueva clase que disfruta de
bienes y oportunidades a las que solo tienen acceso los que pertenecen a la
aristocracia política.
Es una labor compleja
y difícil. Cuesta arriba, pero el político debe interpretar y bregar por la
solución de los problemas del pueblo que pretende representar.
En el presente
algunas agrupaciones al interior de la isla procuran cumplir con la acción
social que demanda la población, sin
descuidar su proyecto de trabajar por un cambio de sistema. Es preciso combinar
y mezclar, la solidaridad humana con la protesta política, ambas tareas se
complementan.
Es posible que más de
uno manifieste que es fácil expresar esta opinión desde el exterior, cierto,
pero aun así no deja de ser una realidad, máxime si quienes lo expresan pagaron
su cuota por luchar contra el régimen cuando muchos callaban o eran sus
cómplices.
No hay razones para
enmudecer ante quienes pretenden hacer creer que la lucha contra el
totalitarismo se inició con su participación. Este proceso ha sido muy largo y
cruento. En alguna medida todos los cubanos han sido afectados, en derivación,
todos tienen derecho a opinar y demandar, y por supuesto, la obligación y deber de participar.
Otros habrán de
pensar que estas líneas son consecuencia de la frustración y la amargura, sentimientos que pueden estar presentes en la
mayoría de los hombres y mujeres que durante estas casi seis décadas han
confrontado sinceramente al castrismo, pero que no les inhabilita para expresar
su opinión y seguir trabajando a favor del cambio.
Cierto que el régimen
reprime, pero esa es una de las consecuencias que sufren los demócratas que
enfrentan las dictaduras en cualquier
país del mundo. A fin de cuentas el respeto,
admiración y solidaridad que han ganado a través de los años los opositores al
régimen totalitario, son el resultado de sus acciones y sacrificios, no solo
por sus discursos o proyectos, por luminosos que estos hayan sido.
Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
Estados Unidos
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