LA VOZ DE LOS CUARTELES ECUATORIANOS
A lo largo de diez años Rafael Correa trató de construir un régimen
personalista y autoritario para controlar todos los poderes públicos y sectores
de la vida nacional fundamentales, entre ellos los medios de comunicación. Los
ataques y amenazas a la prensa han sido constantes durante su mandato. En 2010
abortó un supuesto golpe de Estado, encabezado por la Policía Nacional, cuyo
verdadero fin parecía proveerse de una justificación que le permitiera alcanzar
el liderazgo indiscutible dentro de las Fuerzas Armadas y el resto del país.
Luego de muchas idas y venidas, y sobre todo luego de que su popularidad y
aceptación mermaran, renunció a impulsar una reforma constitucional que le
autorizara presentarse como candidato para las elecciones presidenciales del pasado
19 de febrero. A cambio optó por respaldar a Lenín Moreno, aspirante de Alianza
PAIS, movimiento político creado por el propio Correa.
Para concurrir a estos comicios
asegurando la continuidad de su poder, Correa intentó blindar los resultados
colocando en el Consejo Nacional Electoral (CNE) a algunos de sus
incondicionales. Durante la campaña electoral el candidato oficialista aparecía
con una clara ventaja sobre el resto de los aspirantes. La oposición
ecuatoriana no se aglutinó en torno de una formula unitaria, sino que corrió el
enorme riesgo de ir a esa consulta dividida. El sistema electoral establece que
para que el candidato ganador obtenga la Presidencia de la República en la
primera vuelta, debe obtener al menos 40% del total de los votos emitidos y
sacarle a su inmediato competidor no menos de diez puntos porcentuales. Durante
las semanas finales de la contienda comenzó a perfilarse que Guillermo Lasso,
principal representante opositor, obtendría una sólida votación y que sería muy
difícil para Moreno ser proclamado Presidente en la primera ronda.
El 19 de febrero ocurrió lo que
los sondeos de opinión habían pronosticado: Moreno, aunque resultó ganador con
38%, no obtuvo la victoria rotunda; Lasso se colocó segundo y a menos de diez
puntos porcentuales. Comenzaron entonces las maniobras del CNE. Su presidente,
Juan Pablo Pozo, declaró que había 5% de actas con inconsistencias numéricas y,
por lo tanto, que el organismo no podía dar resultados definitivos hasta que se
tuviese el total de las actas escrutadas. En el ambiente ventajista que había
caracterizado la campaña, aquella declaración se entendió como una señal de que
el Gobierno preparaba un fraude para favorecer a Lenín Moreno.
La oposición a Correa, que aunque
dividida constituye la mayoría del país, decidió movilizarse hasta las sedes
del órgano electoral en Quito, Guayaquil y otras ciudades ecuatorianas. La
tensión fue aumentando. El clima se enrareció. Se vio claro que el Gobierno
sólo podría imponer el fraude si reprimía las concentraciones populares en
defensa del voto opositor.
En este momento intervienen las
Fuerzas Armadas. El general de división, Luis Castro A., comandante general del
Ejército, se dirige al teniente general
César Marizalde P., jefe del Comando Conjunto de las FF.AA., para proponerle que convoque una reunión de
urgencia del Comando con el fin de analizar la situación nacional y, de ser
necesario, emitir un pronunciamiento de la institución con el fin de
“garantizar el bienestar y la convivencia pacífica y democrática en el país”.
El documento en cuestión, que ha circulado ampliamente por las redes,
iba dirigido con copia a los comandantes de las otras fuerzas. Este
comportamiento institucional de los militares acabó con las pretensiones del
CNE ecuatoriano.
El día martes 21 de febrero, Pozo señaló que, a pesar de que no se había
contabilizado la totalidad de las actas, ya existía una “tendencia marcada que
no podrá cambiar”, que aseguraba la realización de la segunda vuelta. El pueblo
en la calle y el apego de los militares a la Constitución obligó a retroceder
al autócrata de Ecuador. Las FF.AA., colocadas ante la disyuntiva de ser
cómplices de la estafa y reprimir a los ciudadanos, o colocarse del lado de la
Constitución, escogieron esta última opción
No se sabe quién ganará la
segunda vuelta, que será en abril. Por ahora sólo se conoce que Cyntia Viteri, quien obtuvo casi 17% de los
sufragios, apoyará a Lasso, y que la alternativa al correísmo, no obstante su
insensatez inicial (unida habría ganado la Presidencia en la primera jornada),
puede anotarse el triunfo en la próxima cita.
Quienes no creen en la salida
electoral para Venezuela, deben aprender de lo ocurrido en el país meridional.
Los procesos electorales suelen desencadenar cambios fundamentales. Aquí la
prioridad reside en exigir elecciones de gobernadores ya.
Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
Miranda - Venezuela
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