PIDO LA PALABRA
La historia de la universidad, es descriptiva de repetidos
enfrentamientos con quienes buscan apagarla, someterla o diezmarla en función
de conveniencias pérfidas.
La dinámica política rebasa no sólo dimensiones de espacio y tiempo.
También supera restricciones. Incluso, precisiones. Porque la política es la
esencia de la vida misma. De la vida de toda sociedad. De todo proyecto humano
que se plantee objetivos de existencia. De toda coyuntura individual o
colectiva. Y hasta de toda organización, empresa o institución.
Por eso la universidad, al igual que otra corporación que reúne
individuos para crear, maneja y evaluar conocimientos tanto como para sembrar,
cultivar y divulgar saberes, no escapa del ámbito en el cual se moviliza la
política. Todo así, por cuanto la universidad es un actor social con la
disposición necesaria para intervenir, inducir o transformar procesos que
discurren entre combinaciones de ocurrencias o de modo aislado. Pero cuando esta universidad tropieza con
intereses azuzados por factores reñidos con razones sociales, económicas o
culturales, no logra traspasar o tramontar las circunstancias que ocasiona el
hombre cuando se resiente en su devenir por la vida. Todo ello, por causa de
dificultades que frenan sus ambiciones, anhelos o ideales.
Es lo que induce, entre otras razones, las que devienen en argumentos
para borrar las huellas del camino que traza cuando se escribe la historia.
Esto dicho así, exalta una inmutable verdad que acontece alrededor de la vida
de toda sociedad que se precie de sus instituciones como adalides de su
crecimiento y desarrollo. Realidades de este tipo se prestan para esculpir
formas que encubren valores y principios sobre los cuales deben depararse las
fuerzas que cimientan instituciones montadas sobre derechos, facultades y
responsabilidades apegadas a la autonomía como expresión de libertad.
Este es el problema que está padeciendo la universidad venezolana toda
vez que sus dirigentes se refugian ante el miedo que se ventila desde los más
altos escaños del poder político. Pero también, por culpa no sólo del
desconocimiento en autoridades universitarias alrededor de lo que envuelve la
gerencia universitaria, la espiritualidad del universitario y las implicaciones
del término “autonomía universitaria” en lo que respecta al manejo filosófico,
sociológico y administrativo de la universidad en su concepción. Es decir, la
carencia de estas tres aristas que configuran el triángulo de gobierno
entendido como esquema representativo de la “gobernanza y gobernabilidad de la
universidad”.
Y no es que esta consideración busque impugnar el sentido político que
compromete el hecho de reconocer a la universidad como instancia de política.
Pues como refiere el inicio de esta disertación, no hay nada más integrado a la
naturaleza del hombre que no sea la política. Ya lo explicaban insignes
pensadores. De Platón en adelante.
Tampoco es que la universidad “está muerta” ni mucho menos. Por lo
contrario, está más viva que nunca ya que de haber fallecido, el oscurantismo
sería el paradigma que arroparía toda intención de conducción política,
económica y social. Afortunadamente, nada de eso está sucediéndose. El hecho de
advertir que la universidad venezolana está padeciendo de dificultades que han
provocado su extravío, no significa que languidece a consecuencia de los azotes
que le propina un poder político que continúa pataleando a pesar de haber
cavado su tumba y verse enterrado bajo el peso de sus propias culpas, males y
trampas.
Así que no suele ser extraño que cualquier institución puede evitar
debilitarse como resultado de los desafueros no controlables que el entorno
incite a manifestarse. Asimismo, a perturbar. Pero de ahí a caer menguada ante
el asedio de enemigos internos o externos, es otra cosa. Y la historia de la universidad,
es descriptiva de repetidos enfrentamientos con quienes buscan apagarla,
someterla o diezmarla en función de conveniencias pérfidas. Por tanto, no cabe
duda alguna de que la universidad sabe resistir los embates que la asedian. La
historia es el mejor testimonio de tanto valor. Es la misma situación que vive
no sólo cuando sus fortalezas se ven abatidas. Es también el problema de cuando
la autonomía universitaria se resiente.
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
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