Desde
que apresaron a Leopoldo López, y las campañas electorales de
2012 y 2013, cuando Henrique Capriles compitió por la presidencia
de la República, primero con Hugo Chávez, y luego con Nicolás
Maduro, la oposición no había contado con un líder que despertara
tanto entusiasmo popular, podría decirse fervor, como el que
levanta Juan Guaidó. Su talante sencillo, sin asomo de vedetismo,
ha cautivado a la gente.
Permitió que la esperanza surgiera
de nuevo. El año 2018 cerró con un pesimismo que hacía er
el futuro lleno de sombras. Más de 60% de los venezolanos creían
que los primeros seis meses de 2019 serían peores que el segundo
semestre de 2018, ya calamitoso.
En el segmento de venezolanos
comprendidos entre 18 y 45 años de edad, más de la mitad
quería marcharse del país. Guaidó logró detener ese sentimiento
de derrota y alzó el ánimo de la población.
El Presidente encargado
transmite consistencia, seriedad y coraje. La gente se ha ido
convenciendo de que puede confiar en él. Está alejado de la grandilocuencia
de Chávez y Maduro. No se regodea con la retórica vacía.
Ha mostrado un claro sentido pragmático.
El
parpadeo que tuvo la oposición el 23 de febrero cuando la ayuda
humanitaria no logró entrar por Colombia, ni por Brasil, pudo haber
conducido a una nueva frustración generalizada. El país y el mundo
vieron actuar a un régimen criminal, que se valió de asesinos para
masacrar a los voluntarios que se ofrecieron a pasar esa ayuda.Los
cuerpos represivos reprimieron a mansalva a los pemones; mató e
hirió a numerosos miembros de esa etnia indígena. El cinismo de Maduro
bailando mientras celebraba su trágica victoria, pudo haber desinflado
el movimiento nacido en enero.
Guaidó y su equipo, con la
audaz y provechosa gira emprendida por los países de Suramérica, lograron
sortear el temporal. El apoyo de los gobiernos amigos y el cálido
recibimiento recibido de los venezolanos que emigraron a esas
naciones, despejaron las dudas y reafirmaron su liderazgo. El viaje
coronó con la sorprendente y emotiva llegada a Venezuela por Maiquetía
y el recorrido hasta Las Mercedes.
Juan
Guaidó subraya cada vez que tiene la oportunidad los resultados
obtenidos por la alternativa democrática en apenas dos meses.
Se logró cohesionar a la oposición en torno a una estrategia común,
conseguir el respaldo de más de cincuenta países, aislar aún más
al desprestigiado gobierno de Maduro, colocar al régimen a la defensiva,
movilizar a los ciudadanos, adormecidos por la crisis y la desesperanza,
y levantar de nuevo la fe de los venezolanos en la reconstrucción
nacional.
Estas
conquistas son evidentes. En la nación se respira otro aire.
Pero, el optimismo no puede conducir a la ingenuidad. Sería un
grave error de juicio pensar que será sencillo doblegar a un régimen
que recibe la asesoría cubana, rusa y de otras dictaduras del planeta.
Que ha incorporado a elementos del ELN, a núcleos de las Farc
que no se acogieron al proceso de pacificación, a militantes yihadistas
de Hezbolá y a grupos vinculados con la delincuencia y el narcotráfico.
Algunos miembros de este conjunto abigarrado parecen estar
dispuestos a arrasar con Venezuela, antes de admitir su fracaso y
su derrota.
La
lucha por recuperar a Venezuela ha sido muy exitosa en muy
poco tiempo. La gira sugerida por Europa seguramente se traducirá
en mayores respaldos de las naciones democráticas del viejo
continente. Pero nadie puede asegurar cuánto durará este combate,
La batalla puede ser larga. Son muchos los aspectos acionales
internacionales envueltos.
Las presiones diplomáticas continuarán,
aunque no son suficientes para convencer a Maduro de que
debe dejar el camino libre para una salida pacífica.
La posible incorporación
de un grueso segmento de los empleados públicos subirá
la tensión. La soledad de Maduro y su corte será cada vez más patética.
El momento de quiebre llegará cuando el Alto Mando le diga:
señor Maduro basta de destrucción; abandone el país.Entonces
habrá concluido la usurpación y comenzará formalmente la transición.
En
la etapa actual se requiere cohesión plena de los dirigentes políticos
y del pueblo en torno de Juan Guaidó. Los factores más equilibrados
de la alternativa democrática deben actuar para aislar y condenar
a los irresponsables y envidiosos que no toleran el éxito meteórico
del joven Presidente encargado. O que le piden actuar a una
velocidad que no se corresponde con el ritmo de los acontecimientos.
Esos orates hablan de un supuesto acuerdo entre Guaidó
y Maduro, para evitar que lo apresaran cuando se presentara en
Maiquetía.
A
Juan Guaidó hay que protegerlo del régimen madurista y de ciertos
personajes que, en nombre de la libertad de opinión, dicen disparates
que provocan confusión y daño en momentos en los cuales
se requiere la unidad monolítica de las fuerzas del cambio. Vamos
bien porque vamos juntos.
Trino
Márquez
@trinomarquezc
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