A juicio de los más calificados y eruditos expertos en
estudios internacionales, la ruptura de relaciones diplomáticas es una de las
más graves patologías que pueden pasar las relaciones entre dos Estados
soberanos, únicamente superada por el enfrentamiento bélico, al que en muchas
ocasiones, no siempre procede..
Uno de estos autores Martinez Lage destaca que se
trata de “una decisión unilateral de un Estado (u otro sujeto de Derecho
Internacional) de poner fin a las relaciones diplomáticas que mantiene un país
con otro. Lo mismo que el establecimiento, la ruptura de relaciones es una
libre facultad de cada Estado, aunque, naturalmente obedece a razones muy
graves y es consecuencia de una aguda crisis en las relaciones entre los
Estados. A diferencia del establecimiento, la ruptura es un acto unilateral,
que no exige el consentimiento del otro Estado y sus causas pueden ser
diversas, y por su propia naturaleza esencialmente casuística, difíciles de
clasificar.
Otro autor en esta materia como Rosetto señala que las
injerencias, reales o imaginarias en los asuntos internos del Estado receptor,
así como las acusaciones de desestabilización del régimen político existente,
son las causas que con mayor frecuencia dan lugar a la ruptura de relaciones
diplomáticas, en tanto que Vilariño, calificado internacionalista, considera
que las ruptura de relaciones diplomáticas pueden ser consecuencia de tres
situaciones distintas: El deterioro de las relaciones bilaterales; actos de un
Estado considerados como “odiosos” por otro, y finalmente, por una decisión
colectiva de una organización
internacional.
Este último supuesto es relativamente menos frecuente
que los dos primeros. El artículo 41 de la Carta de las Naciones Unidas (ONU) ,
contempla, por ejemplo, la ruptura de relaciones diplomáticas dentro de las
posibles decisiones en caso de amenazas a la paz, quebrantamiento de la paz, o
actos de agresión. Pero es cierto que, por lo general, son otras las medidas
que acostumbran a adoptarse con más frecuencia dentro del marco del Capítulo
VII de la mencionada carta de la ONU, la cual puede recomendar por las mismas
razones, la ruptura de relaciones diplomáticas, como ocurrió con el caso de
España en el año 1946, cundo mediante la aplicación de la Resolución 39 se condenó al régimen del General
Francisco Franco.
También, en otras ocasiones, se ha producido la
ruptura de relaciones diplomáticas por acuerdo de un grupo de Estados, como
consecuencia de ciertas afinidades, así ocurrió en 1967, cuando los Estados
comunistas del llamado “bloque soviético” rompieron relaciones diplomáticas con
Israel, a ráíz de la guerra de los “seis días”. Poco antes, en 1965, siete
Estados africanos hicieron lo propio con el Reino Unido, como protesta por la
forma en que Londres había manejado la declaración de independencia unilateral e ilegal de
Rhodesia.
Por lo general, la ruptura de relaciones diplomáticas,
es la culminación de un proceso de deterioro de las relaciones bilaterales
entre dos países, que acostumbra, aunque no siempre, a responder a un crescendo
de gestos perfectamente identificables en la práctica diplomática.
La expulsión del territorio venezolano de la
embajadora de la Unión Europea en Venezuela, Isabel Brihante Pedrosa, por
instrucciones de Nicolás Maduro, quien con lenguaje poco diplomático y cual
guapo de barrio increpó la medida adoptada por el bloque comunitario europeo
que sancionó al diputado Luis Parra, y a
ocho miembros de la Asamblea Nacional oficialista, por narcotráfico, .
La torpe reacción de Maduro en procura de imitar
burdamente a su padre putativo Hugo Chávez, quien durante sus ocho años al
frente de los destinos del país hizo cuanto le dio su real gana en el tema
diplomático, generó una inmediata reacción de la Comunidad Europea, que a 24
horas de la medida anunciada por Jorge Arreaza decidió adoptar la misma medida
expulsando a la representante del régimen venezolano.
Esta visto y comprobado la improvisación del régimen
venezolano en materia de políticas públicas, y concretamente en Derecho
Internacional, como el caso que nos ocupa, pues los pasos previos a una
expulsión de un representante diplomático, lo primero que se hace en caso de
existir un conflicto entre dos países, es convocar al embajador de turno para
protestar, pues se trata de un acto diplomático frecuentemente, y en las
escalada de medidas, seguidamente plantear la salida de funcionarios de rango
subalterno del embajador.
Esta situación ha sido severamente cuestionada por distintos países, que critican la
actuación poco diplomática del régimen venezolano, lo cual se traduce en que
estamos en presencia de un gobierno no solo dictatorial, además de impostor,
sino que demuestra no tener interés en la mediación que había ofrecido la
comunidad europea para procurar resolver la crisis. Es decir, Maduro demuestra
poco interés en un proceso de mediación, y por el contrario acrecenta
obsesivamente su interés en mantenerse a como dé lugar en el poder.
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