martes, 20 de octubre de 2015

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, A 70 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

Más allá del desconocimiento, de los infundios, de la interesada calificación de los sucesos y de sus actores, la llamada Revolución de Octubre de 1945, debe ser valorada como un acontecimiento fundamental en nuestra historia.

Cuando el autoritarismo, el continuismo, la ausencia de plenas posibilidades democráticas, el ilícito manejo de los dineros públicos y una difícil situación económica afectaban a las mayorías nacionales como resultado de los efectos de la dictadura gomecista, -cuyo: "estado social" (A. Adriani) se mantuvo en el Congreso, en la falta de elecciones populares y en la permanencia de sus sucesores-, el movimiento del 18 de octubre irrumpió como un acto de transformación política estableciendo como objetivos esenciales: "enjuiciar ante los tribunales, como reos de peculado, a los personeros más destacados de las administraciones padecidas por la República desde finales del pasado siglo"; "convocar al país a elecciones generales, para que mediante el sistema de sufragio directo, universal y secreto, puedan los venezolanos elegir sus representantes"; adoptar: "inmediatas medidas encaminadas a abaratar el costo de la vida y elevar las condiciones económicas y sociales en que vive el pueblo".

Su programa había sido postergado por gobiernos incapaces de cambiar una sociedad atrasada, oprimida, mayoritariamente rural, sujeta a la autoridad de los caudillos ante los cuales las instituciones se subordinaban. Se hacía indispensable realizar: "una revolución política y social", que como señalara Rómulo Betancourt, empezase a corregir el rumbo: "...torcido a través de cien años de mentira republicana".

Una vez asumido el poder, el gobierno provisional anunció medidas trascendentes: la elaboración de un avanzado estatuto electoral; la creación de un consejo supremo con igualdad de condiciones entre los partidos políticos; la conformación de un gobierno de integración nacional con la presencia mayoritaria en el gabinete ejecutivo de figuras independientes; el respeto a las libertades políticas; la prohibición de actos de injerencias a los funcionarios públicos a favor de un partido; el reconocimiento de la soberanía popular como nunca antes en nuestra historia mediante la elección universal, directa y secreta de la Asamblea Nacional Constituyente y la aprobación de la Constitución de 1947, logros relevantes para la modernización de Venezuela.

Betancourt, presidente del gobierno provisional, diseñó y aplicó una política esencial para el futuro del país: defendió la integración nacional: "sin distingos, sin odios, sin recelos regionales";  estimuló la educación y el desarrollo de programas de alfabetización; decretó la realización de obras públicas con previas evaluaciones técnicas y suficiente respaldo presupuestario; auspició la justicia agraria sin despojos arbitrarios arrendando o adquiriendo tierras a terceros reconociendo así el derecho de los campesinos a las tierras, entre otros actos.

En distintos momentos visitó con otros miembros de la junta revolucionaria de gobierno las regiones del país no para propiciar: "conatos aclamacionistas" sino para saber: "si estamos gobernando bien o si estamos gobernando mal".

Defendió, como pocos, la pulcritud administrativa y dictó el decreto N 64 para constituir el: "jurado de responsabilidad civil y administrativa" que sentenció numerosos casos de peculado contra la cosa pública y que si bien: "ha podido incurrir en desaciertos..., los juicios de ese tribunal los hará cumplir el gobierno revolucionario".

Bajo la consigna de: "gobernar es dialogar", Betancourt estableció acuerdos con las Cámaras de Comercio y Asociaciones empresariales; creó el Consejo de Economía Nacional; fundó instituciones de crédito agrícola e industrial; enfrentó y resolvió los problemas de abastecimiento nacional; decretó el Instituto de Fomento de la Producción; apoyó la tecnificación del campo y estableció relaciones constructivas con el sector privado nacional sosteniendo como visionario estadista que: "unidos gobierno y los sectores de la producción, unidos gobierno, capitalistas y trabajadores; unidos todos los venezolanos en la gran empresa de realizar la segunda independencia nacional, la independencia económica, vamos a impulsar audazmente la producción nacional..., a fin de que no continuemos siendo tributarios de la importación extranjera".

Opuesto a la: "mandonería personalista" y al: "apetito egoísta de enriquecimiento en beneficio propio", Betancourt definió como demócrata que: "gobernar es servir", y ante la posibilidad de perder el poder afirmó: "si sucediere que el pueblo venezolano vota por la desacreditada gente ya perfilada en actitud oposicionista, nosotros le entregaríamos el gobierno a los hombres que hubiere escogido el pueblo en esas elecciones libérrimas".

Hoy se cumplen 70 años de ese crucial episodio de la historia republicana.

José Félix Díaz Bermúdez

@jfdiazbermudez

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