Más
allá del desconocimiento, de los infundios, de la interesada calificación de
los sucesos y de sus actores, la llamada Revolución de Octubre de 1945, debe
ser valorada como un acontecimiento fundamental en nuestra historia.
Cuando
el autoritarismo, el continuismo, la ausencia de plenas posibilidades
democráticas, el ilícito manejo de los dineros públicos y una difícil situación
económica afectaban a las mayorías nacionales como resultado de los efectos de
la dictadura gomecista, -cuyo: "estado social" (A. Adriani) se
mantuvo en el Congreso, en la falta de elecciones populares y en la permanencia
de sus sucesores-, el movimiento del 18 de octubre irrumpió como un acto de
transformación política estableciendo como objetivos esenciales:
"enjuiciar ante los tribunales, como reos de peculado, a los personeros
más destacados de las administraciones padecidas por la República desde finales
del pasado siglo"; "convocar al país a elecciones generales, para que
mediante el sistema de sufragio directo, universal y secreto, puedan los
venezolanos elegir sus representantes"; adoptar: "inmediatas medidas
encaminadas a abaratar el costo de la vida y elevar las condiciones económicas
y sociales en que vive el pueblo".
Su
programa había sido postergado por gobiernos incapaces de cambiar una sociedad
atrasada, oprimida, mayoritariamente rural, sujeta a la autoridad de los
caudillos ante los cuales las instituciones se subordinaban. Se hacía
indispensable realizar: "una revolución política y social", que como
señalara Rómulo Betancourt, empezase a corregir el rumbo: "...torcido a
través de cien años de mentira republicana".
Una
vez asumido el poder, el gobierno provisional anunció medidas trascendentes: la
elaboración de un avanzado estatuto electoral; la creación de un consejo
supremo con igualdad de condiciones entre los partidos políticos; la
conformación de un gobierno de integración nacional con la presencia
mayoritaria en el gabinete ejecutivo de figuras independientes; el respeto a
las libertades políticas; la prohibición de actos de injerencias a los
funcionarios públicos a favor de un partido; el reconocimiento de la soberanía
popular como nunca antes en nuestra historia mediante la elección universal,
directa y secreta de la Asamblea Nacional Constituyente y la aprobación de la
Constitución de 1947, logros relevantes para la modernización de Venezuela.
Betancourt,
presidente del gobierno provisional, diseñó y aplicó una política esencial para
el futuro del país: defendió la integración nacional: "sin distingos, sin
odios, sin recelos regionales";
estimuló la educación y el desarrollo de programas de alfabetización;
decretó la realización de obras públicas con previas evaluaciones técnicas y
suficiente respaldo presupuestario; auspició la justicia agraria sin despojos
arbitrarios arrendando o adquiriendo tierras a terceros reconociendo así el
derecho de los campesinos a las tierras, entre otros actos.
En
distintos momentos visitó con otros miembros de la junta revolucionaria de
gobierno las regiones del país no para propiciar: "conatos
aclamacionistas" sino para saber: "si estamos gobernando bien o si
estamos gobernando mal".
Defendió,
como pocos, la pulcritud administrativa y dictó el decreto N 64 para constituir
el: "jurado de responsabilidad civil y administrativa" que sentenció
numerosos casos de peculado contra la cosa pública y que si bien: "ha
podido incurrir en desaciertos..., los juicios de ese tribunal los hará cumplir
el gobierno revolucionario".
Bajo
la consigna de: "gobernar es dialogar", Betancourt estableció
acuerdos con las Cámaras de Comercio y Asociaciones empresariales; creó el
Consejo de Economía Nacional; fundó instituciones de crédito agrícola e
industrial; enfrentó y resolvió los problemas de abastecimiento nacional;
decretó el Instituto de Fomento de la Producción; apoyó la tecnificación del
campo y estableció relaciones constructivas con el sector privado nacional
sosteniendo como visionario estadista que: "unidos gobierno y los sectores
de la producción, unidos gobierno, capitalistas y trabajadores; unidos todos
los venezolanos en la gran empresa de realizar la segunda independencia
nacional, la independencia económica, vamos a impulsar audazmente la producción
nacional..., a fin de que no continuemos siendo tributarios de la importación
extranjera".
Opuesto
a la: "mandonería personalista" y al: "apetito egoísta de
enriquecimiento en beneficio propio", Betancourt definió como demócrata
que: "gobernar es servir", y ante la posibilidad de perder el poder
afirmó: "si sucediere que el pueblo venezolano vota por la desacreditada
gente ya perfilada en actitud oposicionista, nosotros le entregaríamos el
gobierno a los hombres que hubiere escogido el pueblo en esas elecciones
libérrimas".
Hoy
se cumplen 70 años de ese crucial episodio de la historia republicana.
José
Félix Díaz Bermúdez
@jfdiazbermudez
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