Causa risa la
arrogancia de Nicolás Maduro al anunciar su disposición a firmar el acuerdo de
aceptación -cualquiera fuere- de los resultados electorales del 6 de
diciembre. No está demás recordarle a
Maduro su compromiso de "tu a
tu" con Capriles, referente al reconteo de los votos que lo hicieron
presidente, haciéndose acreedor a un "jalón de oreja" por pecar de
ingenuo. El resto lo sabe el país,
Capriles recurrió a las instancias competentes -el tribunal de injusticia- recibiendo por respuesta que eso era
competencia del Consejo Nacional Electoral.
No es una travesura
política decir que sería mejor visto por los venezolanos, si firma
su propia renuncia. Difícil es entender que, después de tantas
demostraciones de incompetencia, permanezca al frente de la Presidencia de la
República. Los 16 años de tan mala
política gubernamental no son de su única responsabilidad, pero forman parte de
ese modelo caudillista de las
designaciones a dedo que terminan haciendo excesivo daño, porque además de no estar preparados
para el fin escogido, resultan unos enanos
con una carga de complejos que
manifiestan en un yoísmo recurrente
y una arrogancia desbocada.
"Lo que está a
la vista no necesita anteojos". El
período de Maduro culmina en el
2019, pero hay que preguntarse de qué santo se aferraría
para conservar la banda presidencial siquiera seis meses más. Cada día que pasa nuestro personaje se va
quedando más solo; en la realidad
interna la solidaridad es de apariencia y de los últimos intentos por raspar la
olla. Su patriotismo improvisado para la defensa de la soberanía y los golpes
efectistas contra el hampa son reflejos de un temor que en el argot popular se
conoce como "pancadas de ahogado".
El 6 de diciembre no está inscrito en el calendario como la fecha de la
entrega de la presidencia, pero sí la de la preparación de sus maletas.
Nada de lo dicho
asoma una salida diferente a la contemplada en la Constitución. En la oposición ni somos golpistas ni tenemos
vocación de aventureros, pero sí la
convicción de que un gobierno de transición está a la vuelta de la esquina. Venezuela reclama un acuerdo nacional ante la
crisis de gobernabilidad. El seis de diciembre
es el primer paso: votaremos por el regreso
a un país sensato, productivo y con presente para que todos volvamos a soñar con el
futuro.
Luis Garrido
@luirgarr
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