Arriesgándonos a fastidiar al más paciente de los
lectores, comprendiendo además que el tiempo no sobra, nos obligamos a
reflexionar mucho sobre el momento crucial por el que atraviesa nuestro país,
con un Presidente mendigando auxilio a sus iguales en el sub-continente
latinoamericano, tal vez suplicando que se recuerde, en especial a gobernantes
como los de Brasil (inmejorable ejemplo) que Venezuela les entregó dinero a
manos llenas que ellos avalaron se minimizara por la corrupción implícita en
cada compra realizada.
No en balde aparece Venezuela como el país más corrupto
de la región, comparable en el mundo solo con otros dos, cuyos Estados semejan
una mojiganga. Y la reflexión nos conmina a encontrar vías, no para sugerir
propuestas que estamos hasta el cogote de inscribirlas, sino para tropezar con
alguien capaz de acceder a la comprensión de quien pueda entender y se decida a
tomar medidas heroicas.
No es posible aceptar pasivamente este cepo en el que
estamos atrapados, sabiendo que los ciudadanos no somos para nada responsables
de la crisis. Porque aun quienes apoyaron a los gobernantes actuales lo
hicieron de buena fe en el 99 % de los casos.
No puede creerse que más de
50.000 personas (el 1 % de ese conglomerado elector) hayan votado
masoquistamente para exacerbar los problemas que lo afectarían directamente a
ellos y a sus familias.
Estamos entrampados, sí, pero elegimos a 112 diputados
que no pueden quedarse en el mero discurso, por interesante que pudiera ser, en
lugar de enfrentar a la macolla gobernante con ideas inteligentes (no las hemos
visto y podemos mostrarlas) que el pueblo digiera con facilidad para que
también reflexione, juzgue y prosiga decidiendo con su voto.
El discurso, aun
altisonante, por florido que pinte, a la postre puede resultar frustrante.
José Angel Borrego
periodistaborrego@gmail.com
@periodistaborr1
Anzoategui . Venezuela
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