“Hacer la guerra y hablar de paz”. Esta frase
definió con simpleza la estrategia desarrollada por el general Võ Nguyên Giáp
durante la guerra de Vietnam. En forma sencilla, pudiéramos resumir esta
táctica en la siguiente afirmación: las acciones guerreras estaban supeditada al logro de objetivos
políticos. Ellas, por si misma, carecían de valor estratégico.
Por el contrario, el
ejército norteamericano, colocaba todas sus esperanzas de triunfo en su
superioridad militar. Los acontecimientos probaron lo equivocado de esa
estrategia y lo acertado que estaba el general Giáp al colocar el acento en los efectos políticos
de las batallas militares. La denominada ofensiva de Tet, impacto de tal forma
la opinión pública americana que abrió
la senda definitiva para las conversaciones de paz en Paris. Lo demás es
historia conocida.
Con esta referencia
histórica intento ilustrar que la negociación siempre estará presente en el
ámbito de los conflictos humano, sea estos de naturaleza militar o político.
Pero en todos ellos es necesario desarrollar estrategias que presionen a los actores
a iniciar conversaciones y transacciones de naturaleza política.
La historia brinda
ejemplos que ilustran las
transiciones vía la transacción
política. Estas negociaciones se dieron en circunstancias difíciles y abortaron
soluciones de naturaleza violentas. Me refiero, por ejemplo, la España de
Adolfo Suarez (1932-2014); la ocurrida en Chile que permitió el traspaso del
poder político desde las fuerzas armadas, encabezadas por su comandante en jefe
del Ejército, Augusto Pinochet, hacia el presidente democráticamente elegido,
Patricio Aylwin.
Nuestra historia política ofrece ejemplos tácitos de
negociación para dar respuestas pacificas a situaciones de naturaleza
conflictiva. El Programa de Febrero constituyo la respuesta de gobierno del presidente Eleazar López Contreras al clima
de inestabilidad política que se experimentó en el país a la raíz de la muerte
del Juan Vicente Gómez. Su sucesor el general Medina Angarita, igualmente, dio
muestras de voluntad de negociación a los pedimentos democratizadores de la
oposición democrática de la época.
Con estos ejemplos
intento salir al paso a ciertas posiciones presentes en el seno de la oposición
democrática. Algunos sectores no ven la posibilidad de transacción ante la
profunda crisis que vive el país. Sostienen que este gobierno está muy lejos de
iniciar negociaciones conducentes a producir soluciones concertadas a la
crisis. Desde luego, hay cierta certeza en esa afirmación.
Me explico. Se
requeriría una fuerte resistencia popular para obligar a la gobierno a sentarse
a negociar una transición política en paz. Y, este componente está ausente, por
ahora. Hay un cierto “encantamiento” con las discusiones que se suceden en el
parlamento y que son trasmitidas, parcialmente, en vivo por canales televisivos.
Esta “distracción” y las próximas elecciones de alcaldes y gobernadores desvían
la atención sobre lo verdaderamente importante: los sufrimientos que padece la
totalidad de la población.
Ojo, la economía por
sí misma no cambia gobierno. Se requiere colocarla al servicio de la
resistencia política. Organizar la protesta cívica e intentar resumir la
profunda crisis que sufrimos en consignas políticas que interpele a la
población y la movilice en la búsqueda
de una salida política a esta crisis.
“Hablar de paz y
hacer la guerra”. La dirección política de la oposición debe traducir
políticamente esta consigna. Es indispensable obligar al gobierno a sentarse a
negociar una solución pacífica a esta crisis terminal que sacude los cimientos
de la nación.
En mi juventud los
sectores de izquierda intentaron movilizar a la población con la consigna “un nuevo gobierno ya”. Hoy
día, la mayoría de los venezolanos culpan al gobierno como responsable de sus
calamidades. “Nuevo gobierno ya” pudiera ser la consigna de la resistencia
cívica.
El Dr. Eduardo
Fernández visito la ciudad de Valencia y se reunió, en dos ocasiones y en
escenarios distintos, con personalidades representativas del acontecer
político, cultural e institucional de la ciudad. Durante sus presentaciones dio
a conocer una agenda compartida compuesta de cuatro objetivos: fortalecer las
instituciones democráticas, reactivar la producción y el empleo, desarrollar un
amplio programa social y promover una política de reconciliación nacional. Al
igual que la consigna de mi juventud, el
Dr. Eduardo Fernández se inclina, igualmente,
por la necesidad de “un nuevo gobierno ya”, dentro del marco de “una
cultura de paz, civilidad y entendimiento”.
Sin duda alguna. Solo
en el marco de grandes acuerdos podremos construir el camino hacia una
transición democrática en paz.
Nelson Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
Carabobo – Venezuela
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