"Como expresó
Pocaterra, no son sólo los generalotes los que se embuten en el poder, sino
todo un enjambre cortesano y encapotado de humanismo, cristiandad y
santerismo...que se aseguran latifundios en Barinas, condominios en NY o
castilletes Saint-Germain-des-Pré"
La AN acelera el
paso. A pocas semanas de su instalación se aprecian los alcances de la nueva
dinámica parlamentaria. Comisiones permanentes que conocen de casos de
corrupción, amnistías, reformas de ley como la del BCV, revisión de designación
de magistrados del TSJ, proyecto de repatriación forzosa de capitales sucios,
acatamiento de resoluciones de DDHH de órganos internacionales (ONU, OEA,
parlamentos foráneos), proyectos de ley para la producción nacional, todo en el
marco de la implementación de un plan de apertura a medios de comunicación y
ciudadanos, que está produciendo una restitución institucional de peso, para
ejecutar futuras acciones legislativas de mayor envergadura.
El país está entrando
en una fase inevitable de redefinición política. El gobierno asfixiado en un
modelo económico que nos condujo al colapso de los sectores productivos y a la
quiebra de nuestra economía, se empeña en mantener una política de control,
conucos urbanos y rentismo feudal, propio del siglo XIX, haciendo imposible
-técnica y racionalmente- crear la confianza para paliar la crisis. Pero la
historia republicana venezolana no cedió a los quiebres políticos provocados
por el desentonamiento de sus protagonistas, que no se ajustaban a las
exigencias de los nuevos tiempos. La llegada de Chávez no fue la excepción. Los
de la IV fueron saboteados por antipolítica y por su chalequeo ciudadano. Y
llega el nuevo gendarme disfrazado de revolución, e instala el nuevo
régimen. Pero su tiempo también ha caducado,
y la historia demanda rotación... Desde López Contreras no habíamos
experimentado un proceso de transformación social y político que haya durado
más de un lustro. La transición hacia la democracia con López se vistió de
civilidad y profesionalización de nuestras FFAA a la vez. López no toleró
partidos ni sindicatos, pero su gobierno tenía muy presente la alternabilidad
como elemento indispensable de evolución política. Y apretando la mandíbula, pero con
determinación institucional, supo pasarle el testigo al Gral. Isaías Medina
Angarita, primer soldado de la democracia.
Isaías permitió el
registro de partidos políticos, con lo cual nace AD en 1941. Pero no pudo
divorciarse de su positivismo sablero mismo que avivaba un generalato vetusto,
que la oficialidad llamaba "chapo e' piedra", por ser obstáculo de
los ascensos militares. Medina tampoco accedió a la consagración de la elección
universal, directa y secreta. Y es derrocado en 1945, dándole paso al trienio
adeco presidido por Rómulo Betancourt (1945 y 1948). Con la reforma de la CN de
1947, se convocan elecciones y otro líder de AD llega al poder, don Rómulo
Gallegos. Pero 8 meses más tarde es removido y lo sustituye el Cnel. Carlos
Delgado Chalbaud, quien ilegaliza a AD y obliga a Betancourt a irse al exilio a
NY, restituyendo la centralización del poder en las FFAA. En 1950 asume la
presidencia transitoria, Gustavo Suárez Flamerich, y en el 53 se instala el
Gral. Marcos Pérez Jiménez después de elecciones fraudulentas que desconocen la
victoria del partido URD y su líder Jóvito Villalba. En 1958 Pérez Jiménez es
obligado a salir del poder y un año más tarde asume por vía electoral, Rómulo
Betancourt (1959-1964), dando inicio a la democracia alternativa y de
quinquenios que conocimos hasta 1998. Historias que lucen cortas, pero tienen una
gran complejidad y prolijidad de madurez política, pasando en menos de un
cuarto de siglo, del caudillismo pretor, de montoneras y conjuras rurales, a la
democracia representativa, urbana bipartidista, educadora y pactada. En 1998
llega el taita Chávez, y retrocedemos a un militarismo sin disciplina de
Estado, de corte personalista y separado de la ley.
Si algo debemos
aprender de la era posgomecista es aquel sabio pensamiento de Bolívar que
expresaba, "no es bueno que los gobernantes estén mucho tiempo en el
poder, ni que el pueblo lo resista, porque aquellos se acostumbran a mandar y
los ciudadanos a obedecer". Una enmienda constitucional que reduzca el
periodo de gobierno y prohíba la reelección, es fundamental para conducir un
rescate democrático realmente evolutivo y moderno. Basta una enmienda aprobada
por mayoría simple, y en 30 días ir a referéndum. No es sólo recortar el
periodo a Maduro, sino la readopción de la alternancia como ideal democrático.
Una impronta de vanguardia liberal impostergable para dar paso a otra historia,
fresca, plural y progresista.
Como decía Pocaterra,
no son sólo los generalotes los que se embuten en el poder, sino todo un
enjambre dizque intelectual, cientista o gerencial, cortesano y encapotado de
humanismo y de quimera colectivista, matizado de cristiandad y santerismo, que
bajo lo mítico y la propaganda, se aseguran latifundios en Barinas, condominios
en NY o castilletes Saint-Germain-des-Pré. Y se acostumbran a mandar y
atiborrar, mientras el pueblo a sufrir y mendigar. Pero la gente ya les
reconoce y pide que se marchen. Como se fueron otros, y como llegarán los que
tienen que llegar. Pero por 4 años. ¡Ni un día más!
Orlando Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
Caracas – Venezuela
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