No es sencillo dejar de lado el Covid-19 para referirse a cualquier tema de orden político o de otra índole, pero es necesario dejar de lado ese tenebroso contubernio. Por ejemplo, el candidato del partido Demócrata norteamericano, Joe Biden, según las últimas encuestas, está superando a Donald Trump por la mala política aplicada por este para detener el avance de la pandemia china que parece que ha cobrado centenares de miles de muertos en ese país. Para terminar de escapar de este trillado camino, solo diré que, en el caso venezolano por el contrario, quizá por afinidad ruin este mal favorece al régimen, todos conocemos las razones, por tanto no merecen largas explicaciones.
El hecho es que la lucha por rescatar nuestra democracia no cesa a pesar del profundo malestar, desánimo y desilusión que priva en nuestros compatriotas por el simple hecho de que todavía Nicolás Maduro permanece en Miraflores. Desesperos en otras escalas sociales, como el suicida hecho de Macuto por ocho hombres armados con intenciones de derrocar al régimen o quizá con otros propósitos, es un acto valeroso, pero descocado, perfectamente demencial.
De manera que, toda opinión que se genere sobre la acción política nacional de unos cuantos meses para acá tendrá una respuesta descompuesta, disconforme. Hasta los partidos que conforman el G4 que caminaban de la mano del presidente Juan Guaidó se han echado a un lado bajo un manto de silencio, no sé si prudencial o protestaria. Según comentarios en corrillos, esa mudez es consecuencia de algunas diferencias con el acuerdo entre Guaidó y el gobierno de Donald Trump. A partir de allí, se dejaron de lado las campañas organizativas que estos partidos políticos venían llevando a cabo preparándose para unas probables elecciones presidenciales o parlamentarias, o ambas al mismo tiempo. Bien, buena parte está en manos de lo que sea capaz de hacer por nosotros el gobierno del norte; por ahora no se ve otro camino diferente a este.
Sin embargo, no se rechaza de un todo la factibilidad de conversaciones con la idea de buscar una salida electoral. Se pulsea, como es natural, entre ambas fuerzas por conseguir las mejores condiciones que prevalezcan para asistir a esa contienda electoral, si fuera el caso. La terrible crisis económica, la hambruna, las carencias de lo más elemental también ponen a pensar al régimen, que no encuentra la manera de ocultar su tétrica impotencia. Pero se mantiene la vigilancia permanente en el mar Caribe desconociéndose a ciencia cierta el alcance de sus propósitos.
En definitiva, el desenlace de este drama que vivimos hoy radica en que “nosotros solos no podemos”; esa es la esencia del asunto. Sin que esto signifique que la oposición democrática no continuará haciendo su trabajo en búsqueda de unas elecciones libres, limpias, de ser posible como lo señalaba más arriba. Insisto, ¿cómo oponerse si más del 85 % de los venezolanos desea un cambio político con preferencia por la vía pacífica, electoral, sin desdeñar otras opciones? No deben caber dudas de que todo lo que se lleve a cabo deberá ser consultado y convenido previamente con el gobierno del norte, aunque la decisión final nos corresponda tomarla a los venezolanos…
Rafael García Marvez
garciamarvez@gmail.com
@RGarciaMarvez
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