En memoria de José Sorzano
El
régimen de La Habana está desesperado. Pretende que Biden, cuando comience a
gobernar, le saque las castañas del fuego. Venezuela está en la lona. La crisis
no tiene fin y se agravará con cada día que pase. Las relaciones con Rusia no
son buenas. Cuba no tiene dinero para pagarle a Moscú las obligaciones a las
que se había comprometido tras la condonación de las nueve décimas partes de la
deuda. La Habana comisionó a Ricardo Cabrisas para que le explicara a Rusia la
mala nueva. Obviamente, el señor Cabrisas le echó mano a la excusa de la
devastación dejada por el coronavirus y, claro, al socorrido embargo.
El
problema coyuntural es la pandemia, pero el problema de fondo es el sistema. No
funciona. No ha funcionado nunca en ninguna latitud ni con cualquier tipo de
líderes. Es verdad que Fidel Castro era un caotizador, pero Stalin, Gomulka,
Rákosi o Mao no lo eran y también fue un desastre.
Sencillamente,
si se trata de crecer e innovar, no hay sustituto para el sistema de propiedad
privada y mercado. Los chinos y los vietnamitas lo han demostrado otra vez. Es
cierto que no tienen regímenes democráticos, y eso es una gran calamidad, pero
al menos tienen desarrollo. Cuba carece de desarrollo y de libertades y quiere
que otros le financien el desaguisado.
China
tampoco es una fuente probable de ayuda. No parece interesada en irritar más a
Washington. Además, como es un país muy viejo, y con buena memoria, sabe que
ayer, en el siglo XIX, el emperador del Celeste Imperio le escribió a los reyes
de España preocupado por el rumor de que en la lejana Cuba, entonces colonia
española, los criollos se hubieran comido –literalmente- a un par de chinos.
“Comerse a un chino por la trenza” no es, pues, una metáfora popular que denota
el hambre habitual vinculada al comunismo, sino una triste historia real. O un
rumor, pero ya sabemos que cuando el río suena, es porque algo trae.
No
creo que Biden muerda el anzuelo. Por lo pronto, tiene dos mensajes
contradictorios sobre la mesa. Uno es de John S. Kavulich, el más viejo de los
lobistas pro Cuba en Estados Unidos, en el que veladamente le promete el oro y
el moro si levanta el embargo y las sanciones impuestas por Trump.
Simultáneamente, le propone 15 nombres de otros tantos personajes de las
finanzas o la política americana para servir de embajadores en Cuba, que deben
ser más “negociadores” que diplomáticos.
El
otro es de William M. LeoGrande (American University) y Peter Kornbluh
(National Security Archives), dos viejos procastristas. Fue publicado en The
Sun Sentinel y, desde el título, le advierten al presidente electo, que “Para
la política hacia Cuba el ‘dando y dando’ está condenado al fracaso. Lo que
quiere decir, es que se olvide de pedirle al gobierno cubano que abandone a
Maduro o moderación en su política exterior, porque no se puede tocar ni con el
pétalo de una rosa el tema de la soberanía cubana.
En
realidad, Joe Biden no tiene que tomar una decisión precipitada en el tema
cubano. Tiene todo el tiempo del mundo para ver cómo evolucionan las cosas. El
régimen cubano es el que necesita desesperadamente EE.UU y no al revés. USA
puede sentarse a esperar y tener en consideración varios asuntos muy notables.
Primero,
es cierto que, como le dijo John Kerry, excanciller de Obama, a Andrés
Oppenheimer (CNÑ), que el régimen cubano no había actuado como esperaba el
presidente Obama a la apertura sincera que le ofreció su administración. Había
arreciado la represión dentro de Cuba (encarceló, entre otros, a José Daniel
Ferrer, un famoso disidente cubano extraordinariamente valiente).
Segundo,
la situación en Cuba no es la misma que en diciembre de 2014, cuando se reanudaron
las relaciones entre los dos países. Se le dijo Eric Farnsworth, VP del Council
of the Americas, a la periodista Nora Gámez en un artículo en The Miami Herald
y en El Nuevo Herald. En el 2016, cuando Obama viajó a La Habana y pronunció un
formidable discurso, le valió un ataque muy revelador por parte del castrismo.
Tercero,
no todo lo que hizo Donald Trump estaba equivocado. Fue correcto mudar la sede
diplomática a Jerusalén (como había prometido el Congreso), revisar el tratado
con Irán y organizar el respaldo
internacional a la oposición democrática venezolana. De la misma manera,
castigar a los corruptos y a los violadores de los Derechos Humanos con
sanciones personales tiene un amplio respaldo en el mundo entero y en la
sociedad norteamericana. Al fin y al cabo, se iniciaron con Bill Clinton y
luego siguieron George W. Bush y Barack Obama.
Cuarto,
es legítimo que Biden trate de conquistar para el Partido Demócrata el Estado
de Florida en las próximas elecciones con sus 29 votos electorales. Los
hispanos son un tercio de los votantes en Florida. Es difícil que eso se pueda
lograr sin el respaldo cubano, venezolano y nicaragüense. En ese sentido, las
sanciones personales contra los violadores de los Derechos Humanos y los
corruptos son medidas plausibles.
Quinto,
diez presidentes antes que él intentaron el quid pro quo. Incluso el demócrata
Jimmy Carter, le propuso al régimen cubano abandonar África a cambio del
levantamiento del embargo. Pero en ese momento estaba vivo y mandaba Fidel
Castro, el más tenaz de los gobernantes antiamericanos. Fidel ya no existe.
Raúl casi tampoco, pero lo más importante es que en la Isla apenas hay
defensores de un sistema radicalmente empobrecedor. El día 1 de enero de 1959,
hace 62 años, se inauguró el comunismo en Cuba. Hay que ser un subnormal
profundo para creer que ese sistema algún día redimirá al pueblo cubano.
En
todo caso, un gran experto en las relaciones de USA y Cuba, me escribió algo
que me dejó pensando: “Las medidas del trumpismo y otras anteriores se pudieran
revisar unilateralmente a la luz de avances concretos, verificables e
irreversibles en el proceso de reformas internas en Cuba, emprendidas por el
gobierno cubano en el campo económico y de derechos civiles”. Antes me había
dicho que el régimen, si quería abrirse, tenía una oportunidad dorada con el
Movimiento San Isidro, un grupo de artistas y músicos que protestó por la
represión de que era objeto. Sencillamente, la dictadura no puede ignorar a la
oposición.
Por
ahí, sospecho, van los tiros.
montaner.ca@gmail.com
@CarlosAMontaner
España-Estados Unidos
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