En el escenario planteado la oposición
participando unida y en masa mataría dos pájaros de un tiro. Se saldría del
régimen y ganaríamos la mayoría de las gobernaciones y alcaldías. Un país
dividido institucionalmente como el que tenemos no es sustentable y sería el
momento apropiado para ponerle fin al dualismo de las más importantes
funciones.
De no lograrse el objetivo planteado el
ausentismo electoral volverá a ser manifiesto y en los únicos lugares donde
alguna gente saldrá a votar es allí donde hay que defender alcaldías y
gobernaciones opositoras. En esos sectores al escaso voto gubernamental se le
sumará el de aquellos electores que se niegan a que se pierdan algunas
posiciones ganadas en el pasado. En este último escenario se profundiza la
crisis institucional, con la ausencia de legitimidad y legalidad.
Lo más probable es que el régimen se niegue a
cumplir la Constitución en cuanto a que se active el referéndum revocatorio
presidencial. Sin embargo, al negarlo quedará al descubierto y en entredicho.
Es más, el que una inmensa mayoría del país evalúe a Maduro y presione por
ejercer el derecho a revocar lo pondrá a la defensiva y será un gran momento
para la alternativa democrática.
No hay excusas. El revocatorio tiene que ver
con algo que toda la alternativa democrática quiere que suceda. El cambio de
Maduro. Rechazar una gestión desastrosa y abrir la posibilidad a unas
elecciones presidenciales que cambien el destino de las últimas dos décadas. El
tiempo se agota. Maduro se acerca a nueve años en el poder. Nunca entendió que
como jefe de estado tenía la responsabilidad de la unificación del país y este
se dividió gravemente. Como jefe de un gobierno de facto no ha sido ni siquiera
capaz de encauzar la economía, a pesar de contar con los más amplios poderes.
Somos un estado fallido en vías de desaparición. Hay que actuar y con mucha
rapidez…
oscar.arnaln@gmail.com
@OscarArnal
Venezuela
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