Andres Eloy B lanco, Cesar Miguel Rondon y Cesar Rondon Lovera |
Hace
tal vez dos meses me sentí
tentado a escribir lo
que ahora garabateo. Por un
momento creí mi deber expresar mi grima.
Fui aludido, como miembro
directo de esa cohorte de
niños mexicano-venezolanos a que
aludió en esos días un amanuense
del régimen , un ignoto integrante de la claque
de yes-men que se granjean enchufes
mostrándose estelaristas del odio
vocacional . Quiso este quídam poner en duda la legítima venezolanidad
de alguien que ha ostentado
con más
brillo y categoría su
gentilicio que cualquiera de los fiscales asignados por el régimen para
cooptar toda iniciativa digna.
Y quiso devaluarlo con un inédito calificativo.
Mexicano-venezolano. Qué lastimero papel . Pero
ante la desproporción entre
ofensor y agredido, opté por esperar la
respuesta del lado noble.
Cesar Miguel Rondon |
Arremetió contra
César Miguel Rondón a nombre de la oficina que por sus andares parece haber sido creada para honrar la memoria de Joseph Goebbels, y que con
seguridad se nutre
de la teorías desarrolladas
en Mein Kampf, y se prodiga
en muestras de desubicado
patrioterismo, aquello que para
Hemingway era el último refugio
de las sabandijas. Tal vez
el autor material del atentado a la libertad de expresión no se haya enterado, pero somos un grueso
contingente mexicano/venezolano que acepta
ser ubicado ese mismo o
parecido limbo. Unos
que nacieron allá, otros que
nacimos acá pero fuimos arrancados
de la cuna antes de caminar. Todos ellos
guardamos un recóndito agradecimiento a la valerosa
tropa que sacó de su casa a
Rómulo Gallegos a los 8 meses de
haber sido electo con 70 % de los votos, para acomodarse ellos a
arreglar el país. De
aquellos descienden éstos. Recibimos una temprana lección de lo que era el país
en que nuestros padres vivieron,
y de la calidad de sus oficiales. Y al mismo tiempo, nos dieron
la ocasión dorada de crecer en el
imperio-virreinato-república- breve
imperio y nuevamente república
civil, por la que Vasconcelos
proclamó “Por mi raza hablará el espíritu”.
Pueblo ejemplar
que vivió una cruenta
contienda de 20 años surgida
de una sola frase Sufragio Efectivo No reelección. Frase
indescifrable para la montonera
entronizada en Venezuela, impermeable
para los oídos de quienes han
reducido la vida civil en
Venezuela a un pobre guiñol. . De
aquella emigración se nos quedó
polvo de México en el alma. Como a Lowry. “Y asina”
fue que el alabardero se extravió
en su propia insustancialidad. O
el que lo arreó a escribir.
Al contrario, Cesar
Miguel Rondón, a quien se pretendió intimidar
con ramplona amenaza, salió erguido de la mísera
emboscada. Hace una semana en un hermoso
símil revivió el casi
olvidado episodio del autosecuestro del líder de la CTV en la edad
de la democracia civil y
dejó constancia para las generaciones nuevas de una
muy antigua forma de vivir. La
decencia . César en esos dos hitos se enaltece y reafirma su sólida condición de voz
del decoro ciudadano .
Entre uno y otro momento mis
propias pequeñas historias
brotaron de entre los escombros de la memoria. El exilio venezolano en México es cosa de historiar. Entre
desarraigos, penurias y apuros se
tejió una de las comunidades más solidarias de que se pueda
tener noticia. Bien lo cuenta CM en su
notoria declaración. Una red de
asistencia mutua llena del amor que s e
puede tener por una patria que se veía
representada en cada cabeza de
venezolano. Y en aquella tribu me hice particular amigo de César Rondón Lovera. Amigo, sustancialmente. De mis
7 años a los 9, en que compartí aficiones
con el joven de casi 30 , puedo
llegar a decir que fue una singularísima
relación en la que el interlocutor me hacía sentir de
tu-a-tu y contemporáneo por
ratos, o competidor leal en
otros . Entre aquella copiosa red de paisanos,
encontré en César un aficionado
al pancracio - deporte nacional de México después del
soccer- la singular e incomparable lucha libre, y un
formidable forista en aquellas memorables sesiones de sabedores de tauromaquia, posteriores a
unas cuantas corridas en la Plaza
México o El Toreo, unas veces en Las
Chalupas, otras tardes- menos afluentes- en comederos más modestos.
Mi libresca y diminuta cultura taurina, apurada a trompicones
de los tomos de Los Toros de Cossio, encontraba auditorio mientras
identificaba en la arena gaoneras, trincherazos o manoletinas o recitaba de memoria nombres de
toros asesinos de la historia.
Tanto Andrés Eloy, como César, como Rafael José Neri, o Pedro Beroes, fueron incógnitos catedráticos para el
entusiasmo torero que se
desarrolló luego. Andando el tiempo CR subiría a la Presidencia de la Comisión Taurina ejercida en el Nuevo
Circo de Caracas .
Los viernes , noches de lucha libre regia, disfrutamos mi padre y yo
de ese cuadrilátero de gladiadores ,muchas veces visitados por el
amigo gustador de la refriega . Y una noche célebre, en
noviembre de 1953, la lucha más esperada.
Tarzán Lopez, ídolo de varios
lustros, comparable con el mítico Santo, en el fervor y casi culto
popular, contendor técnico, de los denominados “limpios”, exponía su corona mundial
del peso medio ante un
japonés nacionalizado llamado Sugi Sito. A este lo había
convertido yo en mi favorito, tras 2
años de
dedicada lectura del panorama de los enmascarados del ring
mexicano. Aquella noche la lucha
encarnizada llegó a las 3 caídas (o
rounds). Mi padre a favor
irrestricto de López. César, discreto, también apoyaba a Tarzán, sin
exhortaciones. Pero ganó el
japonés! Y yo salté de contento, para luego recibir un
formidable sermón de mi padre sobre mi incalificable conducta,
mi vituperable favoritismo por ese
extranjero , mi falta de gratitud hacia
el país magnifico que nos acogía. “Mudo,trémulo, en la sombra” quedé en mi
habitación repleta de
revistas deportivas, y César se despidió. “Buenas noches Sugi Sito”. De ahí en adelante ese fue el nombre con el que me distinguió
mientras duró el exilio.
“ Y como estás Sugi Sito?”.
Cesar Miguel y su Padrino Luis Felipe |
El 21 de mayo de 1955 era el bautizo de César Miguel. el
primogénito. El 20 en la noche, el homenaje a Carnevali, muerto en la penitenciaria de San
Juan de los Morros un año antes. Después
del discurso, camino al amanecer,
rompió la oscuridad de la calzada un
Cadillac ebrio, y el sacramento quedó
postergado. 2 años después me tocó
representar a mi padre en la aspersión de la aguas lustrales, tan
azorados el bebé como
el padrino vicariante. El
bebe creció en conocimiento
y circunspección a una velocidad
tal que ya era firme candidato
al selecto grupo de Mickey
Mantle, Orson Welles y Mozart, los más
emblemáticos niños prodigio.
Y quedó ese padrinazgo como
uno de los más
preciados legados de mi padre, de
México, y de las vueltas
inescrutables de la fortuna.
Luis Felipe Blanco Iturbe
luis_b2002@yahoo.com
@capgarfio
Miranda - Venezuela
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