Todas las miradas van
en dirección al 6 de diciembre. Es tal el rechazo contra el gobierno que las
parlamentarias tienen un ingrediente esperanzador -más allá del objetivo- como es la conformación de una nueva Asamblea
Nacional que dé la cara por los venezolanos, poniéndole fin a la vergüenza de
esa gallera controlada por una mayoría oficialista que solo responde a los
mandatos del régimen. Este sería el primer paso para restablecer el
orden de la reconstrucción de la Venezuela democrática, hoy con su pueblo
agobiado por la impaciencia,
viviendo en la añoranza del país próspero, digno y justo,
actualmente represado en su desarrollo por la revolución corrupta del chavismo.
La orientación está
definida: el 6 de diciembre ganaremos y cobraremos. Pero no nos ilusionemos con que Nicolás -en medio de su decepción y fracaso- tomará el teléfono rojo para felicitar a la
dirigencia opositora; al contrario, se
atrincherará en Miraflores elucubrando una asonada aventurera; su histerismo, puesto a prueba en las diarias y aburridas
alocuciones así lo demuestran. El sonido
de las piedras arrastradas por la fuerte
corriente anuncia que algo diferente va a pasar después del 6 de diciembre. La
fórmula de la transición como salida ante la crisis generada por la
incompetencia de Maduro va tomando mayor
fuerza con el paso de los días.
No está lejos el diálogo
gobierno-oposición; desistir
de él causaría desencanto.
A Nicolás le quedan dos caminos: renunciar o cargar sobre sus espaldas
el resultado de la reacción de un pueblo bravo.
Cuando hablamos en
términos victoriosos es porque los venezolanos a golpes y sufrimientos abrieron los ojos frente al cambio de vida. La inseguridad y la muerte están desatadas,
arruinaron la economía, hicieron inaccesible -además de lo escaso- los precios de la comida y las medicinas, la
atención pública hospitalaria es
vergonzosa: carecen de eficiencia para aplacar la indignación.
No podrá ocultar el gobierno que en pocos días
se multiplicarán los desengañados, la brillante idea del difunto vivo de
designar a su pupilo naufragó; lo que significa que a la mayor brevedad se hace
necesario articular equipos para un cambio de modelo económico-político como respuesta
a la miseria. En esta dirección
tendremos el gobierno de transición
requerido desde hace tiempo por el país.
El diálogo entre las partes opuestas
es imprescindible, angustiosamente necesario; será un paso adelante para el reencuentro con
la democracia.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo - Venezuela
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