No, no se trata de una nueva
misión del gobierno. “Misión rescate” es el nombre que en Latinoamérica se ha
dado a la película “The Martian” (el marciano) del afamado director Ridley
Scott. Se trata de la historia de un astronauta que se queda atrapado en Marte
cuando sus compañeros del Ares III, huyendo de una inesperada tormenta, le
abandonan al creerle muerto. Los hechos se sitúan en el 2030 (tercera
presidencia de Maduro). Mark Watney tendrá que sobrevivir en medio de
circunstancias atroces: sin comida, sin agua, sin medicinas, sin electricidad y
sin ningún medio de comunicación…. En fin, como los venezolanos de hoy, para
que se entienda mejor. Lo único que el no tiene, en comparación con nosotros,
son malandros, pero si tomamos en cuenta que Marte es un planeta deshabitado,
de haber existido uno solo, le habría tocado a él.
La película de lo que trata, en
definitiva, es de la lucha de un ser humano que intenta buscar salidas en medio
de una situación límite y desesperada. Es una oda a la esperanza, contraria a
toda forma de fatalismo y resignación. Es la historia de como el ingenio humano
puede aportar soluciones a problemas que parecen irresolubles, de la
supervivencia en condiciones extremas. Mark pone a funcionar su ingenio: repara
los paneles solares para cargar las baterías, hace un listado de la comida que
le queda y de como rendirla, como si viviera en una economía
hiperinflacionaria. Gracias a sus conocimientos de botánica, desarrolla un
sistema para cultivar papas en el balcón de su estación espacial, usando sus
propias heces como abono, según recomendaba una ministra de Houston. Mantiene
su vehículo en condiciones, aún sabiendo que le será imposible conseguir
cauchos, así como ningún tipo de repuestos ni batería.
Al final, gracias a su ingenio y su
espíritu optimista, el astronauta logra ser rescatado por sus compañeros de
misión para traerle de vuelta la tierra. Esta película nos deja algunas
enseñanzas a los venezolanos en medio de esta intensa lucha por sobrevivir al
gobierno que desarrollamos:
Cuando todo parece que esta en tu
contra y tus posibilidades de supervivencia parecen nulas, tienes dos opciones:
resignarte o ponerte a trabajar. Si tomas el segundo camino hay muchas
probabilidades de que fracases, es verdad, pero si tomas el primero, puedes
estar completamente seguro de que fracasaras. Tener esperanza es tomar algún
camino, por distante, imposible y remoto que parezca.
Si no haces nada por tu cuenta y
esperas solo por la ayuda del gobierno, seguro vas a morir y puede que en
Houston nadie se entere ni siquiera de que estás vivo en Marte. Eso traducido
en lenguaje criollo quiere decir que tendrás que salir adelante, aun a
sabiendas de que el encargado de defender tus intereses puede ser tu principal
enemigo.
Toda preparación técnica, toda
habilidad debe ser potenciada. Dependes sólo de tu ingenio para sobrevivir.
Tendrás que descubrir como se sustituye la proteína de los huevos y la carne. A
vivir sin desodorante ni champú.
Un hombre es también la humanidad
entera. Por más que pienses que no te ha tocado a ti, que estás libre y que has
podido salvarte, cuando le friegan la vida alguien, es decir a tu prójimo,
aunque no te des cuenta, te la están fregando a ti también. Ponte pilas, el
espacio exterior es lo más parecido un gobierno arbitrario: si no estás atento
te devora.
Cuando se te presente un
problema, resuélvelo. Seguramente detrás de ese problema vendrá otro, también
tendrás que resolverlo. De eso se trata la vida, según nos enseña Scott, de ir
resolviendo problemas en la medida en que se presentan. Ganar la asamblea
parecía imposible, ahora parece imposible que la asamblea funcione. Funcionará.
En definitiva, luego de ver la
película, uno comprende que lo más parecido a estar desesperado en Marte en el
2030, es vivir en Venezuela en el 2016. Allá porque hay ausencia de gravedad,
aquí porque la gravedad es excesiva.
Ojalá nuestra película tenga
final feliz.
Laureano Márquez
eventos@laureanomarquez.com
@laureanomar
http://www.laureanomarquez.com
Caracas Vnezuela
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