Cada vez son más las
personas que hacen dejación de su derecho al voto y cuestionan la importancia
de los partidos políticos como instrumento para la promoción de las ideas, la
solución de los problemas de una sociedad y como estructuras adecuadas para
presentar individuos que interpreten a cabalidad las necesidades de una comunidad.
La competencia de
varios partidos en una justa electoral es una muestra de la fortaleza de la
democracia, condición que se debilita cuando esas instituciones se agotan, lo
que resulta en el deterioro del modelo democrático de gobierno.
Los Partidos son el
instrumento adecuado para educar y formar al elector, y a los aspirantes a
puestos públicos. Las escuelas ideales para formar a la sociedad en deberes y
derechos. El vínculo idóneo entre el electorado y los candidatos y la garantía
relativa de que el funcionario electo se ajustara a las propuestas de la
agrupación política a la que pertenece.
La selección de los
candidatos es una de las principales obligaciones de los Partidos, pero la
decadencia de esas organizaciones ha incidido negativamente en la idoneidad de
sus representantes, lo que facilita el surgimiento de “francotiradores”.
Estos sujetos solo
interpretan sus intereses y los de su entorno más próximo, son representantes
genuinos de la descomposición de los partidos. Estos sujetos por lo regular no
provienen de los partidos, son un subproducto de la crisis de las
organizaciones políticas, una especia de guerrilleros en el servicio
público que atacan el sistema en su
conjunto y prometen soluciones mágicas para todos los problemas.
La pérdida de fe en
los baluartes de la democracia favorece el surgimiento de los demagogos,
personajes que con un discurso incendiario, repleto de medias verdades, cargado
de resentimientos, sectarismo y frecuentemente con un discurso de nacionalismo extremo, manipulan las
frustraciones del elector para su provecho.
Estos
embaucadores escogen un sector o clase
social para sus ataques. Trabajan arduamente para crispar la sociedad, un
factor determinante en la generación de condiciones que hagan posible su acceso
al poder. Explotan el desencanto del electorado causado por los malos manejos
de los políticos. Sus discursos son
pasionales, provocadores, con un
lenguaje irreverente, no exento de vulgaridades y groserías.
Son individuos
particularmente peligrosos cuando cuentan con la capacidad de ejercer una gran
influencia sobre las masas. Sus propuestas tienden a ser extremistas, pero
también abordan temas que la mayoría de los políticos prefieren obviar, lo que
hace que el electorado les preste atención, a la vez que se gestan corrientes de opinión contrarias a un sistema
en la que prime la división de poderes.
Sus críticas contra
lo establecido son muy severas, al punto que captan sectores que
nunca se han considerado interpretado por los políticos, que son los que
asumen la vanguardia en la defensa de las propuestas del caudillo. Se forma una
especie de espiral en la que el caudillo es cada vez mas incendiario y el
populacho mas dependiente de su furia destructora.
La democracia en su
condición de hábitat ideal para los políticos y de garantías para los
ciudadanos, ofrece a estos demagogos numerosas oportunidades para su promoción,
mientras atacan al sistema que les acoge y brinda las oportunidades que ellos
están prestos a negar si acceden al gobierno.
Quizás fueron esas
las causas que inspiraron a Winston Churchill, el histórico premier británico, a expresar en una oportunidad que “la
democracia era el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con
excepción de todos los demás”, una realidad irrebatible porque no hay sociedad
libre de la amenaza que representan estos desestabilizadores de oficio.
La democracia es
alternancia en el poder, tolerancia, libre debates de propuesta, voto secreto y
universal, pluralismo de partidos y respeto a las minorías, pero ninguna de
esas condiciones son suficientes si no
hay una alta participación ciudadana en
las justas electorales.
En los últimos años
se ha apreciado en diferentes países del hemisferio regido por democracias el
surgimiento del despotismo electoral, una consecuencia de las ventajas que
ofrece un sistema, que mas allá de sus
imperfecciones, hace posible que individuos y grupos la demuelan con el
objetivo de instaurar dictaduras
institucionales, lo que manifiesta que la democracia es el único modelo de
gobierno con capacidad para la autodestrucción.
Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
Estados Unidos
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