El gobierno ha comenzado a
sugerir que parte importante la crisis que atraviesa el país es debido al
comportamiento de los ciudadanos: por una lado, una efímera ministra, de un
nuevo ministerio, de esos que nunca escasean, sugirió que los venezolanos nos
dedicáramos a sembrar en porrones y macetas; otra recién estrenada ministra nos
acusó de adquirir el mal y muy capitalista hábito de asearse los dientes tres
veces al día, lo que perjudica el abastecimiento de pasta dental. Así como la
inflación no existe a decir de algunos de estos fenómenos incorporados al nuevo
tren ministerial de Maduro, no faltará mucho tiempo para ser advertidos de que
hemos adquirido, a través de la publicidad burguesa, valores sobre la vida que nos
lleva a querer vivir la mayor cantidad de años, y que esa desviación pequeño
burguesa perjudica al resto de los venezolanos al despojarlos de vivienda,
alimentos y medicinas.
El gobierno en ese sistemático
huir de la realidad ha mirado un culpable en la
acera de enfrente. Nunca ha buscado explicaciones en sus ejecutorias,
éstas hubieran sido exitosas de no haber sido por el enemigo, un adversario
abstracto, difícil de observar en su acción: el imperio ha sido el enemigo
externo, el favorito, el siempre aludido aunque nadie ha visto a los “musiúes”
en suelo patrio; la guerra económica que hace que desaparezcan los bienes de
los comercios sin que los genios criollos del área hayan podido confrontarlos.
Y, de esa manera, continua el desvarío gubernamental.
El gobierno huye y sigue huyendo
a su errático desempeño. La crisis que vive el país no es culpa del destino ni
de un castigo divino; lo que ocurre en Venezuela es una derivación de políticas
que han conducido a este estado de indefensión en el que se encuentran los
venezolanos. La diversidad en el sistema cambiario, el exceso de controles, la
reiterada amenaza a la propiedad privada, a las escasas empresas productivas
que aun resisten y la ausencia de políticas acertadas en política económica,
son las causas de la debacle económica que sin piedad se hace presente.
El Ejecutivo Nacional está en la
obligación de enfrentar la crisis sin huir. Coraje y valentía, algo extraviada
desde el 6D en el gobierno, debe emerger entre ellos para reconocer que esta
tragedia es una consecuencia directa de sus ejecutorias, que fracasaron y ahora
deben reconducir al país con otras medidas que puedan ser acompañadas por la
mayoría.
Insistir en el modelo socialista
que ya mostró su inviabilidad, es someter a la población a una calamidad cuyas
proporciones aún no se han cuantificado. En alguna parte lo escribí, y ya no es
una simple alarma temprana, de que en Venezuela se proceda muy pronto a
declarar una dramática crisis de diversos órdenes.
Sobre la crisis humanitaria el
gobierno ha estado advertido, extremamente advertido. También será su
responsabilidad.
Leonardo
Morales
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
Caracas -
Venezuela
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