El “movimiento chavista” (MCh), inició su
mandato carente de una ideología, de una visión del país deseable y posible
alcanzable con políticas públicas, y de estrategias concretas para apuntalar el
progreso nacional y el bienestar ciudadano; ¡y así continúan! a pesar de haber
transcurrido ¡casi 25 años! (más el tiempo de gestación) desde el momento que
anunciaran un 04/02/1992 (en fallido intento golpista) la instauración de un
“Gobierno de Emergencia”—facilita suponer erróneamente que tenían claro el
¿para que aspiraban el poder?—en intima vinculación con un “Consejo General
Nacional”; para conducir al país, afirmaron, “hacia nuevas formas de democracia
y para conjurar la crisis moral, política, social y económica que padece
Venezuela hace un largo periodo, agudizada desde 1988 en adelante” (Documento
del alzamiento militar del 4 de febrero de 1992). En la práctica, y luego de
alcanzar el poder en 1998 por vía electoral (dentro de la Constitución) el MCh
focalizó su acción (perdurable en el tiempo) en “desprestigiar” a los políticos
“puntofijistas” (en armonía de “notables” antipoliticos) con la intención
subyacente de procurar una revolución política (un cambio de cúpulas
partidistas en el gobierno), que mostraron como una “insurrección de una
vanguardia popular” en aras de (i) “integrar” como cómplices a una parte del
pueblo y para (ii) alargar indefinidamente la fijación de metas en aras del
desarrollo económico-social; todo ello en un contexto de “ingeniería social utópica” (cambios
disparatados y radicales del orden social) amparados por un engañoso socialismo
del siglo XXI que ignora cómo se transita hacia nuevos modos de producción.
A tenor de lo expresado, los cuantiosos
ingresos provenientes de las exportaciones petroleras (de manera creciente a
partir de marzo 2004 cuando nuestro precio promedio superó la barrera de los $
32/b) que en ¡10 años! superaron los $ 1,7 billones fueron
mayoritariamente dilapidados por los motores de la ineficiencia administrativa,
la corrupción, la improvisación, una nefasta política económica, un elevado
déficit fiscal, una disminución del empleo productivo y por el ¡despilfarro!;
al extremo que en el presente el país refleja un retroceso en los principales
indicadores económicos dentro de un contexto de agravamiento de los problemas
sociales, que aunado al hecho coyuntural de la disminución (previsible) a
finales del 2014 del precio promedio de nuestros hidrocarburos ($ 29,6/b al
25/03/16 y con la “esperanza” depositada en una subida en la reunión de la OPEP
del próximo 17/04/16 en Qatar) se ha perfilado un escenario de vulnerabilidad
caracterizado principalmente por una devastadora inflación: 190% (FMI) o 386%
(Cato Institute), precaria libertad económica: 176 de 178 países, elevada
percepción de corrupción: 158 de 168 países, aumento de la pobreza: entre el
73% y 80% de las familias, surgimiento de la “pobreza reciente” :
debilitamiento de la clase media, violencia desatada: Caracas N°1 entre las
ciudades más violentas del mundo, atmósfera de guerra por homicidios: 27.875 en
2015 (promedio: 77/día), baja calidad de vida: 76 de 96 países, limitada
libertad de prensa: 137 de 180 países, mínima facilidad para hacer negocios:
186 de 189 países, elevado riesgo país: D (última posición en una escala de 6),
escasa innovación: 132 de 141 países, marcado decrecimiento económico: PIB -10%
en 2015, caída de las reservas internacionales: $ 13.200 millones/marzo 2016
(vs $ 43.127/diciembre 2008).
Tales indicadores, son clara referencia de un
recrudecimiento de todos los males que supuestamente acabaría para siempre el
MCh a lo cual debe sumarse lo referente a la monetización del déficit fiscal
(el gobierno se endeuda para cubrir el gasto público) mediante la emisión de
dinero inorgánico induciendo una elevación de la oferta monetaria que influye,
tanto en un aumento de la tasa de inflación ante el desequilibrio entre la
cantidad de bolívares y el total de bienes en circulación, como afectando
negativamente la producción y la productividad a nivel nacional; realidades que
en conjunto impulsan un exceso de demanda que se orienta hacia la compra de
divisas (si las consiguen), y a la adquisición de bienes de consumo (si los
consiguen) apuntalando la especulación, el bachaqueo, la dolarización de la
economía, el progresivo deterioro del salario real, y el aumento de la
marginalidad (salario mínimo inferior al costo de la cesta alimentaria y de la
canasta básica). El MCh, ha aumentado ¡30 veces el salario mínimo! y sin
embargo el poder adquisitivo (disponibilidad de recursos que tiene una persona
para satisfacer sus necesidades materiales) ha venido cayendo sistemáticamente,
al punto que para febrero 2016 una familia de 5 personas apenas puede adquirir
con su salario mínimo (Bs 11.577) un ¡6,5% de la canasta básica familiar! (Bs
177.000) y un ¡9,5% de la cesta alimentaria!; relaciones contrapuestas con la
Venezuela de la “democracia decadente” cuando se podía cubrir la cesta
alimentaria con ¡un tercio del salario mínimo!.
La terquedad “ideológica” cargada de un
dogmatismo irrelevante que acompaña el desenvolvimiento del MCh, como una
estrategia para permanecer en el poder bajo la excusa de alcanzar un mañana
mejor cuya luz no se vislumbra aunado a la corrupción y a la deficiente
burocracia oficialista, no garantiza de forma alguna (aun con mejor
precio promedio de nuestro crudo y “N” numero de Decretos de Emergencia
Económica) que mejoren los resultados
económicos del país, por la muy obvia razón que tal como actuó el MCh para
llevarnos al desastre económico ¡así actuarían de nuevo!, en el entendido que
la génesis de nuestra “crisis” es mas de política-partidista que de fundamentos
de la economía como ciencia que aplicándolos correctamente a la luz de un
programa de estabilización macroeconómica contribuiría con “facilidad” (el
conocimiento económico) para revertir con prontitud el deterioro de nuestra
economía. En función de lo señalado, nos surgen al menos tres interrogantes:
¿Estará el gobierno (y el MCh) en disposición de aplicar un programa de este
tipo? ¿Estará el gobierno (y el MCh) dispuesto a solicitar colaboración de los
Organismos Multilaterales incluido el FMI? ¿Estará el gobierno (y el MCh) en
ambiente de disminuir su injerencia en la actividad económica?
Si las respuestas fuesen negativas (como
personalmente inferimos), será únicamente el clamor del pueblo de Venezuela
armonizado con coherencia de objetivos sustentados en el 350 Constitucional lo
que permitirá dirimir la fricción entre la democracia liberal (que aspiramos) y
la democracia (dictadura) totalitaria (aplicada).
Jesús Alexis
González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
@jesusalexisgon
Coordinador General ,
Observatorio 2012
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario