viernes, 1 de abril de 2016

FERNANDO FACCHIN B., LA HORA DE LA AUDACIA,

Ante la premisa de maduro y cabello: “yo o el caos”, la pretensión es la preservación del poder “como sea”, no les importa el presente ni futuro del país. No es posible la subsistencia de la gobernabilidad cuando maduro confunde los verbos “gobernar” y “mandar”, conceptos disímiles, gobernar es dirigir con sabiduría los destinos de un país, mandar es un verbo de resonancia autocrática y militarista, por eso en el estamento militar hay cadena de mando y no de gobierno, están  huyendo hacia adelante  para evadir la justicia, la cual, en todo caso, le alcanzará.
Hay clara violación  a la carta magna, “mandar” a sus secuaces del Cartel de las Togas a invalidar la actuación constitucional de la AN,  acaparar cuanto residuo de poder queda al alcance de sus manos, destruir la poca institucionalidad que había en el país, desconocer el estado de derecho y los derechos humanos en su idea de doblegar a todo el país.
Esta situación de debilidad con aparente fuerza ha desatado el rechazo absoluto de la ciudadanía que busca un urgente cambio del sistema de gobierno, esa arrolladora y equivocada acción de “mandar” y no “gobernar” se diluirá en su propia inmediatez, inconsistencia y contradicciones.
Estamos en la hora de la audacia, no sólo de la prudencia, ante un conglomerado ciudadano traicionado y violado en sus derechos fundamentales, por tal razón, ante la vulgar arremetida oficial, la alternativa es: más audacia, más proyección, más velocidad y más claridad frente a los ciudadanos.
No podemos negar que a la AN le resguarda suficientemente la base fundamental de buena política y prudencia, muestra inequívoca de que estamos en la hora de audacia y no sólo de la paciencia, se trata de ir más lejos, colocar a maduro y su claque en evidencia, arrinconarlos con legislación, denuncias y propuestas que no puedan rechazar sin develar sus actitudes hostiles y políticas delictivas, enfrentarlo con hechos que no pueda negar, desarmarlo con iniciativas que revelen la inmensa voluntad de cambio  en contraste con su innata intransigencia, dejarlo rezagado ante la visión transparente del rechazo ciudadano a su persona, donde se haga evidente su propia insensatez y así, emprender con firmeza, legitimidad absoluta e incuestionable apoyo ciudadano, la difícil ruta de reconstruir a nuestra Venezuela.
Gobernar sin mayoría en el parlamento ha sido frecuente y sano en las democracias presidencialistas contemporánea, sin que hubiera por eso una crisis de gobernabilidad, siempre y cuando el presidente entienda que su función es gobernar y no mandar, aun cuando creo que maduro y su secta no está psicológicamente preparado para hacerlo,   por esa razón sólo vemos un panorama nacional devastado por una crisis económica, moral, social y política, donde no hay claridad de rumbo debido a la improvisación, la inmediatez, incapacidad, la corrupción y la mediocridad de quienes mandan.  
Mandar sin más es lo contrario de gobernar. Se parece en que, aparentemente, son actividades que ejerce la misma persona; pero, si bien se mira, unos son los verdaderos gobernantes y otro "el que manda”. El que sólo manda no sabe escuchar, no se puede hablar con él; está acostumbrado a que sus opiniones sean declaraciones. Pretenden ser la representación verdadera y total del país, cuando no su encarnación.  Es la hora de la audacia política.
Fernando Facchin Barreto
ffacchinb@gmail.com
@fernandofacchin
Carabobo - Venezuela

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