Recuerdo que como
invitado al programa Aló Ciudadano a principios de este siglo, me atreví a
decir que la clase política liderada por Hugo Chávez parecía haber atravesado
el Túnel del Tiempo desde el pasado remoto a nuestros días. Hacía alusión a una
famosa serie de televisión en la cual científicos viajaban al pasado a estudiar
determinados momentos de la historia. En uno de los capítulos, miembros de unas
hordas atravesaron el túnel y terminaron en pleno siglo veinte.
La forma de hacer
política del chavismo se basa en todas aquellas prácticas que la democracia
moderna ha venido dejando atrás en la medida que las civilizaciones
evolucionan. Pero, lamentablemente para nosotros, Chávez se empeñó en rescatar
todas esas formas primitivas de mantenerse en el poder y llamarlas democracia.
Desaparecido el
caudillo del proceso, deja detrás una tropa de personajes que carecen de las
herramientas que permitan llevar a cabo un proceso pacífico y negociado de
gobierno. Al contrario. Siguen elaborado sobre la división irracional de buenos
contra malos. Siguen haciendo uso de los arcaicos modelos de propaganda
fascista. Continúan evitando la negociación y el diálogo y optan por el
atropello e irrespeto a las instituciones y las leyes.
Ese es el
comportamiento exhibido alrededor de la aprobación de la ley de amnistía.
Cuando se dictó la primera de estas leyes en 2000, por un cuerpo inexistente en
la constitución de 1999 y que se abrogó tareas de la futura Asamblea Nacional,
estuvo bien. Porque lo hicieron ellos. Independientemente de que se estuviese
perdonando a asesinos y responsables de muertes de los fallidos intentos de
golpe de estado de 1992, secuestradores, asesinos de policía, ladrones de
cantinas militares y pilotos que bombardearon Cantaura. En aras de la paz y la
reconciliación no se hizo mucha bulla sobre el asunto. Y repito, esta ley fue
aprobada por el tristemente célebre congresillo que si de algo no gozaba era de
pluralidad política. Y lo hicieron en ese momento a sabiendas de las
dificultades que tendrían para pasar esa ley en un parlamento plural.
Llama poderosamente
la atención que miembros de la bancada minoritaria en el parlamento se opongan
a una ley similar a la que los benefició. El delito de golpe de estado se
entiende como traición a la patria. Eso quiere decir que si no hubiese sido por
el perdón que les otorgó Caldera, muchos de los que hoy disfrutan de las mieles
del poder como diputados, gobernadores y hasta embajadores estarían aún
purgando la pena de 30 años de presidio que corresponde a la falta cometida.
No contentos con eso,
los chavistas se auto perdonaron con la ya mencionada ley promulgada por el
congresillo en abril de 2000. ¿Por qué para ellos si era bueno el perdón y no
para quienes lo requieren ahora?
La primitiva clase
política en el poder usa las redes sociales para llenar de insultos a todo
aquel que no esté de acuerdo con ellos. La etiqueta #DerechaCriminal ha sido
promovida como tendencia en Twitter. Y uno se pregunta: ¿no es criminal que
niños mueran convulsionando por falta de medicinas? ¿no es criminal que los
pacientes de la tercera edad no consigan medicinas para la tensión, el corazón
y el enfisema pulmonar entre otros males? ¿no es criminal que un niño de brazos
tenga que sufrir la inclemencia de la cola que su madre debe hacer para
conseguirle comida? ¿no es criminal que las personas tengan que dedicar la
mayor parte de su tiempo a la subsistencia miserable? ¿no es criminal el haber
permitido que las bandas criminales se apoderaran de amplios espacios en
nuestras ciudades y vastos territorios del país?
Si de algo no gozan
los primitivos que ostentan el poder en Venezuela es de un repertorio de obras
que sirva para lavarles la cara de alguna forma. Ya se ha demostrado como las
cifras de la misión vivienda no se corresponden con la publicidad oficial. Las
investigaciones adelantadas por el diputado Julio Montoya comienzan a destapar
ollas donde se desviaron miles de millones de dólares hacia los corruptos
bolsillos de una subclase chavista conocida como los boliburgueses.
Desde las mismas
filas del chavismo se oyen denuncias que hablan del desfalco que se hizo al
tesoro nacional a través de empresas de maletín. Aún así, los primitivos se
creen con la moral suficiente para no reconocer esos graves delitos y para
pontificar sobre lo bien que lo están haciendo.
El legado de Chávez
lo está definiendo un teniente ascendido a capitán que funge de diputado y que
con su comportamiento de sargento tropero deja en claro la calidad de esta
clase política.
Esta siendo definido
ese legado por los familiares de la primera dama que abusan de su posición en
el país y por los otros detenidos en una cárcel norteamericana por el presunto
delito de tráfico de drogas.
El legado está siendo
claramente dibujado por el diputado que fue echado del ejército por robarse el
rancho de los soldados y que sin embargo interviene en el parlamente como si
tuviese alguna autoridad moral.
El legado del
caudillo está siendo explicado por el joven diputado que disfruta la quinta
Finisterre en una lujosa urbanización de Caracas, mientras la gente se pregunta
de dónde sacó los reales para su adquisición, muy probablemente, en billetes
imperiales.
El legado de Hugo
esta siendo conformado por un presidente incapaz de entender lo que está
sucediendo en el país. Una persona que no tiene la capacidad de comprender los
problemas que le explican sus técnicos y las medidas que debe tomar para evitar
el colapso general del país.
El legado de Chávez
no podía ser otro que la desolación de las hordas primitivas que tomaron el
país cual conquistadores y arrasaron con sus riquezas. Se hicieron de Venezuela
para convertirla en instrumento del narcotráfico con la única intención de
enriquecerse infinitamente. Desde el más allá, Pablo Emilio Escobar Gaviria ve
con envidia a un Estado puesto al servicio del negocio de la droga. Su sueño
más preciado hecho realidad.
Jose
Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo
Caracas - Venezuela
Desgraciadamente para todos los pensantes es la triste realidad
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