¿Qué tiene que ver el Presidente de Rusia con el
Presidente electo de Argentina, y los opositores venezolanos? Es una
comparación, vamos por partes.
(1) Uno de los grandes éxitos de Vladimir Putin es
su trato con el Islam, la segunda religión en Rusia, tras el Cristianismo
Ortodoxo. Los musulmanes rusos son unos 10 millones, en su mayor parte de credo
sunnita, y de etnias túrquidas. En regiones como el Cáucaso y el Volga, son
amplia mayoría.
Siendo un ex policía, Putin sabe muy bien que
“musulmán” y “terrorista” no son sinónimos. Los islamistas de Chechenia p. ej.
son terroristas y separatistas, y dos veces le declararon la guerra a Rusia, y
respondió Putin con las armas. Y en Siria, apoya al Gobierno legítimo, contra
EE.UU. y otras potencias, que apoyan a los rebeldes, mercenarios y terroristas
de la Jihad, para desestabilizar al Presidente Assad.
En el planeta hay 340 millones de árabes; no todos
son musulmanes, aunque sí una fuerte mayoría. Los musulmanes son más de 1.000
millones; no todos árabes. La prensa des-informativa dice que los jihadistas
son “religiosos”, y que “el problema es El Corán”. No es así. El diario ABC de
Madrid, el 19 de noviembre, recogió el testimonio de Niama, ex mujer del joven
Ibrahim Abdeslam, uno de los terroristas caídos en París. Cuenta que vivían en
Bélgica, con 1.000 euros al mes que les daba el Gobierno. Caso típico: “Era un
vago que bebía, se drogaba, dormía todo el día, y nunca fue a una mezquita!” O
sea: ¡jamás leyó el Corán!
El 23 de setiembre, dos meses antes de los crímenes
parisinos, Putin inauguró la Gran Mezquita de Moscú, la mayor de Europa, para
más de 10 mil creyentes. Ante invitados como el Presidente Tayyip Erdogan de
Turquía, y el líder palestino Mahmud Abás, que no son terroristas, citó el
Corán, y prometió ayuda para fundar una escuela teológica, dijo, “porque la
educación religiosa en los eternos principios de la verdad, la justicia y el
derecho, es la mejor arma contra las mentirosas distorsiones de los grupos
político-militares asesinos”. Tiene razón: el Islam no es problema de raza ni
de religión, sino de crimen, a ser resuelto por policías y militares bien
entrenados, con paciente trabajo de inteligencia para identificar al criminal y
al enemigo. Esa es la primera función del Estado, y para eso pagamos impuestos,
no para mantener vagos, sean nacionales o extranjeros.
El tremendo gran error del mundo de hoy, ya tiene
unos 150 años: no entender cuáles funciones son propias del Estado, “monopolio
legal de la fuerza”, diría Max Weber: proveer seguridad y justicia contra el
crimen, y colectar impuestos para obras públicas de infraestructura física.
Nada más. “Gobierno fuerte pero limitado”, diría Ludwig von Mises.
Los socialistas de lodos los colores y latitudes
creen ingenuamente, o simulan creer, que el “Gran Gobierno” puede producir
bienes y servicios, “manejar la economía”, proveer “salud y educación”,
jubilaciones y pensiones, “redistribuir la riqueza”, “cuidar de los pobres”, y
muchas decenas de otras funciones que le atribuyen, para las que le confieren
inmensos poderes, recortando nuestras libertades, y consienten que se lleve
nuestro dinero a montones. Pero ningún Gobierno puede cumplirlas, porque no
está en su ontología de ente coactivo y represivo.
Así los Gobiernos acumulan y concentran toneladas
de poder y dinero en pocas manos; y van a abusar, obviamente. Y cuando se
exceden en los abusos, llegan gentes como Macri y los opositores venezolanos, a
ofrecer lo mismo pero sin abuso, como si eso fuera posible. Nos dicen:
“Nosotros somos los buenos, eficientes y honestos. Vamos a administrar todo
bien, y con transparencia.”
(2) El problema con Macri es que puede ser De la
Rúa Parte II. A fines de los ’90 el fracaso del “menemismo” explotó y se hizo
insoportable. El Alcalde no peronista pero “progresista” de la ciudad de Bs.
As., De la Rúa, armó una coalición populista repleta de “gente joven”. Hizo
otra reedición del discurso estatista-social, la enésima en Argentina, porque
“para ganar elecciones no se puede decir la verdad”. En campaña no dijo la
verdad. Pero como Presidente, apenas pareció que tomaría la línea “Neo” liberal
como Menem, ¡la oposición lo reventó!
(3) Venezuela igual. El chavismo es como el
kirchnerismo. Y la MUD es la oposición de izquierda “democrática”, como
“Cambiemos” en Argentina, que comparte todas las mentiras del socialismo, sin
cuestionar el sistema: sólo la ineficiencia y la corrupción que achacan no a
toda la izquierda sino sólo a la “autoritaria y corrupta”. Y como muchos
argentinos, aquí también se cree en “el mal menor”, para salir del mal mayor.
Pero por esta vía no salen del “mal mayor”, le
cambian de lugar nada más: del oficialismo le pasan a la oposición, en la que
hasta es más peligroso, destructivo y criminal, en plan obstruccionista,
desatando huelgas, protestas, cortes de carreteras y vandalismo. Lo siento, me
gustaría ser “optimista” pero no puedo, porque sé de lo que hablo. Muchas
gracias.
Alberto Mansuetti
alberman02@hotmail.com
@alberman02
Bolivia
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