Estamos a un día de las votaciones.
Han arreciado los rumores coleados. Cada lado suelta el suyo para que corra en
la manga. En las redes, buscando con cuidado, algunos obtienen información
confiable. Pero lo más importante, para mantenerse sereno en la reflexión, es
conversar con familiares y amigos. Siempre es agradable y en ciertos casos
útil.
No se permite hablar de encuestas.
Pero en esa materia los expertos opinan que ya es imposible que aparezca un cisne negro.
Prácticamente todo el país adoptó una decisión y quiere asumirla en paz. No
quiere más violencia sino ejercer en completa libertad el derecho a seleccionar
su opción en completa libertad. Los mirones que amedrentan a los empleados
detrás de la máquina, sobran.
Las elecciones han tenido la
participación del país porque, además de configurar un nuevo poder Legislativo,
van a expresar el estado de ánimo de la sociedad respecto a sus gobernantes. El
voto para elegir también vale para dar un juicio terminante, castigo o premio,
a la gestión del gobierno. La variable motora de la decisión es el impacto
negativo de la crisis, cuya solución es deseada por tirios y troyanos.
Tras el ejemplo argentino, se
espera que el CNE comunique resultados en un lapso no mayor a las cuatro horas.
Todo el mundo aspira a seguir los resultados por los canales de TV sin tener
que soportar la repetida imagen de unas barandas, que el personal del CNE llama
la redoma de los vagos.
El ministro de la defensa desmontó
oportunamente el relato de miedo que une la realización de elecciones con el
peligro de un golpe de Estado. La aclaratoria resultaría innecesaria en un
sistema democrático, pero en nuestro caso pudiera leerse como la disposición de
la Fuerza Armada de actuar con apego a la Constitución Nacional. Y uno espera
que esto se traduzca en impedir la circulación de las bandas motorizadas y
respetar la hora de cierre que les comunique el Presidente de cada mesa.
Hay que votar temprano. Y convertir el
domingo en un día de alegría y esperanza, de convivencia con quienes defienden
otro proyecto para que nadie pueda volvernos a enfrentar y para construir
juntos confrontaciones sin violencia y cooperación con autonomía de cada quien.
A los efectos de ayudar a resolver situaciones irregulares se ha creado una
página, el guachimán electoral, para documentarlos.
Los vecinos tienen el derecho de
presenciar el escrutinio. Ellos son el soporte para ayudar a los miembros de
mesa y a los testigos, sin cuya participación sería imposible realizar el
proceso. Los testigos y miembros de la mesa merecen solidaridad y respeto, aun
dentro de algún momento de tensión o de polémica que pudiera presentarse.
Los acompañantes internacionales, integrantes de la misión de Unasur o
figuras invitadas por cualquiera de las dos grandes alianzas de partidos,
tienen la misión de observar el proceso y dar testimonio de su calidad técnica
y política. Pero es a los venezolanos, que en conjunto conformamos la
soberanía, a quienes nos corresponde actuar para que el proceso sea
transparente y refleje con fidelidad la voluntad de cada elector.
Esa es la gran tarea en este
domingo de la democracia venezolana. Una tarea que hay que sacar con esmero y
entre todos. Las viejas separaciones pierden sentido. Nace una nueva realidad.
Ayudémosla a surgir con pasión, amplitud y fuerza.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim
Caracas - Venezuela
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