«No sorprende que los exterminadores de la Humanidad se arroguen la atribución de convocatorias internacionales para practicarse unciones fecales, como acicalándose, y alcancen el éxtasis con esos reality shows»
No son los «Gases de Efecto Invernadero» los que amenazan al planeta y
especies que lo habitan. Empero, sí las tóxicas «flatulencias» de esos y esas
bestias nada dignas congregadas en palacetes de naciones u organismos
internacionales: cenáculos donde sus motivaciones son harto conocidas y en los
cuales urden. En las repúblicas de donde proceden ejercen funciones de «azotes
de barriada», sometiéndonos mediante inicuos «actos de jefaturales» (también
descritos, en circunscripciones judiciales, como «de gobierno») En los inútiles
y fastuosos convites de «excelentísimos», unos destacan más que otros: por sus
expresiones «picarescas», «dramáticas», de «comediantes», «resentidos», «narcisos», «belicosos» o poses
«mesiánicas».
Uno de esos sujetos frunció su
entrecejo y propuso una «Tribunal de Justicia Penal Mundial» para juzgar a
quienes socavan la Tierra, olvidándose de la «Corte Penal Internacional» en
cuyo banquillo de acusados debería estar para ser condenado por violar, soberbiamente, los Derechos Humanos: en
Ecuador, país que devasta virtud a un presunto mandato constitucional y
conforme a los estatutos ilícitos de los (neo-tiranos) socialistas del Siglo
XXI.
Cada cierto tiempo, los distintos «humanófobos» se suceden en la toma de
la palabra. Todos, enemigos de nuestra especie: los que tienen fábricas de
armas de guerra y las venden, que por ello tienen potestad para desaparecernos
digitalmente. Con «bombas nucleares»,
«atómicas», de «hidrógeno», «químicas» y otras medio secretas. Al
instante de escribir este texto, ninguno sabe cuánta pólvora se quema en
combates entre «fanáticos de la violencia» que anhelan ser ovacionados por Alá,
europeos cuyas conflagraciones no son tan «frías», «ultimomundanos»
apertrechados con «escupefuegos» de origen imperial (rusos, chinos o «norteamericanos»,
según las preferencias e intereses financieros) y «civilizados» descendientes
de aquellos degolladores franceses que
ahora no emplean la «guillotina» ni los
«azotes» sauditas sino «aviones caza bombarderos». En los cielos del
planeta, en peligro de extinción, se perciben «objetos voladores sí
identificados» defecando materia no orgánica para matar seres humanos.
Se sabe que el «Efecto Placebo» comporta una sanación imaginaria. No
causa enfermedades ni científicamente las cura. Pero: el «Efecto Exterminador»
se siente en la piel, es caliente y produce dolores físicos o psíquicos: es
captado por los sentidos del «tacto», «vista», «olfato» y «oído». Por la Inteligencia o Razón Inmutable e Inmanente de la mayoría no trastornada. Señoras y
señores que obligan ser reverenciados no son aptos para entenderlo. Alcanzan,
tras timarnos, el «poder del mando político/filanciero/militar» para defender
el «Efecto Exterminador» de nuestra especie y el Planeta Tierra.
Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor
Merida - Venezuela
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