La democracia venezolana agoniza. La legalidad es precaria, las reglas electorales favorecen
al gobierno, quien a sus vez controla los medios, mientras cuenta con la
capacidad de inventarse electores al operar arbitrariamente todos los poderes
públicos.
Los sicarios oficiales, entre los que hay
generales, doctores y millonarios fabricados a la sombra del gobierno, están dispuesto a ejecutar lo que demanden
las circunstancias por tal de no desaprovechar privilegios y bienes.
La violencia es parte importante del arsenal de
cualquier régimen represivo para controlar a los activistas, por su parte, la intimidación, es una herramienta muy útil
para neutralizar a quienes no están dispuestos a correr riesgos por defender
sus derechos.
A pesar de todos estos factores negativos la
oposición ha aceptado una vez más el reto de competir en el marco de la
precaria legalidad chavista, con la certeza de que triunfara, porque el pueblo
ha demostrado estar harto de un modelo de gobierno ineficiente, corrupto y
abusivo.
La oposición, más allá de cualquier otra
consideración, ha mantenido viva la causa democrática. Ha luchado intensamente
por mantener la esperanza de que la victoria es posible.
Sobrevivir como sistema y clase gobernante ha
obligado a la nomenclatura venezolana a obviar las diferencias entre sus
caudillos. Están consciente de la necesidad de presentarse en bloque. Saben que esta es la única oportunidad que les resta
para seguir simulando que gobiernan democráticamente.
Hace muchos años que en Venezuela desapareció el
estado de derecho y las prácticas democráticas se encuentran en cuidados
intensivos como diría el doctor Santiago Cárdenas, con independencia de los
numerosos esfuerzos de los demócratas del país por restaurarla.
La oposición, dirigentes, militantes y simples
ciudadanos se han visto obligado a actuar en un marco legal particularmente
frágil. El régimen cuenta con la capacidad de criminalizar una conducta, que el
día anterior habían reconocido como legitima.
Este seis de diciembre la libertad de los
venezolanos entra en fase terminal. Si triunfa el despotismo chavista, con independencia de cómo alcance la victoria,
no habrá recuperación posible, al menos, en la forma que la oposición se ha
esforzado por rescatarla desde hace quince años.
La continuidad gubernamental de Maduro-Cabello,
siempre inspirados en las propuestas de Hugo Chávez, significara la agudización
de la represión, aumento de la corrupción, una amplia política de confiscación
de bienes y el cese de las libertades de expresión e información.
Políticamente el régimen buscara como eliminar la
oposición legal. Eliminará el pluralismo político e ilegalizara la gestión
pública de las personalidades más notables que le adversen. Las parodias de
democracia llegaran a su fin, porque gestaran una oposición que se ajuste a sus
conveniencias.
Para evitar lo que sería una tragedia mayor para la
nación, la participación en los comicios
debe ser masiva. Las frustraciones y
desesperanzas deben ser vencidas, porque ésta en la última oportunidad para
recuperar los derechos conculcados. El régimen ha escamoteado en más de una
ocasión la voluntad de los electores y en base a esa experiencia todos deben
convertirse en guardianes de su
dictamen.
La vigilancia es tan importante como el voto. Los
electores y candidatos deben velar celosamente que en los conteos su opinión
sea respetada, a la vez que envían un mensaje a las Fuerzas Armadas de que
están comprometidas a respetar en primer lugar la Constitución y en segundo, la
voluntad popular.
Hay que convencer al elector que cada voto cuenta,
persuadir a todos, incluso a los que no creen en la vía electoral, que esta es
una ocasión que no se puede perder, porque no habrá otra oportunidad.
Los errores del régimen han superado con creces los
tropezones de la oposición. La población en las encuestas más recientes se ha
expresado mayoritariamente en contra del gobierno, y un amplio sector de la opinión pública
mundial no gubernamental, en declaraciones sin precedentes, ha criticado
severamente las acciones de Caracas.
Si la victoria de Mauricio Macri en Argentina, ha
generado esperanzas de que la corriente populista en el hemisferio está
llegando a su final, la derrota del chavismo en las elecciones parlamentaria
venezolanas podría significar mucho más.
El triunfo masivo de los parlamentarios demócratas
en Venezuela sin tener que recurrir a propuestas populistas, sería muy útil a
los líderes del hemisferio que por tal de ganar apoyo popular prometen
soluciones imposibles.
También sería beneficiosa a los electores que
tienden a creer en redentores que aseguran estar en capacidad de resolver
todos los problemas, en particular los
de las clases más desposeídas, recurriendo a formulas que han demostrado
fehacientemente que solo sirven para generalizar la pobreza e incrementar las
injusticias.
Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
Estados Unidos
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